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Rubí





Esto debía ser algún tipo de broma, frente a mi tenía a una versión adulta de Gael. Eran tan parecidos, mismos ojos, mismo cabello, mismo porte y para mi desgracia, misma obsesión por los motes absurdos.
No era la primera vez que me comparaban con campanita y sospechaba que no sería la última vez, pero no por se rubia, pequeña y caderona, tenía que ser como esa hada de mal carácter y necia.

¡Ufff... es que en estos momentos hasta prefiero ser tildada de terremoto!.

Por otro lado su madre era hermosa, pero ahora mismo, luego de que se me escapara lo de los lobos, nos observaba a Gael y a mi con una ceja alzada y sus brazos cruzados sobre su pecho.

-Gael, estoy esperando una explicación. ¿Qué esperas para empezar a hablar? ¿Cómo es eso que la persiguen los lobos?

Al ver que mi valiente guardaespaldas parecía haberse quedado, momentáneamente, mudo, decidí que debía explicarles yo.

-Soy periodista en una de las revistas más conocidas en la ciudad. Durante una de mis últimas investigaciones, donde trataba de comprobar la corrupción que un par de senadores planeaba, me vi teniendo que escapar, quedando atrapada en una calle que creí desolada. Pero mientras esperaba a que mi fotógrafo apareciera con el auto a mi rescate, vi como dos chicos atacaban a otro. Lo primero que sentí fue molestia, no podía comprender por qué no lo hacían de a uno, pero ese sentimiento se convirtió en miedo en cuanto uno de ellos se convirtió en un lobo. En ese momento me sentí tan asustada que me fue imposible quedarme callada y grité...

-No sabes como te entiendo, la primera vez que vi a Michael transformarse, creí que había enloquecido. -dijo Abby, antes de abrir grandes sus ojos y cubrir su boca-¿Qué tanto te dijo mi hijo?

-Ella sabe que somos lobos mamá, bueno nosotros, no tú. -ante la respuesta de Gael, ella asintió, un poco más relajada.

-Dejen que campanita siga contándonos, ¿Te asustaste, gritaste y ...? -preguntó Michael, alentándome con su mano a continuar.

-Bueno estaba tan asustada que grité, lo que no fue tan acertado, ya que llamé su atención. El que seguía como humano no tardo en convertirse y venir hacía mi, solo entonces Lorenzo llegó y subí a su auto. Con los días varias cosas comenzaron a suceder, primero recibí una caja en mi trabajo, la cual dentro escondía una cabeza humana. La policía me dijo que se trataba de un chico desaparecido. Esa misma noche, alguien irrumpió en mi casa con la clara intención de matarme, pero no lo lograron.

-Rubí los recibió a balazos. -Agregó Gael, con un tono bastante amargo, provocando la risa de su padre.

-¿Sabes disparar campanita? - ¿Por qué Gael no había reaccionado con la misma actitud que su padre? Él en vez de verme con orgullo, me miró como si estuviera loca.

-Sí. Bueno, hace años mi padre me enseño, de hecho, él me dio esa arma para defensa personal. -tenía que recordar recuperarla.

-¡Eso es increíble! Benny no podrá creerlo.

-No es tan increíble papá, su hazaña provocó que hace cuatro días le devolvieran el favor en las puertas de infierno. -¿Por qué tenía que decirlo así? Ellos no tardarían en correrme por ser peligrosa.

-¡Que horrible! Hicieron bien en venir, aquí estarás segura Rubí, nadie te lastimará estando con nosotros. -Abby tomó mi mano, dándome apoyo y consuelo.

Ese simple gesto aumento la culpa en mi, ellos me recibían como si fuera una buena persona, pero en su lugar, hasta hace unas horas planeaba exponer a todos en la que sería la noticia del siglo.
¿Cuándo me había vuelto tan egoísta? ¿Cuándo deje de pensar en lo que podría pasarles a los demás? Había investigado a tantos corruptos, a tantas personas horribles, que parecía ya no sentir empatía. ¿Qué dirían mis padres de esto? Ellos no me habían criado así.

-¿Rubí tienes pareja? -Levanté mi mirada y miré a Michael, al igual que Abby y Gael.

-No.

-Bien, muy bien. ¿Hace cuanto trabajas con mi hijo? -¿Qué era esto, un interrogatorio?

-Unas semanas.

-¿Ya se besaron?

-¡Papá! -se quejó Gael, al mismo tiempo que su madre decía -¡Michael!

-¿Qué? Alguien tenia que preguntarlo. ¿Entonces campanita? -tenia sus dedos cruzados bajo su barbilla y una sonrisa que en otro momento me asustaría.

-No puedes preguntarle eso Michael, estas poniéndola nerviosa. -dijo Abby y no mentía, estaba poniéndome muy nerviosa.

-Fosforito, campanita me esta por responder. Además, ¿Por qué estaría nerviosa?

-Sí, nos besamos. -respondí, consiguiendo que su sonrisa se ampliará.

-Lo ves fosforito, ella respondió.

-Sí pero mírala-me señalo y desee volverme invisible. -esta roja como un tomate.

-Eso es porque no dejas de señalarla. Que grosera eres mujer. -Michael puso los ojos en blanco, antes de inclinarse y besarla. -Pero así te amo.

-Te dije que te prepararas. -Gael se inclinó y murmuró en mi oído, provocando que la piel de mi nuca se erizara.

Una cosa era decirme que me preparara para algo diferente y otra que llegara y me interrogaran como si fuera una delincuente queriendo robarles a su pequeño hijo. Lo cual era tonto, ya que Gael no tenía nada de pequeño, lo había comprobado bastante bien.

-Entonces ya se besaron. -no preguntó, sino que lo afirmo. -Dime ¿Te gusta mi hijo?

No podía creer que siguiera preguntándome estas cosas, si esto en verdad fuera Peter Pan, preferiría saltar directamente hacia el cocodrilo.

-Es bastante atractivo -respondí, desviando un poco la pregunta.

-Eso no es lo que pregunte campanita, ¿Estas poniéndote nerviosa? -Alzo una ceja, antes de tomar una galleta y darle una mordida frente a mi.

-No estoy nerviosa, no tengo motivo.

-¿Entonces por qué no respondes?

-Te prometo que esta noche dormirás en el sillón. No lo puedo creer Michael, pero no se porque me sigo sorprendiendo, ya debería estar acostumbrada. -Mi mirada pasaba de Abby a Michael y viceversa.

-Ambos sabemos que lo has prometido antes y nunca pudiste cumplirlo fosforito. Tranquila campanita, ella solo bromea, no puede dormir sin mi a su lado. -solo asentí, no me metería en algo así.

-Créeme que esta vez lo haré fortachón.

-Lo que tu digas mi amor. Ahora escuchemos a campanita, esta por decirnos si le gusta Gael o no.

-Ya basta, no es momento para poner más nerviosa a Rubí. -habló, por fin Gael.

-Son tan aburridos, no nos dejan divertirnos -llámenme débil, tonta o ambas, pero el mohín que Michael me estaba mostrando hizo que terminara cediendo.

-Más tarde te respondo.

-¿Lo prometes?

-Sí. -en cuanto lo dije aplaudió y sonrió. Pero yo me sentía como si hubiera hecho un pacto con el diablo.

-No sabes lo que has hecho terremotito, ahora no te dejará en paz hasta tener su respuesta.

-Cachorro mío, ¿Desde cuando te has vuelto tan amargado? -me preguntaba lo mismo, este no era el Gael risueño de la ciudad, estaba serio y algo malhumorado.

-Desde que descubrí que otros lobos quieren matar a mi compañera. -dijo consiguiendo de sus padres la misma reacción que hace días consiguió de Laurie.

¿En serio eran tan importantes los compañeros para ellos?



Pocas pulgas    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora