Aysel
Estaba muy molesta, no solo molesta, también decepcionada. De todas las personas que pudieran darme la espalda o traicionarme, mi hermana era de quien menos lo esperaba y de quien más dolía.
Podía ser problemática e incluso darle a veces muchos dolores de cabeza, pero nunca hice algo tan grave como para que me devolviera a un lugar que ambas odiábamos, uno al que ninguna deseaba volver.Sé que dijo que solo lo había pensado, pero no marcaba diferencia, si lo pensó, es porque la idea ya estaba instalada. Ella no podía engañarme, me quería fuera de su fotografía de familia feliz, se había cansado de lidiar conmigo.
No sabía a donde ir, no quería ver a nadie. ¿Para qué? Para que trataran de decirme que no estaba pensando con la cabeza fría, que cuando me calmará lo veía de manera diferente, eso no sucedería.Podría llamar a Laurie, pero ella se pondría del lado de Carmen, no la conocía como yo, solo veía una parte de su personalidad, la parte buena. Tampoco llamaría a Cedric, él ponía la familia en primer lugar e intentaría defender a mi hermana.
¿Cómo podría confiar en ellos, o en cualquiera cuando no podía hacerlo ni en mi hermana?—Esto es una mierda — me quejé, dándome cuenta tarde de que muchas personas voltearon a ver mi exabrupto.
Perfecto, no solo tenía que sentirme miserablemente traicionada, ahora también debía morir de vergüenza, al tener a tantas personas mirándome como a una loca.
Volví a caminar molesta, no me quedaría para ser su espectáculo. No tenía idea de a donde demonios iría, solo llevaba dos horas lejos de casa y no había tomado casi nada conmigo. Tenía un poco de dinero en el bolso, pero no servía para huir, ni para eso servía.—¿Aysel? ¿Estas bien? — al sentir la mano en mi hombro voltee. Esto parecía una broma…
—Si algo faltaba para terminar de arruinar mi día es verte. ¿Qué quieres? —no estaba de humor y menos para él.
—¿Qué te sucede? Te vi y no te veías bien, decidí seguirte y hablarte, ahora compruebo que no me equivocaba. ¿Qué problema tienes?
—No creas que me conoces Pablo, nadie lo hace. Solo tengo un mal día, todos podemos tenerlo. ¿No crees?
—Has estado llorando, no trates de decirme que solo es un mal día, es más que evidente que se trata de algo más. Sé que ya no estamos juntos, pero puedes confiar en mi. —entonces algo cruzó por su mente, sea lo que sea, lo hizo fruncir el ceño. —¿Acaso ese niño con el que te vi tiene algo que ver?
—Claro que no, él sería incapaz. Cuando tú y yo terminamos, aún no lo conocía, así que te pido que lo dejes en paz. —Cedric no tenía la culpa de que las cosas con Pablo no funcionaran y era hora de que esté lo comprenda. A veces simplemente, no sucede.
—¿Entonces por qué siento que en cualquier momento vas a derrumbarte? —Tampoco debía exagerar, estaba mal, pero no me derrumbaría.
—Tampoco te pases. —respondí, negando a su idea absurda.
—Es lo que se ve.
—¿Necesitas algo? No tengo ganas de quedarme parada aquí como una estatua, hablando de algo que no entiendes y no te ayudaré a entender.
—No seas una perra Aysel, estoy preocupado.
—No te lo pedí. Pero de todas maneras me disculpo. —no tenía que ninguna culpa y en verdad me estaba comportando de mala manera.
—No tienes que guardarte las cosas, a veces un amigo es lo mejor. —¿Ahora era mi amigo? Tenía ganas de reír.
Él y su actitud “Estoy aquí para apoyarte, no te dejaré sola” era un último intento para atraerme hacía su telaraña de manipulación. Lo conocía tanto y él no lo notaba.
—Seguro siga tu consejo y busque un buen amigo. —Traté de pasarlo, pero tomó mi brazo impidiéndome seguir.
—Soy un buen amigo y un excelente consejero. ¿Por qué no confías en mi? —Rodé mis ojos, tratando de evitar decirle lo obvio, él no sería parcial.
—Sabes porque.
—El que nuestra relación no funcionará no quiere decir que no me preocupé por ti. —Vio el momento en que dude y supo aprovecharlo. —Ven, vamos por un café y me explicas bien tu problema.
Lo deje llevarme, a pesar de que sabía que era un error. No quería hablar con él, ni con nadie, solo quería estar sola. ¿Acaso era mucho pedir?
Lo dejé comprar dos cafés, pero no me sentaría junto a él en una mesa, prefería seguir caminando. Y eso hicimos.Mientras bebí, dejándome llevar por el delicioso aroma entre terroso e intenso del café, él comenzó nuevamente a hacerme preguntas.
—¿Con quien es el problema Aysel?
—Con mi hermana. —Tomé un sorbo antes de continuar — Al parecer quiere que me vaya, se cansó de cargar conmigo y tiene razón, solo le he dado problemas.
Volví a beber, pero esta vez un sorbo más largo, con la intención de no ceder ante las lágrimas que amenazaban en caer.
Yo no era alguien débil y no quería empezar a serlo ahora, es solo que me sentía sola. Por primera vez en mi vida, me sentía sola.Siempre había tenido a mi hermana, apoyándome a estudiar, a cumplir mis sueños, sabía que aunque muchos me olvidaran, ella estaría ahí para mi. Pero ahora… ahora era como si me encontrara a la deriva sin saber que hacer.
—No lo creo, por la forma en que siempre hablas de tu relación con ella, sé que no sucederá. Pueden haberse enojado y decir palabras que en verdad no pensaban, pero todo es por el momento de enojo. —y ahí estaba el problema, estábamos teniendo una conversación tranquila, no peleando.
—No esta vez Pablo, siento que en verdad es diferente.
—Entonces tendrás que buscar tu camino, apoyándote en tus amigos y en quienes queremos verte bien. —volví a salir de mi trance cuando sentí su mano en mi cintura. ¿Es qué no me entendía?
—¿Tenías que arruinarlo? Te lo dije Pablo, no me interesas, estoy con alguien más. ¿Por qué simplemente no te rindes? —pregunté, apoyando mi mano en su hombro.
Fue bueno al principio, pero luego lo nuestro no funcionó y debía entenderlo, ya que si no lo hacía lo desterraría de mi vida como a mis demás ex.
—¿Y dónde esta cuando lo necesitas? Estas sola, porque no lo veo aquí.
—No lo necesito como guardaespaldas o terapeuta, es mi pareja y con eso me hace muy bien. —y lo hacía, Cedric me hacía olvidar los problemas, cuando no insistía en divulgar nuestro vinculo.
Empecé a sentir el aroma familiar a cerezas que siempre me hacia bien y estaba lista para voltear, pero el brazo de Pablo lo impidió.
Lo que hizo no lo esperé, por esa razón no lo pude detener a tiempo. Pero ahora sabía que este imbécil se había atrevido a besarme y que Cedric estaba observándonos.¡Lo iba a matar!
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Pocas pulgas
WerewolfLibertad... Laurie Adams había ansiado llegar a la ciudad desde pequeña. Las cortas escapadas que hacia junto a sus padres para visitar a sus abuelos, no eran suficientes para satisfacerla. Pero ahora con dieciocho años recién cumplidos y lista para...