Laurie
—¿Esto les causa tanta molestia? Yo lo veo un bar como cualquier otro. —expresó Cedric, con una malvada sonrisa.
La noche estaba dándose de manera muy tranquila, gracias a todos los santos, pero aún así no sabía que esperar.
Esta noche Christa, al parecer, estaba decidida a lucirse y mi amigo aquí, parecía una mosca volando directamente a la telaraña de esa viuda negra.—Ya ves, así que si tan normal te parece, ayúdame a convencer a esos tozudos.
—Tú eres la mayor tozuda que conozco, pero no creo que hables de ti, así que supongo que te refieres a tus padres y a los demás. —lo miré evaluando su estado de ebriedad, pero no parecía estar ebrio, solo feliz.
—¿Por qué estas tan feliz hoy? Ayer estabas melancólico y hoy eres alguien totalmente nuevo. ¿Paso algo y no me entere?
Dentro de mi empezó a crecer una chispa de esperanza, quizás hubiera encontrado a su compañera. Ese pensamiento no solo me provocaba esperanza, sino también terror, ¿Y si lo rechazaba?.
No quería pensar en ello, quería pensar que Cedric era lo suficientemente inteligente como para no rendirse por algo así, conocía a este chico, nunca se daba por vencido y esperaba que no decidiera comenzar ahora.—He decidido disfrutar mi última noche en la ciudad, mañana volveré con Ben y Summer. —no habían logrado convencerlos de no mudarse, por un tiempo esto sería una decisión cerrada. —Me quedaré un mes en la manada, pero volveré listo para todo lo que me espera aquí. Incluso podría conseguir un trabajo ¿Crees que tu novio me contrataría?
Detrás de él vi caminar a Beau, luciendo tan seguro de si mismo, tan varonil. Lo vi pasar su mano por su cabello, perfectamente peinado hacía atrás y mi cabeza cayó a un costado.
No me sorprendería si me dijeran que en estos momentos tenía la mayor cara de boba en el mundo entero.—Por tu rostro puedo decir que esta viniendo hacia nosotros. Como diría tu padre, hablando del diablo…—entonces su rostro se dividió con una enorme sonrisa, a la que le siguieron un par de grandes carcajadas. —¿No es irónico? Él es el diablo y estamos en infierno, Laurie esto solo a ti puede pasarte.
Muy a mi pesar, no pude evitar reírme, era bueno verlo de tan buen humor. Nunca lo iba a admitir, pero de todos mis primos, Cedric era mi favorito. Podría ser el hecho de que nos criamos como hermanos, o el que compartiéramos muchos de nuestros pensamientos. No importaba en realidad, él era como mi debilidad.
—Si ese fue un chiste, fue terrible.
—No mientas, acabas de reírte. Además fuera de cualquier broma, es la verdad, es el diablo aquí y tú, una diablesa.
—Eres un idiota. —rodé mis ojos divertida, antes de sentir como el olor a romero me invadía y unos fuertes brazos, muy conocidos, me llevaban hacía él.
Desde que ellos llegaron no hemos tenido mucho tiempo para estar solos, siempre había alguien conmigo, pero por suerte eso mañana cambiaría.
—¿Cómo estas pasándola Cedric? —a pesar de decirme que no era muy sociable, Beau estaba haciendo un gran esfuerzo para llevarse bien con él.
—Muy bien, disfrutando el espectáculo. —volvió su mirada hacia Christa, quien ahora descendía del tubo, con las piernas formando un cuatro. —Creí que sería diferente, pero es un ambiente bastante tranquilo.
—Esa es la idea, tratamos de mantener el lugar lo más tranquilo posible para las chicas y para los clientes. —se quedo pensando unos momentos, mientras una de sus manos acariciaba mi brazo. —No sé como sería este lugar en el pasado, cuando sus padres lo frecuentaron, pero he trabajado duro desde que empecé a trabajar aquí para mejorar todo y sé que aún me queda mucho por hacer.
—Ellos cambiaran de opinión, no es nada contra ti o contra tu padre, lo que les molesto fue saber que Laurie se había emparejado. Puede que tomaras a broma las palabras de Michael, pero te ven como el mismo Aladino—no pudo evitar la sonrisa al escuchar el gruñido de Beau. — Eres como el ladrón, llevándote a su princesita y de cierta manera la corrompes con un mundo nuevo para ella. —con sus manos hizo un gesto hacía el lugar. —La traes del pequeño paraíso que han creado para ella, al infierno y mírala, esta feliz de quemarse.
—¡Cedric! —traté de regañarlo, pero era imposible que se viera real cuando no podía dejar de sonreír.
Seguímos hablando unos minutos más, antes de que volviera a trabajar, no podía pasarme todo el tiempo conversando. Al menos, los clientes estaban siendo agradables, ninguno con intensión de molestar o generar alguna discusión.
Continué sirviendo, sonriendo cada tanto hacia Cedric y llegando a robar uno o dos besos de Beau, cada vez que podía. La verdad es que comenzaba a relajarme, o eso creí hasta que vi entrar por la puerta a mis padres.No confiaba en mis propios ojos, pestañee un par de veces y los froté, tratando de cambiar la visión, pero ellos seguían allí, mirando hacia los lados.
Sin poder evitarlo, deje que mis piernas me llevaran hacía ellos, tenía que saber que rayos hacían aquí y evitar cualquier problema que intentaran ocasionar.—¿Mamá, papá? ¿Qué hacen aquí? Por favor díganme que no han venido a armar un problema, estoy trabajando. —rogaría si así supiera que no intentarían hacer que me despidieran o que mi compañero me abandoné.
—No te preocupes cariño, solo estamos aquí para comprobar que todo esta bien. Entendimos que debemos darte un voto de confianza y por eso vinimos. —abracé a mi madre, por fin lo entendía.
—Y tú papá ¿Qué piensas?
—Sigue sin gustarme la idea, pero es cierto que ya creciste y debo dejarte tomar tus propias decisiones. No nos quedaremos mucho por aquí, pero me gustaría que mañana pudieras cenar con nosotros. —Tras un codazo de mi madre, rodó los ojos y suspiró. —Bueno tú y tu compañero.
No me importo la forma amarga en que lo dijo, sino el gran paso que estaba dando. Comprendía lo difícil que era para él soltarme, pero lo estaba haciendo y no podía hacerme más feliz. No solo por empezar a verme como una adulta y no la niña que esperaba que siempre fuera, sino porque también comenzaba a aceptar a Beau. Aunque con mayor reticencia.
—Claro que sí, ahora tomen asiento, les traeré algo para beber. —volteé, solo para chocar con Cedric.
—No me quedaré sentado allí solo, cuando mis tíos están aquí. ¿Cuándo llegaron? —Me tranquilicé al ver su guiñó, él los mantendría tranquilos.
Asentí, antes de caminar hacía la barra y pedir un chupito, que no tarde en beber. No tenía que caer en el miedo, todo estaría bien.
Al dejar el vaso en la barra, la expresión de Carmen debió advertirme, pero no fui tan rápida, sino hasta que Beau me tomo de la mano y me guio hacia la oficina.—¿Nuevas visitas pececito? —preguntó acorralándome entre la puerta y sus brazos.
—Sí, deberás portarte bien para lograr convencer a mi padre. Lo malo es que aún no podremos volver a dormir juntos.
—Se me ocurrirá algo, tal vez pueda secuestrarte. —sugirió besando mi cuello.
—Solo si quieres que mi padre te mate—acaricié su nuca, sintiendo como su cabello picaba en mis manos.
—Valdría la pena. —y sí que lo valdría.
—Ya deja eso, mañana tenemos una cena con ellos. ¿Crees que podremos llegar un poco tarde?
—Tranquila, yo me encargare de ello. —terminó besándome, un beso que me demostraba lo mucho que me deseaba.
Solo serían unos días y luego solo seriamos él y yo.
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Pocas pulgas
WerewolfLibertad... Laurie Adams había ansiado llegar a la ciudad desde pequeña. Las cortas escapadas que hacia junto a sus padres para visitar a sus abuelos, no eran suficientes para satisfacerla. Pero ahora con dieciocho años recién cumplidos y lista para...