Aysel
Las cosas no salían como estaba esperando…
A pesar de mi determinación, acercarme a Cedric no resultaba para nada sencillo. Podíamos compartir algunas clases, pero él se mantenía distante, evitando mi mirada a como diera lugar. No solo eso, sino que ni siquiera podía pensar en la idea de abordarlo, puesto que no podía irse más rápido de lo que lo hacía. Estaba completamente segura de que si un maldito entrenador de atletismo lo viera, estaría inscribiéndolo en algún tipo de maratón.Había dejado un par de mensajes casuales en su teléfono, nada comprometedor, algunos como “Espero que estés bien” “Me alegro que tu mamá recibiera el alta” “Me gustaría que pudiéramos hablar” , pero no había recibido respuesta, lo que comenzaba a deprimirme.
La parte masoquista de mi, me decía que él me había olvidado y pasado pagina. Esa misma parte no dejaba de gritarme, con su horrible voz, que me lo merecía y estaba de acuerdo.Mi único salvavidas de esperanza, eran mi hermana y Laurie, quienes seguían diciéndome que no estaba todo perdido y que solo necesitábamos tiempo.
Tiempo, tiempo, maldito tiempo… ya estaba harta de eso, quería hechos y los quería ya.Es por eso que había decidido que de hoy no pasaría, estaba lista para enfrentarlo. Hoy no lo dejaría escapar.
Cuando la clase acabo, corrí detrás de él, alcanzándolo cerca de su auto.—¡Detente! —Ordené, tomando una bocanada de aire.
Él sabía que venía tras él, por eso mismo había apresurado su maldito paso, haciéndome casi correr.
Entendía que no quería escucharme, no era tonta, pero ya me había cansado de sufrir.Lo vi detenerse, pero no giró, no quería mirarme. No importaba, al menos me escucharía y era un pequeño avance.
—Lo siento, me equivoque al cerrarme a lo nuestro. Estos días comprendí que a pesar de haberte dado una oportunidad, no me estaba entregando, seguía creando barreras a mi alrededor y en vez de protegerte dentro conmigo, te dejaba afuera. He estado pensado hasta la locura, como hacer que me perdones, pero cada idea me parece más ridícula que la anterior. Te extraño…
—No lo hagas Aysel, tú misma lo dices, no estas lista y quiero que cuando vengas a mi sea convencida y no solo por la atracción.
—¡Estoy convencida! — lo estaba, lo estuve desde que me dejo.
—No lo estas. Me quieres de regreso, es en eso en lo que has pensado, pero no creo que consideraras todo. ¿Pensaste en qué harás si volvemos? Me lastiman muchas de tus actitudes y no quiero regresar y repetir los errores. Yo si he pensado en que sucederá si regresamos y sé que ya no cederé tanto Aysel, te amo, pero no voy a dejarte pisotearme. Quieres estar conmigo, vamos a ser cincuenta y cincuenta, porque si uno rema para un lado y el otro para otro, el barco se va para cualquier lado.
—No quiero eso… — dije con apenas un hilo de voz.
—Yo tampoco rayita, por eso necesito que pienses en lo que quieres para ti y en lo que quieres para una relación. —Pasó una mano por su ya despeinado cabello y maldijo. No sabía que había sucedido, pero parecía molesto. — No imaginas lo duro que estoy resistiéndome a las ganas de besarte, pero no lo haré, no hasta que vea que en verdad te importo.
Luego de decir eso, simplemente subió a su auto y no me dedico ni una mirada antes de irse.
Esto cada vez parecía ponerse más difícil. Quería decirle que sabía lo que quería, pero no encontraba mi voz, me sentía tímida y asustada.—¿Siguen los problemas Aysel? —respiré profundo, no iba a dejar que siguiera metiéndose conmigo. Decidí que ignorarlo era lo mejor, por lo que intenté evadirlo, sin éxito. — Debemos hablar, es hora de aclarar las cosas entre ambos.
—No hay nada que tengamos que aclarar, yo no quiero volver a saber de ti. —nuevamente traté de seguir, pero él tomó mi brazo.
—Tenemos que hablar.
—No, no tenemos. No vueltas a agarrarme de esta manera Pablo, o no dudaré en romper tu maldito brazo.
Podía hacerlo y no usaría mucha fuerza, pero eso me traería problemas. Tal vez eso debería suceder, me había equivocado y tarde o temprano hay que pagar los errores.
—No debería hacerlo si cooperaras.
—Entiende que no quiero hablar contigo, ya déjame en paz.
—Deja de comportarte como una niña Aysel, no lo eras cuando no parabas de provocarme.
—¡Suéltame! ¡Ya déjame tranquila imbécil, entiende que no quiero nada contigo! —estallé, atrayendo la atención de varios alumnos que caminaban por allí.
—Deja de gritar maldita sea. ¿No te das cuenta que nos meterás a ambos en problemas? —dijo con los dientes apretados.
—¡Que me sueltes! —forcejee una vez más, hasta que dos chicos se acercaron, probablemente a ayudarme.
—Ya déjala. — advirtió uno, parándose en medio de ambos.
—No se metan en esto, es una conversación de dos. ¿No es así Aysel?
—Yo no quiero hablar contigo. —continué negando. Ya había sido más que clara, no entendía por qué seguía insistiendo, era hora que diera un paso al costado.
El gran revuelo, que comenzó como un simple intercambio, ahora tenía un gran número de gente mirando. Era consciente que con cada palabra, mi futuro estudiando aquí se escapaba, pero tenía que enfrentarlo.
Pagaría las consecuencias de mis actos, había sido tonta y ahora lo veía claramente. Tanto que luché por no perder esto, sacrifiqué mi relación y ahora no me importaba, si servía para alejar a Pablo de una vez por todas y demostrarle a todos, donde estaba mi verdadero interés.—¿Qué esta sucediendo aquí? —volteé hacia el director, preparada para que su guadaña cayera en mi cuello.
—Él estaba atacando a la chica. —se apresuró a explicar uno de los chicos que me ayudaron.
—Vengan conmigo. —asentí, antes de mirar a Pablo. Él a diferencia de mi estaba preocupado.
Era extraño, hace días hubiera enloquecido y ahora estaba relajada. Estaba cambiando, estaba lista para hacerlo.
¿Qué diría mi hermana cuando sepa que mi futuro se fue a la basura? Si me preguntaba, mi respuesta sería que podía esperar, no debía tomarme todo de manera tan extrema. Después de todo era joven y tenía tiempo.Como dije en capítulos atrás, la próxima historia es de Samara, la hija de Sophie y Logan. ¿Cómo se imaginan a esta lobita? ¿Quién creen que será su compañero, alguien nuevo o conocido?
Veamos si adivinan😅❤
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Pocas pulgas
WerewolfLibertad... Laurie Adams había ansiado llegar a la ciudad desde pequeña. Las cortas escapadas que hacia junto a sus padres para visitar a sus abuelos, no eran suficientes para satisfacerla. Pero ahora con dieciocho años recién cumplidos y lista para...