Capítulo 13

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Laurie


¿Quién demonios se creía ese grandísimo imbécil? ¿Cómo si fuera a sentirme intimidada por él? ¿Por qué lo haría? ¿Solo porque es mi compañero? Claro que no, que se siente y espere a que eso suceda.
Ni mi padre me había hecho marca personal de esta manera, ya era exagerado e innecesario. Si alguien trataba de atacarme no dudaría en destrozarlo.

Bueno, claro que él no lo sabe, ¿Cómo si quiera sospecharía que dentro de mi se esconde una loba? Y no una en el sentido en el que él quisiera, ya conocía su mente sucia, sino una de verdad, peligrosa y decidida.
Tan decidida estaba, que mi loba no resistía seguir alejada de su compañero. Fue él quien hablo de jugar al gato y al ratón, pero yo hablaba de jugar a las atrapadas y ese hombre no escaparía hoy de mi.

—Te ves un poco aterradora ¿Qué anda rondando por esa loca cabecita? —preguntó Carmen, dejando los tres Cosmopolitan, sobre la barra.

—En que hoy me llevará a casa Beau, no sabe lo que le espera. Si hasta ahora la paso mal, viéndole coquetear con todos, terminará completamente fuera de sí. —respondí, planificando una maldad, él vería sí o sí, lo que se pierde.

—Ten cuidado, no vaya a ser que luego salga mal y termines por perder lo que tanto te costo avanzar.

Sabía que existía la posibilidad de que todo saliera mal, pero ya estaba cansada, él enserio torturaba mis nervios. Había momentos en los cuales parecía que nos estábamos acercando y otros donde él parecía poner una barrera imposible de cruzar.
Desearía tener el poder de leer su mente, saber que rayos quiere de mi, si es que quiere algo, porque con Beau King, nunca se sabe.  Tal vez lo único que quiere de mi es sexo y no estoy en contra, pero quiero más, no solo eso.

—Mejor le llevo estos a las chicas de la cinco, antes de que empiecen a quejarse. —le di una sonrisa amable y caminé más allá del río de gente, para entregar las bebidas.

Pasé el resto del turno con la misma actitud con la que había llegado, ignorando las miradas molestas de Beau y las lujuriosas de un par de degenerados.
No lo entendía, ¿Por qué se molestaba tanto, si solo estaba atraído? No era como si pudiera olerme como su compañera, volviéndose loco con ese maldito olor a donde quiera que vaya, recordándose a cada momento que no podía decirme nada por miedo a que lo tilde como un demente o algo peor.

Cuando finalmente la hora de la salida llegó, mis nervios estaban absolutamente disparados. Tenia claro lo que quería hacer, pero no sabía si lo lograría, quizás me acobardaría antes de empezar.

—¿Lista pececito? —pregunto girando la llave de su auto en sus dedos.

—¿Tengo otra opción? Por cierto, ¿Qué sucederá con mi auto?

—Mañana te traigo y luego vuelves en él, pero hoy, luego de todo lo que sucedió, estas viajando conmigo.

—Bueno apúrate, estoy cansada y el saber que viajaré contigo ya me da arcadas.

—¿Qué te dije de engañarte a ti misma Laurie? —no me engañaba, sabía que me encantaba la idea. Pero la verdad, quería engañarlo a él.

—Que no funcionaría, pero no trato de engañarme, enserio no lo hago.

—¿Entonces buscas engañarme a mi? — Sí.

—¿Para que haría algo así? ¿Qué ganaría con ello?

—Volverme malditamente loco, intentar ponerme celoso y querer arrancarle los ojos a todo el que te mire. — la sorpresa explotó en mi al escuchar eso, entonces no le pasaba tan desaperciba. Al contrario, no eran impresiones mías, estuvo controlándome.

—¿Entonces te vuelvo loco?

—Dije que eso es lo que intentas, no te confundas pececito, yo no nado en esas aguas. —puse mis ojos en blanco, cansada de escucharlo.

Él era una contradicción andante, primero te dice sí y luego no, y por mi parte, era una completa masoquista, prestándome a su maldito juego psicológico.
Si hasta ahora tenía alguna duda de lo que haría, acababa de pisotearlas, dándome la respuesta.

Preferí ignorarlo luego de eso, pensando en mis pasos a seguir. Tenía que verme segura, decidida y jodidamente apasionada. Y aunque sabía que podía hacerlo, no podía dejar de darme motivación mental.
Él se lo merecía, ya abusaba de mi debilidad, ahora era mi turno.
Diosa, perdóname por lo que haré, pero me lo complicaste, me mandaste a un verdadero imbécil arrogante.

—¿En que piensas? Vas muy callada, algo raro en ti. —giré mi mirada, ladeando un poco la cabeza.

—Pensaba en Jase. — respondí volviendo a mentir.

—¿Quién es Jase? —mi pequeño hermano.

—No te importa, ¿Ahora debo decirte quien es cada persona que nombro? Ni mi padre es tan borde como tú, y créeme que es celoso. —eso era el eufemismo del año, no solo era celoso, él junto a mi madre, mi padrino y mi tía Summer, era los reyes del control a sus hijos. Y ni siquiera hablaría de mi tío Ben, él sin dudas tenia el titulo indiscutido.

—No me importa en realidad, solo trato de empezar una conversación—apreté mis dientes con fuerza, ignorando las ganas de informarle hasta la causa de su futura muerte. —Y entonces ¿Quién es ese Jase?

—No hablaré contigo, es más no existes.

—Estas siendo inmadura. —continué en silencio, sacando mi teléfono y respondiendo unos rápidos mensajes de Aryeh.

Al ver que no le respondería, encendió la radio y continuó el resto del camino imitando mi “inmadura” actitud.
Pero ¿Qué esperaba? ¿Qué le cuente mi vida completa? Claro, pero cuando sepa que me quiere bien.

—Llegamos pececito, ¿Has visto que no soy un ogro? Aquí estas, sana y salva.

—Lo que digas. —abrí la puerta del copiloto, mientras el abría la del conductor y salía, alcanzándome en la puerta de entrada del edificio.

—Ahora directo a la cama…—no lo dejaría terminar, sabía lo que seguía, pero ya había dicho lo que necesitaba.

—¿A la tuya o a la mía?

—No sigas provocándome Laurie, no soy un caballero y ya te he confesado en reiteradas ocasiones mi atracción hacia ti.

—Estoy dándote el permiso de demostrarme de que estas hecho Beau, claro, si funcionas en verdad.

—¿Estas segura? ¿Enserio quieres jugar con el lobo? —no pude evitar reírme, no sería exactamente yo quien jugaría con un lobo…

—No me asustan los lobos, Beau, he crecido entre ellos. La pregunta correcta es ¿Crees que podrás manejar a una verdadera loba?

Cuando vi el brillo que se apodero de sus ojos, lo tomé como mi respuesta y no dude ni un minuto más en acercarme y besarlo.
Veremos cuanto aguantas querido compañero… esta noche sin dudas me divertiría, pero él, no creo que lo haga.




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