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Gael





Veía a Rubí interactuar con todos, como si se conocieran de toda la vida y no podía evitar sentirme feliz de que sea así. Estas personas eran amigos, familia y siempre estaban preparados para apoyar al otro cuando esté lo necesitará.
Faltaban algunos, pero sé que pronto podríamos volver a estar todos juntos como antes, incluso mejor, ya que ahora éramos más.

—Es bastante arriesgado en algunas ocasiones, ¿Qué puedo decir? Al parecer me gusta mucho el peligro y a veces tardo en darme cuenta de las cosas. —Rubí conversaba con Tracy y Robert, mientras yo me encontraba a su lado, acariciando su hombro con mi pulgar. —Lorenzo siempre trata de convencerme de no hacer algo, que terminamos haciendo de todos modos, porque también soy terca y no pienso cambiar. Pero es que al principio encuentras el misterio, lo investigas y al final sientes esa sensación hermosamente gratificante al terminarla.

—Como tener un orgasmo sin el sexo. —acoté, notando que aunque para ella sonaba emocionada, le quitaba lo divertido.

—Exacto, diría que no tan sucio, pero encuentras tanta mugre en la que escarbar.

—¿Siempre son tan violentos como en esta última ocasión? —preguntó Robert, mientras llevaba una botella de cerveza a su boca.

—De hecho no, para nada. No voy a negar que recibo tantas amenazas, como buenos días, pero nunca me acosaron de esta manera. —Rubí fingió un escalofrió, antes de sonreír. —Ustedes los lobos son muy intensos.

—¿Entonces si fueron lobos? Cedric mencionó algo, pero como siempre tiende a agrandar todo, creí que exageraba.

—Los vio transformarse, por lo que se sintieron intimidados con la idea de ser expuestos y tomaron las cosas en sus manos. —decidí responder, una cosa es que ella hablara de esto frente a los chicos y otra que lo hiciera frente a Robert.

—¿Expuestos? —preguntó alzando una ceja.

—Iba a escribir una investigación sobre ustedes, en mi mente los vi como la cura a muchas enfermedades. —Al ver mi expresión, ella suspiró y se cruzo de brazos— En serio Gael, deberías dejar de poner esa cara cada vez que digo que iba a hacer, me dijiste que ellos son tu familia y si no puedo hablar abiertamente con ellos, ¿Entonces con quien?

Eso provocó que Tracy estallará en carcajadas, mientras Robert reía entre dientes. Era bueno que ellos lo consideraran divertido, a diferencia de mi.

—Ella tiene razón, nada paso y no creo que lo escriba ahora. Así que deja de quejarte Gael, tú siempre fuiste mucho más imprudente. ¿O debo recordar tus travesuras? —de Tracy no me sorprendería, ella era completamente capaz.

—No creo que…—comencé a decir, para ser interrumpido por mi compañera.

—O quiero escucharlo todo, necesito material para burlarme.

Tenia tantas razones para que no hablaran de ello, sobretodo porque Tracy conocía mejor que nadie esas historias. Desde pequeños con Uriel habíamos sido demasiado unidos, y los dos junto a Aryeh, nos caracterizábamos por ser una amenaza.
Eso claro que luego había cambiado, ya que él y mi hermano desarrollaron un carácter serio y controlado.

Pero como siempre dicen, cuando hablas del diablo, este aparece y cuando mi teléfono comenzó a sonar, su nombre era el que aparecía una y otra vez en la pantalla.
Me alejé un poco de los demás, dejándolos hablar de la vez que nos desnudamos en la escuela y terminamos suspendidos, castigados e incomunicados por una semana.

—¿Qué pasa Uri? —pregunté deseando que Rubí comprendiera que en ese entonces solo tenía diez malditos años.

—¿Qué pasa? ¿Estas bromeando conmigo idiota? No puedo creer que convencieras a Rubí de hacer semejante locura. —gruñó y aunque aquí la música sonaba bastante fuerte, debí alejar el aparato de mi oído para no quedarme sordo.

—Primero tranquilízate y luego dime qué sucedió.

—Acabo de hablar con Ángela, la jefa de tu compañera, quien estaba hecha una fiera. Al parecer Rubí renunció y no le dio ninguna advertencia y no completó la última investigación.

No sabía que mi terremotito había hecho tal cosa, sin embargo no podía decir que eso me molestaba.
Era una decisión algo drástica, pero imagino que tendrá sus razones para tomarla. Esta vez era completamente inocente, no tenía nada que ver ahí.

—Esta vez en verdad no sabía nada Uriel, me acabas de tomar totalmente por sorpresa. No voy a mentirte, ya que no soy un jodido hipócrita, estoy tan feliz de que haya tomado esa decisión, pero de todas maneras deberá decirme porque no me lo contó.

—Creo que no entiendes lo que eso significa, estoy recibiendo sus malditas llamadas desde la tarde, no tengo tiempo para esto, estoy organizando la seguridad de tres nuevos clientes y haciendo de niñera de este idiota amigo de Rubí. Así que hazla llamar a su jefa y que me deje jodidamente en paz. —en el fondo pude escuchar la voz del otro hombre, quejándose por ser llamado así. —Lo que digas, solo déjame hablar, ten un poco de maldito respeto.

Al parecer sus personalidades no parecían encajar muy bien, aunque era extraño que Uriel encajara con alguien de un día para otro.

—Tranquilo, yo hablaré con Rubí y lo solucionaremos. Pero ya que estamos en esto, ¿Cómo te llevas con Lorenzo?

—Terrible. —escuché como cerraba una puerta detrás de si, antes de decirme. —Luego de ti, es la persona más insoportable que conozco.

—No exageres, estoy seguro de que no es tan malo.

—El trajo consigo un bebé, tiene en mi casa a un maldito bebé que no deja de llorar y ensuciarse.

—Rubí nunca habló de un bebé. —incluso mencionó que con su trabajo era raro que ambos pudieran conseguir tener una relación estable y que la sola idea de tener un hijo, significaba una locura.

—Al parecer se olvido de mencionarte muchas cosas. Solo te pido que arregles esta mierda, antes de que pierda la maldita paciencia.

—Lo haré.

—Y por cierto, saluda a mis padres. —con eso terminó la llamada.

Y cuando creía que mis problemas finalmente se habían acabado, ahí va mi compañera y me demuestra cuan equivocado estoy.



Pocas pulgas    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora