La escuela siempre me había parecido una especie de jungla salvaje (y no porque algunos de mis compañeros se comportaran como simios aunque sí lo hacían), principalmente porque todo se trataba de sobrevivir a cualquier costo. En ese aspecto yo no estaba haciendo un buen trabajo: en el primer día de escuela se me ocurrió que era una buena idea decir en mi presentación “Me llamo James. Tengo 16. Los deportes no son lo mío, me gustan los gatos, mi cantante favorita es Taylor Swift, las chicas definitivamente no me gustan... y no tengo un color favorito”.
Era como una invitación al bullying y se suponía que sólo debía decir lo de los gatos, no lo de que soy gay.
Debía estar drogado con Froot Loops o algo así porque no lo pensé, sólo lo dije.
Mi tía Beatriz tenía razón: Yo no era tan listo como parecía.
Aunque tampoco quería darle demasiado crédito a mi tía, ella creía que los gays del mundo necesitaban un exorcismo porque debían tener alguna especie de demonio adentro.Las consecuencias de ese error no podían ser otras: todos se alejaron y muchos rumores empezaron a esparcirse como si fueran enfermedades mortales (diría que como gonorrea pero eso ya se esparcía en esa escuela incluso antes de que yo llegara).
Así me encontré completamente solo siendo que en la secundaria tenía algunos amigos. No era precisamente popular pero al menos la gente no evitaba tocarme.
Lo único bueno de eso era que vivir sabiendo que todos entendían quién era yo no estaba tan mal. Al menos era honesto. Y pensado desde esa forma, hasta me hacían un favor los que se alejaban de mí. No necesitaba gente falsa en mi vida, mi tías religiosa ya ocupaban ese espacio.Pero los rumores aumentaban. Los más populares eran los siguientes:
1. Decía que me había acostado con cincuenta hombres. Completamente falso, era virgen. Siempre supe que no me gustaban las chicas pero tampoco era como si fuera a saltar a los brazos del primer hombre que se me acercara. Es más, nunca le había hablando a algún chico con pretenciones románticas, me daba miedo.
2. Me dedicaba a la prostitución y por eso tenía cosas bonitas. Algunos compañeros de la escuela sí eran como simios porque al parecer la palabra “ahorro” no existía y todo el dinero de alguien debía salir de una fuente ilegal.
3. Si los tocaba los contagiaba del “homovirus”. ¿En serio? ¿Habiendo tantas enfermedades de transmisión sexual en esa escuela les importaba más que yo pudiera volverlos gays?Intenté ignorar todo eso aunque no podía porque siempre había por ahí un chico queriendo hacerse el gracioso y no existía nada más divertido que molestar al chico gay.
Los profesores no sabían cómo debían manejar la situación (incluso uno me aplicó lo que siempre me decían mis tías, el clásico “¿Has intentado ser menos gay?”) y como yo no planeaba dejarme pisotear por toda la escuela, decidí que ya era suficiente.Empecé a ignorar a todo el mundo, a pretender que nada me interesaba y aunque seguían atacándome (y era terriblemente doloroso) yo fingía que nada podía lastimarme.
Tampoco desmentí o afirmé nada (por lo que había gente que creía que yo no era gay sino que eran sólo rumores). No necesitaba hacer eso más grande. Así que sólo usaba toda mi fuerza de voluntad con eso hasta que llegaba a mi casa y me arrojaba a mi cama de forma dramática para llorar como princesa de Disney.
Total, algunos ya me creían una princesa, qué más importaba.Mi primer mes fue duro. Una señora cambió a su hijo de escuela sólo por mí (no mentiré, me gustó tener ese tipo de poder en las personas).
Y todo parecía ir mal en esa dirección hasta que Laura llegó a mí.Era bonita, inteligente, amable pero sobre todo, respetuosa. Los maestros siempre le decían a los estudiantes que debían "Tolerarme" cuando lo que yo quería era un poco de respeto. Nada más. Ella se acercó a mí cuando descubrió que me gusta la música de Taylor Swift. No era como si no nos hubiésemos hablado antes, pero tampoco éramos muy unidos. Luego de eso, hablamos por horas sobre muchas cosas. Y cuando menos me di cuenta, ya tenía una amiga.
Sobrellevar las cosas con alguien más era un poco más fácil. Ella no temía confrontar a los demás, incluso a los populares.
En realidad ese era mi problema principal: los populares. Los demás le seguían el juego a la gente así. Y como estaban en grupo era intimidante enfrentarlos.Un día me encontré con uno de esos chicos populares en la biblioteca. Nuestros hombros se impactaron ya que yo entré deprisa. Me quedé mirándolo como tonto y no era para menos: se trataba de Evan, el chico más hermoso, más rubio y por lo tanto más idiota que mis ojos habían visto. Solía burlarse de mí con sus demás amigos siempre y aunque yo no lo conocía sabía de él gracias a los rumores. Decían que había logrado pasar de año gracias a su “relación” con una profesora.
— Fíjate, niño— me dijo—. Vivo de mi cuerpo, si me dañas arruinas el negocio.
— Lo siento— dije. Y esperé la broma. Porque todo parecía adecuado para que respondiera algo predecible como "tú tienes que saber de eso, eres prostituto" o algo así.
— ¿Qué miras?— dijo, estábamos esperando al bibliotecario.
— A que digas algo tonto y te rías de eso, como siempre— contesté un poco nervioso pero no tan intimidado porque él estaba solo.
— No, hoy no. No hay nadie cerca que escuche lo que diga. Si miras a tu alrededor, estamos solos— dijo amigablemente.
— ¿Eso significa que sólo te burlas para que los demás te escuchen y te acepten?— pensé en lo absurdo que eso sonaba.
— No exactamente pero me gusta tener amigos. Así que no lo tomes personal, niñito, no tengo nada contra ti— dijo y le dio dos palmaditas a mi espalda antes de salir del lugar.¿Qué había pasado? ¿En verdad él dijo que me molestaba sólo por tener amigos? ¿Qué tan tonto era eso? ¿Y quién era más tonto, el que me odiaba por gay o el que me odiaba por seguirle el juego a los demás?
Yo no lo sabía pero ese sería sólo mi primer encuentro con Evan. Porque al igual que yo, él no era lo que todos pensaban.

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Rumores De Pasillo
RomantizmJimi se declaró abiertamente gay en la escuela y empezaron a molestarlo por eso. Evan, un rubio popular que también lo molestaba, resultó sólo hacerlo porque los demás lo hacían... pero realmente guardaba un secreto: le agradaba Jimi. Mucho. Más de...