308. ¡Heda!

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¡Heda! ¡Heda! —clamaban algunas voces mientras Lexa caminaba con paso firme entre las calles de Polis, la noticia de su embarazo había corrido como el agua por un torrente y todos se sentían bendecidos ante la buena nueva.

—¡Heda! —se acercó una mujer junto a su hijo pequeño separándose de su puesto en el mercado—. ¡Acepta este humilde presente, por favor! ¡Tu presencia aquí nos honra! —inclinó la cabeza la mujer ofreciéndole una pequeña y suave mantita de piel de su puesto de la mejor calidad de la que disponía.

Otro de los hombres del puesto cercano le acercó unas pequeñas botitas de piel curtida hacía tan solo unas pocas lunas ofreciéndosela como ofrenda.

—¡Bendiciones para tu heredero, Heda!

Luna que vio como Lexa inclinaba la cabeza con aprecio tomando los regalos entre sus manos y como la gente de Polis trataba de curiosear y ver a la gran Comandante de la Sangre en persona se acercó a ella viendo a los guardias escoltarla manteniendo a sus súbditos a raya.

—Lexa, deberíamos apremiar si queremos llegar a nuestro destino a tiempo —le recordó suavemente ella no queriendo apartarla de sus tareas.

Lexa que recordó el verdadero motivo por el que había abandonado la Torre la miró y asintió abriéndose paso con su guardia entre las calles para dirigirse al sagrado lugar del bosque donde aguardaba el gran árbol que albergaba la consagrada tumba de Becca Pramheda. Se había propuesto devolverle el brío, el significado y el honor que una vez tuvo. Enaltecerlo y embellecerlo porque ese sería el nuevo lugar de reunión para los Natblidas de la Coalición. Ese sería el hogar de los corazones de sus herederos y en paz allí reinarían.

—El pueblo te venera —observó Luna como la admirada presencia de Lexa reconfortaba a la multitud en las calles. No recordaba nada igual salvo el temor y el respeto que despertaba la anterior Heda sobre aquellas mismas gentes pero a Lexa parecían realmente quererla, admirarla—. Debes haberles brindado mucha paz y bien durante todos estos años que mi ausencia me ha impedido ser testigo.

—Nada que ellos no me hayan otorgado primero —repuso Lexa mientras se alejaba hacia los bosques junto con ella y sus guardias aún con la mantita y las botitas entre sus manos maravillándose de verlas—. Nunca creí que conocería el afecto de unos hijos y ahora son mi mayor consuelo...

Luna que no pudo evitar mirarla con apacible serenidad comprendía ese anhelo.

—Pronto podrás estrechar a Halena entre tus brazos y recuperar el amor que te fue arrebatado, juntas asumiréis el mando y todo regresará a su lugar.

—Quiero que la conozcas —dijo Lexa levantando la mirada al oírla quedándosela viendo a los ojos—. Quiero que le muestres toda la bondad y toda la piedad que este mundo ha llegado a ofrecerte y de la que yo carezco.

Lexa bajó la mirada unos instantes con pesar pero Luna llevó la mano a su brazo buscando sus ojos con afecto.

—Lexa has cambiado, ahora eres diferente tú misma podrás mostrarle ese camino —la reconfortó Luna cuando la Heda de los Catorce Clanes fijó su mirada en ella—. Tú y solo tú has cambiado las cosas y has demostrado que no existe un solo camino que seguir. Tienes grandes cosas que ofrecerles y enseñarles a los dos... —refiriéndose a Halena y al nuevo bebé colocando la mano sobre su vientre mostrándole su consuelo—. Tú lograrás cambiar este mundo y mejorarlo para ellos.

Lexa que cerro los ojos al escuchar aquellas palabras de reconfortante consuelo quiso asentir y creer que eran verdad pero tal y como se habían desencadenado las cosas últimamente no era capaz de hallar seguridad en ello.

—Gracias por permanecer aquí conmigo, he echado de menos a mi hermana —le agradeció Lexa con apreció devolviéndole ahora la mirada.

Luna que sentía lo mismo por ella le dio un suave apretón en el brazo para calmar su ansia.

—No me las des, recuerda que solo he sido demasiado cabezota como para no perder la vida en todos estos años al igual que tú —bromeo la experimentada Natblida con un suave gesto que hizo sonreír vagamente a Lexa llevando la mano a su vientre con confort—. Será mejor que continuemos, hay mucho trabajo por hacer si quieres que todo este listo cuando Halena regrese...

—Si, pongámonos a ello... —acordó Lexa respirando hondo mientras se alejaban hacia el sagrado lugar cuyos guerreros ya trabajaban en la afanosa tarea a causa de sus ordenes desde el alba del día anterior.

Todo debía estar listo para cuando su niña regresase, todo esto debía servir para unir aún más a su pueblo y afianzar una paz ya lograda pero sobretodo distraer a Lexa de mayores angustias y temores acerca de una cierta rubia cuyo amor ya tomaba por perdido en la nada.

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 3 ... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora