449. Monstruos

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Cuando Harper al fin recibió la llamada de Abby por radio las manos le temblaron al responder. Era una llamada muy ansiada pero también una cargada de temor e incertidumbre.

Monty, Kyle y Raven la habían acompañado hasta la entrada de la enfermería del Arkadia y habían prometido aguardar allí pasase lo que pasase dentro para permanecer junto a ella apoyándola.

Lo que Harper no esperaba cuando atravesó la puerta del despacho de Abby fue el rostro conmocionado y lacrimoso de Margot Macallan, que completamente desencajada se levantó a abrazarla.

—Harper, yo... yo no lo sabía, te... te juro que yo no lo sabía, no lo sabía —rompió a llorar desolada la mujer sin soltarla—. No lo sabía, cuanto has debido de sufrir, oh dios.

Harper que se había quedado paralizada busco con la mirada a Abby que se la devolvió llena de significado que enseguida comprendió.

Su niña...

Su pequeña, había estado allí todo aquel tiempo.

¿Había estado conviviendo con ella sin siquiera saberlo y junto a sus padres sin que estos supiesen nada?

—Por favor, perdóname, perdóname Harper yo no lo sabía, lo siento, lo siento tanto —sollozó Margot estrechamente entre sus brazos—. Yo creía que su madre había muerto, lo creía, Neil y Kane jamás te mencionaron, lo siento, lo siento.

Harper que la conocía bien pues era una mujer entrañable y encantadora siempre dispuesta a ayudar en todo cuanto estuviese en su mano, y una de las primeras en no condenar a los 100 ni a ningún terrestre, se separó un tanto afectada al verla así tratando de que se sentase.

—¿Es... es Leah? —quiso saber la rubia conmocionada ya que jamás hubiese pensado que aquella preciosa niñita fuese la suya—. ¿Leah es mi hija?

Margot que escuchó aquellas palabras sollozo llevándose las manos a la boca, supo que aquello era una realidad y se derrumbo completamente.

—Yo no lo sabía, no lo sabía —lloró Margot más hasta mirarla suplicante—. Por favor, no me apartes de mi pequeña.

Abby que tuvo que apartar la mirada no soportando la escena, tragó con fuerza justo cuando sintió a alguien más cruzar el umbral de la puerta.

Neil Macallan que había interrumpido su guardia por el presuroso aviso de Abby que otro guardia le había transmitido, llegaba en aquel momento ansioso quedándose parado al ver así a su mujer.

—Margot —exclamó rápidamente él acercándose a ella que se apartó de él al instante en la silla—. ¿Margot, cariño? ¿qué pasa? ¿qué ocurre, mi amor?

Harper que estaba demasiado aturdida como para actuar sintió a la mujer levantarse a su lado y mirando llena de dolor y rencor a su marido, le soltó un bofetón en la cara con toda su fuerza justo antes de empujarle hacia atrás.

—¡No me llames así! ¡No te atrevas a llamarme así, Neil! —volvió a empujarle ella con fuerza teniendo que reaccionar Abby y Harper para agarrarla mientras ella le señalaba dolida y llena de rencor—. ¡Me has destrozado la vida! ¡Has destrozado la vida de Leah! ¡Tú lo sabías! ¡Tú lo sabías! ¿Cómo has podido? —le pegó Margot con los puños de nuevo en el torso—. ¿Cómo has podido, monstruo?

Neil que no pareció comprender nada en un primer momento vio como ambas mujeres tenían que sujetarla para separarla de él.

—¿Cómo has podido, Neil? —gritó ella desesperada derrumbándose de rodillas tan solo salvada de caer al suelo por Harper y Abby.

En cuanto Neil se dio cuenta de quienes estaban allí y del apesumbramiento y el dolor en el rostro de Harper supo que al fin la verdad había visto la luz y su rostro cambió.

—Larson era... era amigo mío, él... él hubiese hecho lo mismo por mi, además la estaba salvando... estaba salvándola —se defendió él nerviosamente—. Harper iba a morir, iban a enviarla a la Tierra, además era... era una delincuente y Leah iba a criarse con ella, yo... yo solo pretendía salvarla.

Abigail que en ese momento se crispó viendo sollozar a Margot a sus pies le dedicó una dura mirada a Neil.

—Tú sabías lo que había hecho Larson, sabías lo que había hecho y aún así no dijiste nada. No estabas salvando a Leah, salvabas la reputación de tu amigo —le reprochó la doctora con dureza—. Podrías haberle denunciado, podrías haber acudido a mi. Podrías haber salvado realmente a dos niñas y tú tan solo te limitaste a ocultarlo y a mentir.

—No, yo...—intentó defenderse Neil Macallan más nervioso por momentos no sabiendo que argumento discutir—. Yo... —al ver las caras condenatorias de Abby y Harper tan solo sacudió la cabeza y se dirigió desesperado a su mujer—. Margot, deseábamos tener tanto un bebé. Tú querías un bebé tanto como yo.

—¡Yo no quería robarle el bebé a nadie! —le gritó ella desde el suelo llena de rabia y rencor—. ¡Yo más que nadie sabe lo que duele no poder tener un bebé, jamás le arrebataría su bebé a otra persona! ¡Eres un monstruo! ¡Larson es un monstruo por lo que hizo pero vosotros lo sabíais, lo sabíais y no hicisteis nada para ayudar a una pobre chica, sois más monstruos aún! ¡No quiero volver a saber nada de ti, me has traicionado hasta lo imaginable y espero que la Comandante te de su merecido!

Neil que hizo por acercarse a ella suplicante para seguir explicándole sintió entrar a un par de guardias y apresarle para llevarle junto a los otros dos detenidos a la espera de juicio, Jackson y Kane.

—No hablas en serio, no... no hablas en serio... Margot... —suplicó él nuevamente siendo arrastrado fijándose en el duro rostro de ella que sacudió la cabeza sin intención alguna de defenderle ni de mediar a su favor ante nadie—. Margot...

Margot que con todo el dolor de su corazón se acercó a él le miró entre lagrimas cargada de dolor.

—Si sobrevives a esto, nunca más vuelvas a acercarte a Leah y tampoco a mi. Tienes lo que te mereces.

—Llevaoslo —ordenó Abby a los guardias con un gesto de cabeza.

Neil que cambio su rostro sintió a los guardias jalar hacia la puerta de él y tan solo gritó llamándola.

—¡No! ¡Margot, no! ¡No dejes que me hagan esto! ¡No les dejes! —fue lo único que se escuchó al tiempo que le sacaban de allí.

Harper que había asistido a la escena perpleja, atónita se quedo quieta viendo como se lo llevaban sintiendo la mano de Abby posarse en su espalda reconfortantemente.

—No le escuchéis —repitió la doctora lacónicamente—. Pagaran por lo que han hecho, pagaran.

Y no, no habría piedad para ninguno de ellos. Todos pagarían por su traición, por su delito, por su error. Y al fin Margot, Harper y Leah tendrían su justicia.

Aquella que merecen.

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 3 ... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora