343. Khelam

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El cálido sol de la tarde caía sobre la imponente Polis, capital de la Coalición. Hacía tan solo unos minutos que otra reunión había tenido lugar esta vez con los Natblidas de Heda y Jusheda, su heredera.

Todo cuanto habían dicho, todo cuanto había oído allí la había inquietado sobremanera. Emori no estaba acostumbrada a que sus decisiones afectasen tanto a otras personas. Especialmente gente tan vulnerable y desprotegida como la suya.

Le dolía el estomago solo de pensar en lo que estaba por venir y dudaba estar preparada como líder para ello.

El sonido de la puerta llamó su atención mientras dejaba su abrigo sobre la cama y enseguida volvió la cabeza alertada.

—Adelante —elevó la voz ella para que se escuchase desde fuera.

La puerta se abrió y una alta y esbelta figura apareció en el umbral. Era un chico con el cabello castaño y los ojos grandes, despiertos y marrones. Un tatuaje muy similar a cuantos tenía ella adornaba la piel de su rostro y se perdía bajo el cuello de su camiseta. Sus fuertes brazos también tenían algunos tatuajes que enseguida reconoció y por un instante Emori no se movió.

Era Khelam kom Sankru, líder hasta aquel momento del Clan del Desierto. Su liderazgo había sido asumido hacía unos pocos años, pues su padre había muerto en la guerra de Azgeda y el Pueblo Arbóreo.

Emori apenas había cruzado más de dos palabras con él, por eso es que le sorprendió tanto verle frente a su puerta.

—¿Ocurre algo? —preguntó preocupada ella separándose de la cama para verle bien.

Khelam que la contempló largamente en silencio finalmente habló.

—He oído que no bajarías a comer, y esperaba tener la oportunidad durante la comida de hablar contigo.

—No tengo mucha hambre —reconoció ella sin apartar sus ojos de él no fiándose de su presencia.

—Es una lastima porque me había tomado la libertad de hacer que nos subiesen la comida, esperaba que tuvieses la amabilidad de permitir que hablásemos aquí —dijo él chico desde el umbral de la puerta señalando hacia dentro suavemente.

Emori que fue a decir algo le vio apartarse y dos de los siervos entraron inclinándose ante él y luego ante ella dejando sobre la mesa un par de bandejas de plata con algo de comer y beber para ambos, volviéndose a inclinar al terminar de alistar la mesa en unos pocos minutos se despidieron respetuosamente y se marcharon tan silenciosamente como habían llegado.

Emori que se fijó en como había quedado la mesa, vio a Khelam entrar y cerrar la puerta tras de si haciendo por acercarse a la mesa antes de retirar la silla ofreciéndole asiento y bordear la mesa sentándose justo frente a la de ella.

—No sabía bien que te gustaba así que pedí que te subiesen un poco de todo —se excusó él mirando hacia la bandeja de ella que tenía más comida que la suya.

Emori que vaciló uno instantes observándole finalmente se acercó a sentarse. Le parecía insólito todo aquello pero tenía curiosidad en lo que le fuese a decir.

—No hablas mucho, ¿verdad? —observó él medio sonriéndose sirviéndole algo de elixir y luego llenando su propia copa—. Mi padre solía decir que el silencio era una cualidad admirable en un líder pero me temo que no soy tan admirable como él —bromeó un poco el chico bebiendo de su copa—. Está muy bueno, pruébalo...

Emori que estaba más que perdida en aquel momento terminó alcanzando la copa y llevándosela a los labios para beber un poco, de pronto la garganta la sentía demasiado seca.

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 3 ... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora