458. Consecuencias

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Nadie esperaba que uno de los Natblida de Heda irrumpiese en Arkadia sin pleno aviso. Mucho menos aún de madrugada y en plena tormenta.

Al principio Octavia kom Skykru, Canciller y líder del Pueblo Celeste, había hecho llamar a Lexa. La imponente Heda de los Catorce Clanes y Comandante de la Sangre, no tenía ni idea de que iba el tema cuando uno de los guerreros skykrus llamó a su puerta despertándola de su apacible sueño.

Aden permanecía sentado en la sala de mandos envuelto en una manta temblando completamente empapado cuando la vio entrar junto a Clarke.

Octavia que sujetaba una humeante taza de hierbas relajantes a su lado volvió la cabeza al tiempo que se la ofrecía viéndolas llegar.

—Aden —clamó Lexa nada más verle dirigiéndose a paso firme hacia él—. ¿Qué haces aquí? ¿ha ocurrido algo?

—¿Está Halena bien? —preguntó Clarke con preocupación mirándole a él y después a Octavia que parecía ajena a aquella información.

Aden que ignoró el ofrecimiento de Octavia temblando incontrolablemente por las empapadas ropas que le cobijaban, elevó su mirada y lejos de la admiración que siempre le había profesado a Lexa, lo que ella detecto en sus ojos fue más bien rabia y rencor.

—Puede que lo este, o puede que a estas horas ya este muerta —contestó el Natblida sin reparo alguno enfrentando los ojos de Lexa con dureza.

Aquella declaración tomo a la Heda de los Catorce Clanes tan por sorpresa, que palideció retrocediendo un paso.

Octavia abrió los ojos al ver a Aden tener esa actitud tan irreverente la cual jamás había manifestado antes, al menos ante ella y buscó a Clarke con la mirada que parecía igual de consternada.

—Aden —intermedió Octavia antes de verse interrumpida por el joven que parecía estar tan cegado que solo veía a Lexa.

—La engañaste —le reprochó Aden con dureza a la Comandante de la Sangre poniéndose en pie ahora, temblando más por rabia que por frío—. Mentiste acerca de ella. Creía que la tenías en estima, que verdaderamente te importaba pero no has estado a su lado junto a ella.

Lexa que permaneció perpleja, no solo por todo cuanto Aden la estaba diciendo sino por la falta de respeto hacia ella, instintivamente llevo su mano a su vientre como protegiendo lo más preciado para ella incapaz de darle una respuesta.

—Halena ha enfrentado cosas, cosas que hemos sido incapaces de entenderlas en Polis. Ha caído en un profundo sueño que casi la arrastra consigo, ha tenido sueños y visiones que por poco acaban con ella y al despertar de ese sopor, se ha ido.

Clarke que trataba de asimilar tanta información como podía, colocó su mano sobre la espalda de Lexa que apenas se movió sin apartar sus ojos de Aden.

—Azgeda está en peligro, algo malo está sucediendo entorno a ella, ¿por qué no estás actuando? ¿qué más necesitas para entender que tú eres nuestra Heda y no Halena? ¿por qué permites que recaiga tanta responsabilidad en ella? —le reprochó Aden completamente fuera de si como nunca antes le había visto Lexa—. No puedes prometer que serás su madre, que la protegerás y desprenderte de ella. No puedes, Heda.

Octavia que tragó con fuerza sabiendo del carácter y la trascendencia que tenía enfrentarse a alguien tan sumamente importante como Lexa, trató de hablar y apaciguar la tensión del momento.

—Aden, estás... todos estamos un poco tensos por la situación, ¿por qué mejor no nos explicas como...?

—No. Dime que es lo que vas a hacer ahora, Heda. Dime que vas a hacer para enmendar tu falta y que es eso tan importante que te retiene aquí que ignoras su presencia. ¿Es por Wanheda? ¿es por eso que la has abandonado a ella?

Clarke que estaba atónita recordó que Aden estaba junto a Halena cuando esta le pidió que sacase a Lexa de Polis antes de que se presentase aquel problema, ¿entonces cómo podía reprochárselo a Lexa si ni ella misma sabía el motivo de porque Halena no la quería cerca?

—Te estás equivocando, Aden —la defendió Clarke al instante severa—. Tú eres consciente de que no ha sido de esa manera.

—Me da igual —respondió Aden reteniendo las lágrimas de la rabia que se desprendían de sus ojos con vergüenza—. Yo solo quiero que vuelva. Debemos ir a buscarla, debes coger tu ejercito y partir hacia Azgeda antes de que sea demasiado tarde. Te necesitamos Heda, ¡despierta!

Lexa que pareció reaccionar al oírle hablar de aquella manera, se apartó de Clarke y evitó enfrentar la mirada de Octavia centrándose solo en Aden.

Y al cabo de unos segundos una fría máscara de dolor, entereza y firmeza cubrió su rostro, antes de atreverse a dirigir su mirada a Octavia.

—Reúne a Luna y a sus hombre en el comedor, quiero que los tuyos también vengan conmigo —ordenó Lexa sin apenas pensarlo dando un paso hacia Octavia—. Daré orden de partir hacia Azgeda.

—Lexa, espera... —intentó que no se precipitase Clarke al escuchar aquella voz de mando de ella.

—Envía un mensajero a Polis, quiero que Indra reúna a mi ejercito y se encuentre con nosotras en zona neutra. Sea la amenaza que sea la que está agraviando a Azgeda, la combatiremos.

Octavia que supo que no debía discutir asintió con la cabeza y se marchó para cumplir con lo que le había pedido Lexa dispuesta.

—En cuanto a ti —prosiguió la Heda de los Catorce Clanes dirigiéndose hacia Aden, sintiendo la mano de Clarke posarse en su brazo para que no fuese muy dura con el Natblida.

Lexa que sintió una mezcla de emoción y rabia recorrerla entera, sencillamente acalló antes de apartar bruscamente su brazo de Clarke, siendo consciente del engaño por parte de Aden y ella a petición de Halena nada más atar cabos en su mente, dándose la vuelta.

—Lexa... —intentó Clarke vanamente apelar a ella, pero la Comandante de la Sangre ahora mismo no tenía nada que hablar ni con él ni con ella, y herida como estaba abandonó la sala de mandos dura y contenida, lo justo para mantener el control de la situación.

Clarke supo que las cosas se habían estropeado entre ellas en cuanto sus ojos volvieron a posarse sobre Aden que por alguna extraña razón seguía con aquella intransigente mirada a Lexa hasta perderse fuera.

—Aden, ¿te das cuenta de que esto no es lo que quería Halena?

—No me importa lo que quiera —respondió el joven Natblida con dureza sintiendo una fría lágrima recorrer su doliente rostro con firmeza—. Me importa ella, y de ningún modo dejaré que muera.

Lo tenía claro aún a riesgo de que algo malo pudiese sucederle a Heda.

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 3 ... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora