334. Palabras Inquietantes

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Ni siquiera cuando Costia vivía, recordaba la Heda de los Catorce Clanes haber sido nunca tan feliz antes.

La verdad era que sentada allí en sus estancias privadas contemplando a Halena charlar con Clarke sobre lo ocurrido en Nakshatra, no podía sentirse más afortunada de tenerlas a las dos sanas y salvas bajo su protección en Polis.

Llevaba algún tiempo desatendiendo las palabras que de la boca de Halena salían, no porque la conversación no le interesase es que la imagen de ella contándole a Clarke aquello que tanto la preocupaba y como ella fruncía ligeramente el ceño prestándole toda su atención mientras que inocentemente mantenía la mano posada sobre la suya para tranquilizarla había distraído completamente su atención de todo lo demás.

Lexa no podía sentirse mejor sabiendo que a Clarke le preocupaba el bienestar de su hija casi tanto como a ella.

Sabía lo mal que lo había pasado en su ausencia y lo responsable que Halena se sentía de no haber podido detener antes a Nirrath, pero lo que ninguna de las dos sabría nunca es como se sentía ella al haber sido quien la liberó.

Habían hablado largo y tendido sobre todo durante las horas que habían pasado juntas. Al principio había sido doloroso escuchar relatar a Clarke lo acaecido en el bosque y saber que Andros había muerto y no precisamente bajo su mano le había causado una impotencia brutal.

Ahora que había oído la versión de Clarke al completo, lo ocurrido con Lincoln seguía pareciéndole imperdonable, sin embargo entendía la difícil elección a la que se había visto sometido el trikru.

No le justificaba de ningún modo, pero la explicación de Clarke había apaciguado algo más que un poco sus ansias de matarle.

Clarke había sido la agraviada en todo esto y si ella le pedía que por favor no le condenase, a ella no le quedaba más remedio que aceptarlo y acatarlo.

De habérselo pedido cualquier otra persona, sus suplicas habrían caído en saco roto pero no quería que Clarke se sintiese aún más mal al ver como Lincoln era sentenciado a muerte por algo que escapaba al control de ambos.

Si bien la piedad de la Heda de los Catorce Clanes era ínfima y limitada en cuanto a la ley se refería, Clarke la había agotado casi por entero.

En su mente, no podía ni imaginar lo que todo aquello suponía para ellos pero sabía que para Clarke era un verdadero alivio que Lincoln permaneciese con vida.

Clarke era una persona razonable, piadosa y compasiva. Un alma reverente y comprensiva que siempre enfrentaba los problemas con valentía y honestidad y a la cual no le faltaba sentido de la justicia.

Eran muchos de esos rasgos de su personalidad los que habían logrado que se enamorase de ella y a pesar de haber enfrentado mucho dolor al respecto, no se arrepentía de la elección.

Ahora más que nunca sabía que debía tener cuidado, pues la Coalición no se mostraría piadosa con ella. Había hecho una elección, un juramento sagrado e inquebrantable la había unido a Roan el resto de sus días o en cualquier caso el resto de los suyos.

Había acatado cumplir fielmente ese juramento por su gente, iba a tener aquellos herederos por su gente pero no iba a volver a renunciar a un futuro por ellos.

Era un precio que antes podía permitirse pagar pero ahora que debía velar por sus hijos, no iba a permitírselo de ninguna manera.

Ellos la necesitaban...

Halena la necesitaba, Akshan la necesitaba...y Dahara iba a necesitarla también.

Ser una persona dura, fría e infeliz, solo convertiría a sus hijos en personas desgraciadas y conformistas. Eso ni ningún deber, ni ninguna deuda con su gente merecía que sacrificase sus inocentes vidas y diese la espalda a su ahora principal deuda y deber que tenía con ellos.

Las cosas poco a poco estaban cambiando y asumía que para bien. Cambiar unas costumbres tan sumamente arraigadas podía provocar muchas oposiciones que irían en su contra pero que a la larga beneficiaría a más gente de la que perjudicaría.

Los embajadores posiblemente no aceptarían ser reemplazados por los jóvenes Natblidas para dirigir sus clanes y mucho menos que el Cónclave de su muerte no se celebre como viene siendo costumbre y tradición.

Pero si mal no recordaba eran ellos quienes en un primer momento exigieron herederos y herederos ahora tendrían.

Sus hijos heredarían Polis y la Coalición, nada tendrían de que preocuparse.

Ellos mismos lo impusieron en un principio.

No le preocupaba que se opusiesen a ello, lo que realmente le preocupaba era que ser sus herederos pusiese en el punto de mira a esos niños y que de algún modo, del que fuese saliesen perjudicados por ello.

Simplemente, no lo soportaría...

—¿Lexa? —escuchó pronunciar a Clarke desde algún lugar cercano.

La Heda de los Catorce Clanes levantó la mirada dándose cuenta de que la rubia estaba agachada frente a ella y en su mirada había un atisbo de preocupación.

Halena que también la miraba estaba de pie junto al aparador.

—¿Mamá?...

El tono preocupado de Halena captó su atención y se dio cuenta de que en algún punto había dejado de atender a la conversación.

Lexa que salió de su ensimismamiento miró a la niña y después a Clarke levantándose de la cama algo traspuesta.

Clarke que se dio cuenta del turbado gesto se acercó.

—Hey, ¿estás bien?...

Lexa que asintió quedamente un tanto abrumada sentía una extraña sensación en aquellos instantes. Un repentino sofoco hizo que se llevase la mano al vientre sintiendo nuevas nauseas no sabiendo si por el embarazo o por todo cuanto había estado oyendo la noche anterior.

—Si, yo... necesito ir al baño... —murmuró ella antes de apartarse y dirigirse al fondo de la habitación para entrar a la mediana habitación contigua que hacia a su vez de baño—. Disculpad...

Clarke que sintió a Halena acercarse a ella se preocupó un poco más hasta que la niña puso la mano sobre su hombro tranquilizándola.

—Ella está bien, solo un poco fatigada por todo esto —Clarke que le devolvió la mirada fue a decirle algo pero Halena bajó la voz—. Tengo algo muy importante que hablar contigo Clarke pero no aquí, no donde ella pueda oírnos.

Clarke que la miró confusa hizo un suave gesto.

—¿Por qué?

—Porque algo que desconoce va a ocurrir muy pronto y necesito tu ayuda para mantenerla a salvo —pidió la niña con ojos serenos pero suplicantes escuchando a Lexa comenzar a vomitar en el baño.

Clarke que volvió la cabeza hacia el baño al escucharla tragó con fuerza queriendo ir con ella pero si Halena decía que era importante debía serlo.

—Hablaremos después —dijo Clarke inclinándose para darle un sentido beso en la frente antes de mirarla tiernamente—. Ve con Indra y los demás, te estarán esperando yo me quedo con ella...

Halena asintió antes de separarse de ella para dirigirse a la puerta dando una última mirada hacia el baño.

—Cuida de ella, ¿vale?

—Eso no tienes ni que pedírmelo —se sonrió suavemente Clarke al escucharla dándole una cansada mirada llena de ternura antes de verla salir de allí y cerrar la puerta, dirigiéndose a dar con Lexa al baño.

Mentiría si dijese que sus palabras no habían logrado inquietarla un poco pero lo primero era lo primero y lo primero era asegurarse de que Lexa estuviese bien.

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 3 ... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora