403. Milagros

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Las primeras gotitas de lluvia habían comenzado a caer sobre los bosques de la Comandante de la Sangre, cuando el nublado cielo hubo oscurecido horas después del temblor.

Cuando Lincoln al fin logró abrir los ojos tras varias horas de inconsciencia, el cuerpo entero le dolió.

En un primer momento no pudo reconocer el lugar donde se encontraba pero el calor del cálido fuego que a él llegaba y el delicioso olor que desprendía el aire, le indicaron que era un buen lugar.

Lincoln intentó incorporarse ligeramente pero un acuciante dolor le atravesó desde el hombro hasta el final de su brazo obligándole a llevar su otra mano a él y a permanecer tumbado de nuevo.

Palpitaciones en su cabeza, intensas punzadas que hicieron que cerrase los ojos una vez más para tratar de lidiar con el dolor que su cuerpo soportaba. Una pesada opresión en su pecho, rápidamente llevó su mano a él sintiendo todo su torso prietamente vendado.

¿Pero qué demonios había pasado?...

¿Qué era ese lugar?...

¿Quién le había llevado hasta allí?...

Y lo más extraño de todo... ¿cómo es qué aún seguía con vida?...

Hallar respuesta a todas aquellas preguntas, solo le supuso que el dolor que sentía en su cabeza se incrementase aún más.

Aquella intensa sensación de desasosiego e incertidumbre que sentía en aquellos momentos se vio interrumpida por el sonido de una voz que irrumpía en el acogedor lugar en ese momento.

—¡Si, madre lo haré luego!

Aturdida y lentamente los ojos de Lincoln se entreabrieron precavidos y confusos. Un chico joven de unos quince o dieciséis años de edad a travesaba la entrada de la tienda portando entre sus manos algo de leña recién cortada y seca para mantener viva la lumbre del fuego.

El chico no pareció reparar en que el guerrero había despertado y distraídamente se agachó dejando junto a la pared la leña, antes de avivarlo un poco más para mantenerlo.

—No, lo harás ahora —entró diciendo una hermosa mujer bajo cuyas ropas se perdían algunos de los más significativos tatuajes trikrus que Lincoln jamás hubiese visto—. No quiero que te sorprenda la lluvia a medio camino.

—Sé cuidarme solo, no soy ningún niño —protestó el chico mientras se ponía en pie para volverse a mirarla.

—Precisamente porque no lo eres, preferiría no tener que tratarte como tal —le advirtió ella con el ceño fruncido mientras se acercaba a coger algo de agua para refrescarse—. Ahora, obedece y ve a por las hierbas que te he pedido antes de que la tormenta empeore.

El chico se dispuso a protestar pero la mujer volvió la cabeza para mirarle y él supo irremediablemente que ella había ganado.

—Está bien, si no hay más remedio iré por ellas...

La mujer sonrió escondidamente y antes de que saliese por la puerta salió a su paso y tomándole del rostro besó su mejilla tiernamente.

—Eres un buen hijo...

—El mejor de todos —le recordó él orgulloso intentando no atender a sus salamerias aunque reprimiendo media sonrisa en el fondo.

—El único que tengo —repuso ella cómplicemente en broma viéndole hacer por protestar antes de darle un empujoncito cariñoso fuera y dejar caer la tela que cubría la entrada.

La sonrisa de la mujer se ensanchó al tiempo que sacudía su cabeza y acercándose a un rincón comenzó a preparar algunas vendas limpiar para atender las otras heridas de Lincoln.

—Ese es mi hijo —comentó en voz alta mientras le daba la espalda al jergón donde Lincoln reposaba no muy lejos del fuego sabiendo que estaba despierto—. Flavius, es un gran chico... cabezota y terco como su madre algunas veces pero un gran chico...

Lincoln que tragó al escucharla se fijó bien a su alrededor dándose cuenta de que estaba en el interior de lo que parecía ser una especie de tienda o cabaña.

—Fue él quien te encontró y te trajo hasta mi...—continuó diciendo ella al tiempo que tomaba algunas hierbas y las preparaba para mezclarlas en un cuenco—. Ha habido un desprendimiento de tierra en una de las montañas, es toda una suerte que te encontrase allí. Podrías haber muerto...

Si, podría haberlo hecho... es más, quizás debería haberlo hecho después de todo ya que para ello había ido allí.

—¿Qué hacías en esta parte del bosque? —preguntó la mujer terminando de machacar las hierbas hasta hacer con ellas una especie de pasta que enseguida llevó a su lado—. Los guerreros de Heda no suelen tomar estos caminos, por eso vivimos aquí.

Lincoln no supo bien que decir a ello, por una parte le costaba un poco recordar qué había ocurrido hacia escasas horas previas al temblor pero su intención era firme y si que la recordaba no tan confusamente.

—Me dirigía a Polis... —acertó a decir él sintiendo como la mujer tomaba la pasta entre sus dedos y la acercaba a su brazo herido cubriendo el corte que tenía con ella hasta hacerle sisear.

—¿Tú solo? —inquirió la hermosa mujer mientras con sumo cuidado tomaba algo más de aquella pasta medicinal y levantando con cuidado su brazo volví a aplicarla sobre otra de las heridas.

Lincoln que hizo una mueca de dolor ya que mover el brazo le dolía evitó mirarla a los ojos.

—Si, cumplo ordenes de...

—No necesitas mentirme, y la verdad es que preferiría que ahorrases fuerzas —le interrumpió ella al tiempo que se inclinaba algo mejor sobre él para aplicar la pasta sobre su hombro herido—. Las vas a necesitar para lo que viene ahora...

No, no había sido casualidad el enviar al chico fuera algún rato. Prefería que no presenciase aquello.

—¿Qué viene ahora? —preguntó Lincoln confuso antes de sentir como la mano de la mujer se posaba suave pero firmemente sobre su hombro antes de que le tomase de la mano y de un solo tirón el hombro se recolocase en su sitio con un grotesco chasquido.

Lincoln emitió un grito de dolor en el momento en que sintió el hueso volver a su sitio y aquella densa sensación de "alivio" que le siguió, y aunque el eco del dolor aún trastocase sus terminaciones nerviosas haciendo que el brazo le doliese horrores, lo agradeció.

—Mi nombre es Gahvriela pero puedes llamarme Gabbah, Flavius y yo cuidaremos de ti... —fue lo último que Lincoln oyó antes de que el dolor le hiciese perder nuevamente la conciencia.

Estar vivo tras lo ocurrido era prácticamente un milagro, pero tener la suerte de que le encontrasen unas personas así y no alguien mucho peor era toda una bendición.

Una que Lincoln, no creía merecer...

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 3 ... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora