322. Yo También A Ti

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Oscurecía en el cielo de Polis cuando la Heda de los Catorce Clanes puso un pie fuera de la bañera.

La tibia agua resbaló por su cuerpo empapando rápidamente la suave piel de animal salvaje que hacía a su vez de alfombra en el suelo.

Lexa alargó la mano disponiéndose a coger la toalla para secarse pero otra vez aquella repentina sensación de mareo provocó que cambiase de opinión y en su lugar tomo la sedosa bata que no tardó en envolver delicadamente su cuerpo.

No bajaría a cenar, decidió.

No comprendía cómo podía sentirse tan cansada o cómo podía tener tanto sueño si apenas había hecho nada que requiriese tanto esfuerzo hoy. El caso era que sentía su energía completamente por los suelos.

Desde algún lugar, una pequeña corriente de aire llegó a ella y secandose bien los pies en la alfombra mientras se ajustaba la suave tela al cuerpo sacó un pie fuera de la alfombra y luego otro dirigiéndose fuera hacia la habitación.

Se moría de ganas por meterse en la cama y dormir aunque sabía que en cuanto lo hiciese las inquietudes y preocupaciones acudirían a ella evitándole descansar.

Instintivamente la Heda de los Catorce Clanes se llevó la mano a la larga melena morena dejándola caer hacia un lado sobre su marcado hombro antes de llegar a la cama inclinándose para retirar las sabanas y ocupar su lugar entre ellas allí.

El agradable aroma de las familiares velas apostadas por toda la habitación que tan confortable le había resultado siempre se tornaba ahora un tanto extraño.

Quizás solo fuesen imaginaciones suyas, divagaciones de una mente turbada e intranquila por los problemas que llevaban ya algún tiempo atormentando su día a día.

"Bien podía ser eso", se dijo a si misma apoyando las manos de la cama con una desasosegada sensación de nauseas que la obligó a cerrar los ojos unos instantes para poderse calmar.

No, no eran imaginaciones suyas. Su cuerpo estaba traicionando su voluntad y ahora sus preciadas velas le originaban cierta aversión.

¿O sería el no cenar lo que le provocaba aquella desconocida sensación?

Sofocada como estaba decidió subir a la cama y tumbarse. A pesar del frío que hacía fuera y el que se colaba a través de las destartaladas paredes sentía calor.

Lexa se acomodó en la cama pero nada más cubrirse con la manta, se destapó.

¿Pero qué le pasaba?

No entendía nada aquella sensación, no entendía como es que haciendo frío tenía calor, y aquella emoción afectó todos sus sentidos privándola de cualquier decisión.

Cuando cerró sus ojos la primera imagen que acudió a su mente fue la de Halena. Hiciese lo que hiciese no lo podía evitar, la segunda imagen que llegó a ella fue la de Clarke y súbitamente sintió aumentar la temperatura de la habitación.

¿Cómo estaría? ¿La tratarían bien allí?

¿Haría algo que estuviese fuera de lugar y produciese un mal mayor del que ya había causado en Polis?

La culpa no era de ella claro, Clarke solo era una victima en todo aquello. Una consecuencia de su desconocida guerra con Nirrath Zarriah de la cual antes de todo aquello ni conocía su existencia.

No podía culpar a Clarke por odiarla. Por decirle aquellas horribles cosas y por alejarla de si.

Era ella quien la había sacado de allí, Lexa era quien había liberado a la bestia manipuladora y cruel que habían constatado era Nirrath y quien no supo preveer lo que le había a Halena o a Clarke.

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 3 ... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora