457. Nadie Como Su Pequeña

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Por mucho que quisiese, por mucho que lo intentase Harper era incapaz de apartar sus claros ojos de la pequeña Leah Macallan, su hija.

La niña permanecía dormida sobre la cama que Neil y Margot Macallan habían estado compartiendo en la nave hasta ahora, y Josephine Harper era incapaz de creerse aún el poder estar allí junto a ella. Simplemente viéndola dormir de cerca.

Leah siempre le había parecido una niña muy dulce, y siempre que había tenido ocasión de encontrarse con ella ya fuese por el pasillo en brazos de Margot, en el salón comedor o en el exterior jugando con los pocos niños que había bajo la atenta vigilancia de Margot le había resultado muy tierna.

¿Cómo iba ella a imaginar que aquella preciosa niña era su arrebatada pequeña?

Era impensable esa idea.

Harper procuraba no especular, no pararse a pensar en las posibilidades cuando una niña se cruzaba con ella, prefería dejar esa parte de su vida oculta completamente fuera de ella.

Ahora que la tenía allí justo frente a ella, apenas se atrevía a alcanzarla.

Margot permanecía sentada en un viejo sillón rasgado de cuero observándolas ensimismada a ambas. Aún le costaba mucho enfrentar la idea de quien era verdaderamente su pequeña y temía profundamente el tener que separarse de ella, aunque lo entendía. Entendía que su madre era Harper y que por mucho que ella la quisiera, tal vez y solo tal vez la rubia la podría querer un poco más.

Era duro.

La situación en si era bastante dura y no sabía como enfrentarse a ella estando tan sola como estaba ahora.

Harper no pudo evitar deleitarse cuando la niña se movió ligeramente envuelta entre las calientes mantas abrazando aún más su viejo osito de peluche, pegándolo a su cuerpo mientras sus pequeños parpados titilaban como si estuviese soñado con algo muy agradable ajena a la tormenta de sentimientos y emociones que se cernía sobre ellas.

—Le hice ese osito cuando cumplió los seis meses de edad —dijo de pronto Margot con voz muy baja sonriéndose dulcemente al verla abrazarse a él—. No había forma de que quisiese dormirse cuando llegaba el momento de hacerlo, pensé que eso la ayudaría y ahora no puede dormir sin él.

Harper que la escuchó sin dejar de mirar a la pequeña pensó que le hubiese gustado a ella poder hacer ese tipo de cosas por su pequeña y que de algún modo, ya era tarde para ello.

—Cuando supimos lo que le pasaba, el porque lloraba de esa manera, Abby nos ayudo mucho con ella —se sonrió maternal Margot contemplando a la pequeña—. Deberás tener paciencia, Leah necesita mucha atención y le gustará que juegues con ella.

—Hablas como si fueses a no volver a verla —dijo Harper al escucharla volviendo ligeramente la cabeza hacia ella.

Margot Macallan sintió una punzada en su interior y las lágrimas llenaron sus ojos teniendo que apartar la mirada de su pequeña.

—¿Y no será así?

Harper que ladeó ligeramente la cabeza entendió aquel dolor que desprendía y se levanto en silencio acercándose a Margot antes de agacharse frente a ella.

—No, claro que no —replicó ella viéndola de cerca antes de tomar sus manos para obligarla a mirarle—. Margot tú eres parte de ella, una parte muy importante y quiero que sigas formando parte de su vida. Tú no eres la culpable de lo que paso, y yo no soy nadie para apartarte de ella.

Aquello hizo que las lágrimas se desbordaran de sus ojos y que el llanto compungiese su pecho.

—Tú la has cuidado, has cuidado siempre de Leah de la mejor manera. Puede que yo sea su madre, pero para ella tú has sido su mamá siempre y eso no hay nada en el mundo que pueda cambiarlo. Yo jamás podría arrebatarle eso a ella.

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 3 ... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora