471. No Puedo Hacerlo

141 21 8
                                    


Seis minutos y treinta y siete segundos exactamente era cuanto Abigail Griffin, ex Canciller, doctora de Arkadia y madre de la legendaria Wanheda había tardado en ser avisada por uno de los guardias tras el ataque a la Heda de los Catorce Clanes y Comandante de la Sangre, Lexa kom Trigeda.

Había tardado medio minuto más en atravesar corriendo el pasillo aún descalza y en camisón e irrumpir febrilmente en la enfermería encontrándose con un panorama totalmente desgarrador.

Lexa estaba tendida sobre una camilla en mitad de la enfermería, algunos de sus pacientes se habían incorporado y otros miraban alarmados a través de los cristales lo que allí estaba ocurriendo.

Luna presionaba la herida del hombro sujetando el grueso de la flecha entre sus manos para que esta no se moviese y causase aún peores daños, Clarke estaba insuflándole aire con un respirador el cual sostenía entre sus ensangrentados dedos mientras que Lincoln que hacía nada que había llegado buscaba todo el instrumental que la buena doctora pudiese necesitar entre los cajones para llenar la bandeja y acercársela.

—¿Qué ha pasado? —preguntó Abigail acercándose rápidamente a ellas.

—Nos han atacado —anunció Luna mirando brevemente a la doctora centrándose después en la herida de Lexa no queriendo perder esa concentración.

—He conseguido ponerle una intravenosa con suero justo antes de que perdiese la conciencia —advirtió Clarke entre lágrimas a su madre mientras bombeaba el balón de forma rítmica y constante aunque nerviosamente alzando fugazmente la mirada para mirarla—. Pero su presión no para de bajar, no para de bajar y yo... yo no... no sé...

Abby que miró instintivamente el monitor viendo oscilar sus niveles de forma alarmante, se acercó a la mesa para examinar vertiginosamente la herida de su hombro donde estaba situada aquella maldita flecha.

Al ver que atravesaba la empapada ropa que se había oscurecido con su sangre Abigail se dirigió hacia una de las encimeras a por unas tijeras pero el pie le patino sobre el pequeño reguero de sangre que el cuerpo de la Comandante había dejado por el camino y cayó de rodillas torpemente contra el suelo.

—¡Abby! —gritó Lincoln al verla dejando a un lado la bandeja para ir a levantarla por el brazo.

—¡Mamá! —gritó Clarke asustada al verla caer así ante ellas.

—Estoy bien, no es nada, no es nada —protestó ella tratando de recomponerse encontrando las tijeras sobre uno de los muebles regresando junto a Lexa para comenzar a cortar la tela que envolvía la profusa herida.

Clarke que la vio tomar la tela entre sus dedos disponiéndose a colocar las tijeras se dio cuenta de lo mucho que le temblaban las manos pero creyó que sería por los nervios.

—Se va a poner bien, lo sé. Lexa es fuerte, va a ponerse bien —insistió la joven Wanheda a su madre tratando de convencerla de ello y tranquilizarla.

Abigail que hizo que Luna sujetase la flecha más arriba, logró desgarrar la tela con las tijeras pero al ver la profundidad y la complejidad de la herida cambió ligeramente la expresión de su cara. Aquella zona estaba llena de vasos sanguíneos y no estaba segura de que la flecha hubiese tocado la arteria subclavia pudiendo provocar una fuerte hemorragia si la flecha era extraída de cualquier forma, eso colocaba a Abby en una complicada situación.

La doctora retrocedió dos pasos algo trastocada dejando una huella de sangre Natblida sobre las frías baldosas del suelo.

Tanto Lincoln como Luna parecieron darse cuenta de ello pero Clarke estaba tan centrada en mantener el ritmo del bombeo que ni se percató.

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 3 ... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora