412. Doscientos Cuarenta y Seis

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El rostro del pequeño Jarek parecía perplejo, curioso aferrado al manillar de la puerta la cual había abierto por pura curiosidad al escuchar a alguien canturreando algo en voz baja dentro.

Cuando sus pequeños y avispados ojos se posaron sobre la desaliñada figura delgada y lastimera enseguida su semblante llamó su atención, pero más aún el que el joven no reparase siquiera en su presencia.

Arrodillado a oscuras en el suelo, John Murphy había pasado de la desgarradora pena, a la rabia más absoluta, y de la rabia más absoluta a la devastación más desoladora por la muerte de Emori, pero ahora... ahora estaba mucho más allá de la cordura y del dolor.

—Doscientos cuarenta y cuatro, doscientos cuarenta y cinco, doscientos cuarenta y seis... —murmuraba apenas rota y audible la voz de Murphy mientras este contaba por quizás milésima vez cada pequeña línea del suelo de la habitación—. Doscientos cuarenta y cuatro, doscientos cuarenta y cinco, doscientos cuarenta y seis... dos... doscientos cuarenta y cuatro, dos... doscientos cuarenta y cinco... si... cuarenta y cinco... doscientos cuarenta y seis...

—¡Jarek! —se escuchó resonar una voz en el pasillo acompañada de unos presurosos pasos—. ¿Qué haces ahí?

El niño que levantó la mirada pillado en falta al ver a Luna kom Floudon Kru, líder del Pueblo Floukru acercarse a él se quedo muy quieto pero luego señaló hacia el interior de la penumbrosa habitación.

—Luna, mira... —susurró el niño con asombro señalando con el dedito a Murphy en el suelo—. ¿Por qué hace eso?..

Luna que ni se había percatado de que pudiese haber nadie en la habitación, tomó al niño de la mano para apartarle de aquel lugar y cerrar la puerta cuando volvió la cabeza y le vio allí.

—Doscientos cuarenta y cuatro, doscientos cuarenta y cinco...

—¿Qué le ocurre? —preguntó la vocecita infantil de Jarek a Luna sin entender.

Luna que tragó lentamente le apartó de la puerta y se agachó frente a él.

—Algunas veces cuando perdemos a un ser querido, nuestra mente, nuestro corazón... tarda en entender que esa persona ya no volverá, no en esta vida al menos... —quiso explicarle ella para que el niño comprendiese—. Pero recuerda siempre esto, Jarek... la muerte nunca es el final...

—La muerte no es el final... —repitió Jarek asimilando una vez más las palabras de Luna y la lección a aprender.

—Eso es... —repuso Luna envolviéndole cálidamente entre sus brazos en un estrecho abrazo antes de posar los labios sobre su pelo—. Ahora necesito que regreses al comedor con Derrick, ¿vale?...

Jarek que se separó asintió con la cabecita.

—Yo no tardaré en reunirme con vosotros.

—Está bien —dijo Jarek algo más seguro de si antes de darse la vuelta no sin antes dar una última mirada a la habitación y alejarse por el pasillo de allí.

Luna que le vio alejarse, se aseguró de que hubiese desaparecido antes de volver la cabeza de nuevo hacia la habitación acercándose a ella despacio.

Murphy continuaba absoluta y completamente absorto repitiendo los mismos números una y otra y otra vez. Luna había visto algo parecido más de una vez, sobretodo en sus primeros años al mando de la plataforma. Las secuelas de la guerra podían ser críticas y devastadoras, ¿pero esto?...

No, esto no tenía nada que ver con la guerra. Ni siquiera con algo que pudiera parecérsele, no... esto era... diferente en todos los sentidos.

Luna que traspasó el marco de la puerta viéndole iluminado tan solo con la luz que arrojaba el pasillo, tragó lentamente antes de atreverse a hablar.

—Lamento mucho tu perdida, John Murphy.

—Doscientos cuarenta y seis... no, dos...doscientos cuarenta y cuatro.. —continuó murmurando él una vez más muy lejos de allí.

Luna tanteó la pared con la mano y cuando los paneles fluorescentes del techo se encendieron, el rostro le cambió de golpe.

Murphy no estaba contando las líneas del suelo, estaba trazando esos números con sangre, con su propia sangre una y otra vez por toda la habitación destrozada.

Luna que palideció súbitamente se aproximo hacia él agachándose rápidamente para parar sus muñecas y evitar que siguiese escribiendo con sus ensangrentados dedos.

—¡Murphy! —trató de detenerle ella y captar su atención mientras este continuaba contando y mirando los números superpuestos unos sobre otros con su sangre—. ¡Murphy!

Aquella pequeña sacudida por sus muñecas logró que levantase la mirada del suelo y mirase compungido el rostro de Luna.

—Lo siento, Murphy —pronunció la líder Floukru mirándole a los ojos con honestidad—. Siento mucho tu perdida pero Emori no querría que te hicieses esto. No en su nombre...

—Doscientos... doscientos cuarenta y cuatro... cuarenta y cuatro, Luna... —siguió murmurando él mientras sus ojos se llenaban de lágrimas—. Doscientos cuarenta y cinco...

Luna que no podía entender eso asintió despacio buscando algún atisbo de realidad en sus ojos, algún atisbo de verdad.

—Significa algo, ¿verdad? —preguntó ella nuevamente tratando de que enfocase su atención en ella y no en el suelo—. Sé que significa algo, explícamelo, ¿quieres?...

John Murphy frunció el ceño entre lágrimas y asintió lentamente a sus palabras.

—Bien, te escucho...

—Dos... doscientos cuarenta y cuatro días... tardé... yo... yo tarde en enamorarme de ella... dos... doscientos cuarenta y cuatro días... —Luna asintió lentamente para que prosiguiese—. Doscientos cua... cuarenta y cinco en decirselo... ella... ella no lo sabía, sé que cree que lo sabía pero no lo sabía... —intentaba explicarle entre lágrimas John a Luna—. No sabía cuanto... cuanto la amaba... cuanto la quería... so... solo dos... doscientos cuarenta y seis días... pude estar a su lado... yo... yo quería estar a su lado, quería estar a su lado... debía estarlo... debía...

Luna que sintió fallar su voz y luego desquebrajarse a Murphy en mil pedazos sintió mucha lástima por él.

—A veces el destino tiene preparadas para nosotras cosas dolorosas, Murphy pero también cosas maravillosas. Emori lo era, y sé que os volveréis a ver pero hasta que ese momento llegue, debes dejar ir el dolor... —murmuró Luna compasiva buscando sus ojos—. Todo ese dolor que sientes porque solo en la serenidad encontrarás la paz que necesitas para seguir adelante...

—Quiero volver a verla, Luna... quiero... quiero volver a estar con ella, quiero ir a su lado... —murmuró John desgarrado mientras las lágrimas rodaban lentamente por su rostro—. Quiero irme con ella...

—Aún no ha llegado tu momento, John Murphy...—murmuró Luna llevando la mano hacia su mejilla para acunarla y que la mirase—. No ha llegado. Deberas recorrer esta orilla junto a nosotros hasta que desde la otra seas llamado y te prometo... te prometo que ella estará allí aguardándote...

Murphy que retuvo las lágrimas bajo la mirada al suelo y Luna le rodeó con sus brazos acogedora y estrechamente.

—Permite que nosotros cuidemos de ti, John Murphy solo hasta que ese momento llegue...—prometió ella escuchándole romper a llorar en su hombro al tiempo que se llevaba la temblorosa y ensangrentada mano a la cara—. Y prometo que entre los nuestros, jamás volverás a sentirte solo...

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 3 ... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora