418. Dicen Que Vendrá...

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El húmedo y gélido aire de la mañana quedaba ya muchas horas atrás en el tiempo. El estruendoso sonido de tambores y cuernos ceremoniales había cesado antes de caer la tarde oculto entre sofocantes gritos de dolor y el fragor del acero en la encarnizada lucha.

Ontari retiró su espada con fuerza desenterrándola de otro guerrero trakara y la sangre salpicó su rostro al tiempo que su acelerada respiración se entrecortaba. A su alrededor, todo cuanto podía entrever era sangre y muerte.

Guerreros de Azgeda caídos, guerreros de Terra Ianka desgarrados y muertos. Salvajes despedazando entrañas y cuerpos. Aquel terror no parecía tener fin.

Las llamas se habían descontrolado consiguiendo que algunas tiendas cercanas y chozas se incendiasen. Aquella multitud impía, aquel gentío encarnado que clamaba contienda y sangre, terminó siendo diezmado pocas horas después de que la reina de Azgeda arribase a su costa.

Tras una sangrienta lucha Azgeda tocaba el cuerno de la victoria y lo que quedaba en la costa de aquel grotesco pueblo se arrodillaba frente a la poderosa y joven reina de la Nación del Hielo.

Las llamas lograron alcanzar la pira de cuerpos mutilados y desde lo más alto gruesas y negras lágrimas se deslizaron por el manchado rostro de Ontari cuya comisura de los labios se torció en una sonrisa dantesca y fría que hizo brillar todo aquel odio de su corazón.

Halena despertó bruscamente sobre la mullida alfombra frente al fuego, tanto que despertó a Aden que dormía a su lado cubierto con buena parte de la manta y a Natshana que dormitaba cerca al calor de la enorme chimenea.

—Halena, ¿qué pasa? —preguntó el Natblida nada más verla de aquella angustiosa manera—. ¿Qué ocurre?...

La joven Anorah parpadeó aún absorta en aquella ensoñación y temblando como estaba fue incapaz de articular palabra.

—Halena, eh... —volvió a intentar Aden esta vez más preocupado al verla así acercando la mano a su rostro—. Tranquila...

—Ella va a venir... —fue lo único que pudo murmurar Halena en un afectado susurro sin dejar de mirar consternada al frente.

—¿Quién va a venir? —preguntó Aden sin entender nada de lo que decía—. ¿De quién hablas?

—Está marcada... —murmuró Halena lentamente siendo cada vez más consciente de ello mientras sus ojos se cristalizaban en lágrimas—. Yo estoy marcada...

Aden que comprendía cada vez menos creyó que solo era presa de un mal sueño.

—Halena, no... no entiendo de lo que hablas... —intentó tranquilizarla él apelando a la poca razón que debía tener la chica en aquellos instantes—. No entiendo nada...

—Ella... —susurró entrecortadamente Halena mientras el terror hacía temblar su cuerpo y colapsaba su mente—. Ella...

—Eh, cálmate solo... solo ha sido un mal sueño, tranquila... —intentó calmarla Aden al verla reaccionar así—. Solo ha sido un mal sueño, solo eso...

Pero Halena estaba convencida de que no era así. Aden no parecía entenderlo, Aden desconocía aún la magnitud y el alcance, lo que significaba para la joven Anorah tener un sueño así pero pronto lo sabría.

Pronto entendería su horror y su miedo, pronto lo compartiría porque hasta ahora el joven Natblida desconocía lo que en el corazón de Halena nacía.

El terror mayor infundado. El pavor, el horror y la impotencia de quien lo sabe perdido todo de antemano. La ausencia y el dolor, la falta de esperanza y de candor...

El desazón...

—Ven, abrázate... —murmuró él mientras la envolvía entre sus cálidos brazos en ademán protector—. Abrázate a mi... —susurró posando los labios en su pelo sintiéndola temblar en su hombro—. Todo va a ir bien, tranquila, todo va a ir bien...

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 3 ... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora