402. ¿Por Qué No Quieres?

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El temblor pudo sentirse en Polis pero sobretodo en los bosques de la Comandante de la Sangre.

Enormes bandadas de exóticas aves desprendieron su vuelo huyendo, sobrevolando el nublado cielo de Polis mientras la tierra se abría y no cesaba de temblar.

La imponente Torre de Polis sorprendentemente había resistido aunque sus cimientos se habían visto un tanto afectados.

Muchas de sus gentes habían salido a las calles alarmados por la fuerte sacudida, otros muchos habían preferido mantenerse a resguardo temerosamente dentro de sus muros.

Aranae permanecía acurrucada en la cama de Jusheda, primogénita de la Heda de los Catorce Clanes y heredera de la Coalición, sumida en un profundo sueño gracias a las hierbas medicinales que una de las sanadoras le había dado y Halena había decidido quedarse allí con ella.

Momentos antes del temblor, Natshana que había estado fuera en la terraza jugueteando, entró corriendo en la habitación y enseguida la busco, mordiendo, arañando y jalando del bajo de su vestido con los dientes como si quisiese sacarla de allí.

En un primer momento, Halena no comprendió lo que la pequeña pantera intentaba, pero medio segundo después sintió como el suelo y las paredes comenzaban a temblar, los muebles a sacudirse y algunas cosas a desprenderse y caer al suelo.

Halena que se había puesto en pie enseguida, se acercó a la cama para despertar a Aranae notando a Natshana jalar más de su vestido y corretear nerviosamente a su alrededor gimoteando. Justo cuando se disponía a despertarla, todo paró.

El temblor se detuvo.

La habitación quedo en calma y nada más se movió.

Natshana gimoteó un poco más, subió a la cama reclamando atención. Olisqueó a Aranae y dando algunas vueltas sobre si misma se acurrucó junto a ella en ademán protector.

—Natshana no... —susurró Halena inclinándose para cogerla en brazos y bajarla de la cama—. La despertarás...

Natshana le gruño en cuanto intento apartarla y Halena frunció el ceño, era la primera vez que se comportaba de aquella manera con ella.

—¿Pero qué haces? —murmuró Halena sin entender esa reticencia antes de verla acercarse nuevamente a Aranae que siguió durmiendo ajena a aquel movimiento sobre el colchón—. ¿Por qué no quieres que me acerque a...?

En cuanto Natshana con sus pequeñas patitas giró sobre si un par de veces y se acurrucó contra el vientre de Aranae, el rostro de Halena que hasta aquel instante había permanecido desconcertado y confuso, cambió en cuanto todo hizo "clic" en su cabeza comprendiendo al fin lo que ocurría.

Santa Pramheda...

¿Cómo no lo había percibido antes? ¿Cómo se le había escapado aquello?...

La puerta de la habitación se abrió tan inesperadamente que la sobresaltó y en cuanto volvió la cabeza, el rostro de Treior parecía consternado de pura preocupación.

—¿Estáis todas bien?

El rostro de Halena denotaba una abrumadora sensación de desasosiego y desconcierto pero asintió quedamente antes de volver a fijarse en Aranae y luego en Treior.

—Estamos bien, si... todas... todas estamos bien...

Treior que cerro sus ojos dio gracias por ello a los cielos, sin poder evitar llevar la mano a su pecho con alivio.

Si algo malo volviese a ocurrirles a alguna de las dos, sobretodo a Aranae, jamás se lo perdonaría.

Jamás...

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 3 ... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora