465. Presagios De Dudosa Naturaleza

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Las velas titilaban en el más absoluto de los silencios. La tormenta había amainado fuera dejando una ciudad cargada de olor a madera acre y a madre selva. Bajo la imponente torre de Polis, yacía la confortable estancia secreta reservada tan solo a unos pocos privilegiados.

Gaia una de las Sedas Fleimkepas, sacerdotisa y guardiana del legado de la Sagrada Llama, medita arrodillada en el suelo a los pies del altar dedicado a la Primera Comandante, Becca Pramheda.

La Sagrada Orden de la Llama está bajo su mando desde que Titus el viejo Fleimkepa y guardan de la Llama pereciese tras su traicionera afrenta a la Primogénita de Heda, Halena kom Kongeda.

En las inmediaciones del Templo grandes charcos y derruidas barricadas de madera cubren buena parte de las entradas, impidiendo el paso a todo aquel que no acceda desde el interior de la torre relegándoles al retiro y al internamiento.

El cometido de la Orden y los Sedas, siempre había sido recorrer las tierras de la Heda de los Catorce Clanes en busca de nuevos Natblidas que reclutar y atraer a Polis para comenzar su entrenamiento y salvaguardar el legado de Becca Pramheda.

Los Natblidas o Sangres Nocturnas siempre habían sido pilares fundamentales de la sociedad trigeda, pero desde que la Comandante de la Sangre había decretado que el Cónclave dejaría de ser forzosamente obligatorio, y que los Natblidas hasta ahora existentes serían los nuevos regentes de los Clanes, su labor se había visto mermada junto con todos sus esfuerzos.

Gaia como sacerdotisa al igual que los otros miembros de la Orden de la Sagrada Llama, estaban descontentos.

Al igual que Jus Drein, Jus Daun había sido siempre, la tarea que desempeñaba la Orden era tan antigua, tan trascendental para la sociedad trigeda que seguía siendo primordial para conservar los cimientos de su civilización que su labor jamás desapareciera.

Sordos pasos aproximándose a ella sobre la húmeda tierra, hicieron que la sacerdotisa abriese los ojos súbitamente ofreciendo su espalda a aquella presencia.

—¿Qué te trae hasta aquí, joven Natblida? —preguntó tras unos instantes en silencio.

La novicia e inexperta chica que yacía de pie tras ella sobre un pequeño charco que las goteras del techo habían logrado filtrar durante la tormenta, observó aquel sagrado lugar con cierta subordinación y acatamiento.

—He tenido un mal sueño —respondió la joven contemplando su figura a la luz de las velas.

—Los sueños son meros precursores de nuestros deseos y anhelos —contestó Gaia suavemente volviendo a cerrar sus ojos, llevando la mano hacia su frente sosteniendo en ella el sagrado colgante que afianza su estatus como Seda.

—No deseo ver a Heda muerta, así que necesito encontrar el significado a todo esto —le pidió la chica con quedo gesto.

Aquello captó la atención de Gaia en el mismo momento haciendo que se volviese para verla.

—Yham, háblame de ello —dijo la sacerdotisa poniéndose en pie con todos sus sentidos puestos en ella.

—La he visto, la he visto muerta —se atrevió a decir la joven Natblida conteniendo el aliento llevando la mano a su pecho—. Era real, sé que lo era.

Gaia que se la quedo viendo largos instantes en silencio reflexiono dubitativa llena de recelo.

—Las voces de los antiguos Comandantes os hablan en sueños —anunció Gaia tras un momento—. Es posible que deseen transmitirte algo más que una revelación, quizás sea una advertencia.

Yham que se la quedo viendo largamente en silencio bajo ligeramente la mirada con recelo.

—Necesito verla, necesito comunicarle lo que he visto y que este prevenida ante ello —acertó a decir la Natblida no muy convencida de eso—. Por favor, Seda...

—Tu lugar está aquí con nosotros, no allí arriba con ella —advirtió Gaia con serena dureza—. Aún eres una novicia, no estás preparada para atraer su atención y mucho menos para comunicarte con ella. Otros Natblidas están con Heda, cuando alguno muera es posible que tú o algún otro Natblida le suceda.

—Pero...

—Céntrate en tu labor, si no cumples con nuestras exigencias —reafirmó Gaia con entereza—. Ocuparas el puesto de Seda y te ocuparas de conservar la memoria de Becca Pramheda. Siéntete afortunada, no todas las Natblidas son escogidas para tan gloriosa misión. Y tú mi querida Yham, puede que te conviertas algún día en Seda.

—Pero yo no...

La mirada de Gaia se elevó fulminando a la joven Natblida que se obligo a guardar silencio no queriendo sonar irreverente ante la guardiana del Templo.

—No hablarás con Heda —sentenció Gaia tras un breve silencio—. Te prohíbo siquiera que lo intentes. Si la Comandante es llamada al Otro Lado irá tal como debe ser. Con dignidad, aceptación y nobleza, fin de esta vana cuestión, retírate Yham.

La chica que tragó lentamente quiso apelar de nuevo a su buen juicio, realmente aquel sueño había perturbado la paz de su mente y agitado su mundo por entero. Necesitaba una respuesta, una contundente que guiase su voluntad hacia el lado correcto. En lugar de ello, se rindió sabiendo que no serviría de nada discutir con la sacerdotisa Fleimkepa.

—Si, Seda.

Yham hizo una pequeña reverencia cosa que complació a Gaia, y se marchó tal como había llegado a ella, con la misma actitud discreta.

Gaia que la vio marcharse en silencio, quedo pensativa durante largos momentos. Quizás que la Heda de los Catorce Clanes pereciese fuese algo bueno. Quizás el orden preexistente se restablecería de nuevo y todo volvería a su cauce.

No, no pondría medios para advertir de aquel sueño reflejo.

Lo que tuviese que ser, sería, y desde luego no interferirían ni ella ni los suyos para evitar aquello.

La Sagrada Orden de la Llama, prestaría sus servicios al nuevo Comandante que ascendiese tal como siempre habían hecho y nada ni nadie interferiría para poner fin a ello.

Si para restaurar el orden natural de las cosas Lexa kom Trikru, Heda de los Catorce Clanes, Comandante de la Sangre y precursora de la Coalición debía ver puesta fin a sus días, la Orden de la Sagrada Llama lo permitiría.

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 3 ... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora