488. La Hora Ha Llegado

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Las espesas nubes dejaban entrever algunos rayos de sol que se colaban impactando sobre las gruesas capas de nieve que cubrían las yermas tierras de Azgeda a lo lejos.

Tras reunir a los catorce ejércitos de la Comandante de la Sangre en sus bosques llegados desde diferentes puntos de las tierras trigedas, Halena kom Konjeda había hecho retirar a más de la mitad de ellos.

No porque no le fuesen útiles en batalla, quería asegurarse de que Polis así como todos los clanes de la Coalición contasen con la protección de sus hombres.

Podían haber avanzadillas, espías que tratasen de derrocar a los lideres de los clanes así como habían intentado hacer con Lexa.

Tomar sus aldeas, cobrarse sus tierras. Matar a tantos inocentes como pudiesen.

Ese era un riesgo que la heredera del Pueblo Trigeda no estaba dispuesta a asumir.

Llegados a ese punto, cada uno de los Natblidas conocía ya cuales serían los próximos pasos a seguir y a pesar de alguna que otra reticencia, sabían acatar ordenes, como buenos guerreros que eran.

Desde lo alto de la colina donde la tienda principal de mando se encontraba, la Anorah era capaz de vislumbrar desplegadas por todo el bosque pequeñas tiendas, hogueras y grandes multitudes que reunían fuerzas para el momento en que la gran batalla se tuviese que librar.

Cuando la joven heredera se aparto del borde dirigiéndose de nuevo al interior de la tienda vio a la reina Ontari, el príncipe de Azgeda y consorte de Heda, Roan kom Azgeda y a los Natblidas discutiendo varios puntos de vista acerca de como abordar aquel ataque.

Al parecer, en su ausencia se les había unido Derrick en representación de Luna, la líder del Clan Floukru, Octavia como Canciller y líder de Arkadia y Aden, líder del Clan Ouskejon Kru y tambien otro de los Natblidas de Heda.

Cada cual parecía tener algo vital que aportar al gran plan pero no todos compartían la misma visión que tenía Halena.

Aranae y Keryon por ejemplo, estaban de acuerdo en acabar con sus enemigos pero proponían respetar la vida de sus vástagos. Treior estaba mucho más inclinado a aquella idea que a cualquier otra.

Ontari se mostraba firme y categórica, Roan implacable. Indra había recibido ordenes de proteger ante todo la Torre de Polis con sus hombres.

Si la Torre cayese por algún motivo, la ciudad entera se vería en grave peligro y con ello la Coalición.

—Es inútil seguir debatiendo esto —dijo Roan por enésima vez mirando a todos ellos frente a la enorme mesa con una representación de las tierras de Azgeda y todo aquello que las conformaba representadas sobre un enorme y raído mapa—. Una vez tomada la Fortaleza, recuperaremos la Nación del Hielo. No tendrán más remedio que rendirse y ceder.

Aden que levanto la vista de la mesa al ver entrar a Halena ni siquiera recibió una mirada suya la cual se acercó a ella en silencio.

—Si pero solo hace falta derrotar a su rey o a su reina, quien sea que ahora ocupe el puesto de Keryan y obligarles a renunciar a Azgeda —insistió Keryon mirándoles.

—Un asedio puede durar semanas, meses antes de que podamos hacer algo y nuestra gente, la gente que sigue dentro de la Fortaleza podría morir en el proceso —continuó Aranae sacudiendo la cabeza con desaprobación.

—¿Y si enviásemos a alguien a matar a ese supuesto regente? —propuso Derrick posando sus ojos en Halena—. ¿Detendría eso la guerra?

—Yo puedo ir —se ofreció Octavia mirando directamente a Halena—. Regresaré en dos o tres días como mucho.

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 3 ... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora