461. Paremos Esto

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En algún momento durante la truculenta madrugada la lluvia se había vuelto fría y torrencial. El viento azotaba con fuerza el contrachapado de la nave, de la torre y empapaba las tierras donde Arkadia se asentaba sin tregua alguna ni descanso.

Parecía que nunca fuese a acabar.

Algunos fugaces relámpagos iluminaron el oscuro cielo e instantes después se escuchó el gutural estruendo a lo lejos.

La tormenta no parecía querer alejarse de ellos.

En la añeja torre de madera en la que estaban John Murphy y Luna kom Floukru, líder de su clan la madera parecía empaparse más y más a medida que pasaba el tiempo.

Luna se veía especialmente hermosa aquella noche, lucía como un ágil gato, como una atrayente pantera, no pudo evitar pensar Murphy deleitándose con su silueta.

Apartándole la melena a un lado John Murphy volvió a posar sus cálidos labios allá donde la piel de su cuello se veía más y más tierna, besando y rasgando en ella. Haciéndola suspirar, y apretar sus dedos entorno a su mojada chaqueta, al tiempo que la apoyaba contra uno de los paneles cuya madera filtraba el agua que provenía de fuera.

Cuando Murphy la hizo volverse hacia él enfrentando sus cautivadores ojos, la pego de la madera con fuerza tomando posesión de su boca con fuerza, haciéndola gemir y jadear cuando su mano se perdió nuevamente entre el calor de sus piernas, sucumbiendo ambos al ardiente deseo que les envolvía.

Y es que le era imposible dejar de tocarla, de acariciarla, de besarla, de marcarla...

Los dos sabían que aquello estaba mal, sabían que no debían continuar con aquello pero sencillamente no podían dejar de hacerlo.

Llevaban casi toda la noche juntos bajo aquella estrepitosa tormenta y aprovechaban la improbabilidad de que alguien con aquella lluvia, saliese fuera y los viera.

No, ahora mismo esa era una remota posibilidad de la que ninguno se quería dar cuenta.

Solo estaban Murphy y Luna. Luna y Murphy. Solo ellos, juntos, nada más.

Aquel beso se volvió caliente, apasionado algo más rudo de lo pretendido. Sus lenguas exploraban, sus cuerpos se pegaban y buscaban.

—De... debemos parar, John —murmuró Luna sin dejar de besarle ávidamente sintiendo como este recorría con sus manos por entero su cuerpo.

—Adelante —jadeó él en su boca al tiempo que bajaba por su cuello llenando su piel de ardientes besos—. Parame —la desafió él con una sonrisa genuinamente cómplice apartando la tela que cubrían sus hombros volviendo a besar más hasta dejar al desnudo su pecho, haciéndola cerrar los ojos de puro deseo sustituyendo la tela que lo cubría por su boca cargada de anhelo.

Santa Pramheda, solo pudo pensar Luna una vez lo sintió entrar dentro de su cuerpo.

Luna se aferro a sus desnudos y marcados hombros dejándose llevar por aquel fuego que la recorría de arriba a abajo por entero y gimió aún más al sentir como Murphy comenzaba su movimiento.

Verdaderamente necesitaban parar, al menos unos segundos para recobrar el aliento.

Murphy le parecía insaciable, incorrecto. Un amante y devorador hambriento.

Luna sintió la mano de Murphy posarse sobre su otro pecho estrujando, ansiando ávido de deseo y sus labios se encontraron de nuevo acallando los sonidos provenientes de ellos.

Como amante, John Murphy era increíble, afanoso, ardiente y sediento.

Entre sus brazos se sentía tan deseada, tan codiciada y apetecible, que dejar que no la tocara aquello le suponía todo un reto.

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 3 ... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora