376. Mensaje

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Los últimos rayos de sol del día, hacían que la gruesa capa de hielo que cubría todo el norte de Azgeda, la bella pero letal Nación del Hielo brillase más aún que al salir el sol.

Ontari que llevaba el rostro cubierto por la pintura blanca de guerra de Azgeda y el rostro salpicado por la sangre que de sus enemigos había derramado a orillas de la costa, retrocedió en su caballo espada en mano contemplando como cada guerrero de los suyos hacía lo propio cuando alguno de los barcos intentaba desembarcar.

—¡No podremos seguir así eternamente, Ontari! —reconoció Roan, Príncipe de Azgeda y consorte de la Heda de los Catorce Clanes situado a su derecha con las mismas pinturas de guerra adornando su rostro mientras sujetaba las riendas de su caballo y su espada—. ¿Han caído cuantos? ¿Cientos de ellos? ¿Y todavía no han demandado nada? ¿Qué es lo que quieren?

—¡Sea lo que sea, no se los daremos! —contestó la reina de la Nación del Hielo endureciendo su rostro al ver los barcos mecerse al acercarse a la costa—. ¡No rendiré Azgeda a unos foráneos!

La gélida brisa invernal que disipó la bruma hizo que el sonido de los cascos de los caballos resonaran aproximándose desde el este.

Tanto Ontari como Roan volvieron la cabeza viendo a uno de sus más destacados guerreros dirigirse a ellos.

—¡Mi reina! ¡Príncipe! —elevó la voz el hombre en gesto respetuoso deteniendo su caballo que relinchó por el brusco jalar de las riendas.

—¿Hakhar? —inquirió la reina con expectación sosteniendo las riendas del suyo con firmeza.

—¡Os envían un mensaje, mi reina! ¡Uno de sangre! —repuso el férreo guerrero justo antes de meter la mano en la alforja y sacar la cabeza de uno de los generales de Ontari—. ¡Quieren que os reunáis con ellos o han prometido que cada mujer, hombre y niño bajo vuestro mandato así acabará!

La expresión de Ontari se endureció más aún al escuchar eso, volviéndose aún más fría e implacable.

—¿Eso han dicho?

El guerrero asintió dejando caer la cabeza a los pies del caballo de Ontari que retrocedió instintivamente.

—Ontari...—Roan, conocía demasiado bien aquella expresión de turbia determinación.

—Bien —anunció la reina cargada de dureza—. ¡Yo les enviaré otro aún mejor! —prometió ella volviéndose hacia las hileras de guerreros y guerreras apostados frente a la costa de Azgeda—. ¡Uno que no van a poder olvidar!

Roan que contempló la expresión en el rostro de Ontari supo que hablaba muy en serio, y se lamentó por el pobre infeliz que estaba osando enfrentarse a ella.

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 3 ... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora