444. Nada

196 32 10
                                    


No estaba acostumbrada a tantas atenciones, al menos no en el ambito más privado de su intimidad, pensó Lexa kom Trikru, Heda de los Catorce Clanes y Comandante de la Sangre, Precursora de la Coalición viendo como Clarke kom Skykru, la legendaria Wanheda y Embajadora del Pueblo Celeste deshacía lentamente el dorado nudo que mantenía cerrado el oscuro y largo vestido a la altura de su pecho.

Clarke parecía demasiado concentrada en su tarea mientras jalaba lentamente del cordón fijándose con detalle en como la tela comenzaba a abrirse dejando entrever la sugerente linea que separaba sus pechos.

Lo hacía con tanta delicadeza, con tan mero cuidado que por un momento la Comandante de la Sangre se recordó a si misma que necesitaba respirar.

Aquel momento, aquella situación estaba siendo nueva para ella, aquel cuerpo del que iba conociendo cada vez más centímetros de piel y memorizándolo para el recuerdo Clarke, quería hacerlo suyo.

Lexa sintió estremecer su piel en cuanto la suave brisa de la habitación que habían dispuesto para ella en Arkadia, entro en contacto con ella.

Clarke deslizó las manos por debajo de la tela del vestido arrastrándola lentamente hacia sus hombros y en cuanto esta se abrió más dejando ante ella el desnudo cuerpo de la Comandante, la tela cayó al suelo arremolinándose en sus pies.

Que belleza.

Que porte.

Aquella odiosa tela tan solo ocultaba el cuerpo de una diosa, fue todo cuanto por la mente de Clarke paso.

Lexa era tan hermosa, tan bella.

Los azules ojos de Clarke contemplaban los suyos fijamente mientras la imponente Heda parecía acalorarse sintiendo aquella mirada descender por su nariz, sus labios, su cuello, su clavícula, su pecho, su vientre...

Oh dios, su vientre.

Una punzada de culpa le atenazo el estomago por un momento.

Ella jamás creyó ser capaz de traicionarse a si misma y caer en las manos de alguien como Roan, Príncipe de Azgeda y en cierta manera aunque Clarke jamás había reclamado aquella piel como suya antes de todo lo ocurrido, Lexa sintió una pizca de traición hacia ella en su interior.

Clarke que estaba maravillada con aquel cuerpo desnuda que lucía ante ella, iluminado tan solo por la tenue e intima luz de las velas pareció darse cuenta de ello, y en lugar de decirle nada, acercó las manos a su rostro y la beso apagando cualquier clase de duda por parte suya.

Clarke la amaba, la quería como jamás antes había podido querer a nadie y quería que Lexa así lo sintiese. Quería capturar sus labios lentamente y hacerla olvidar cualquier clase de dolor, de inseguridad, de preocupación.

El cuerpo de Lexa reacciono al sentir su cálida y húmeda lengua introducirse en su boca acariciando la suya y brindándole ese tipo de placer que solo conseguía estando con ella.

Atrás quedaban Zaffron, Lincoln, Kane, Jackson, Akeyla, Harper o cualquier otra persona que supusiese un atisbo de dolor para ambas, tan solo existían ella y Clarke.

Tan solo ellas...

El caliente baño que Clarke se había afanado en prepararle desprendía un ligero vapor que empañaba cada superficie de la habitación.

Raven había hecho un buen trabajo proveyéndoles de agua caliente utilizando algunos viejos recursos de los antiguos pisos de la nave.

Las cálidas manos de Clarke se deslizaron por sus caderas al tiempo que aquel beso se iba volviendo más y más intenso sin necesidad de palabra alguna, entregándose a aquel intimo momento juntas.

Las manos de Lexa fueron a parar al bello rostro de Clarke que sofocado por aquel beso iba adquiriendo otro color por momentos.

Esta vez no era como las otras, esta vez había algo distinta en ella.

Quizás fuese la promesa de Lexa de buscar la forma de romper su unión de sangre con Roan para estar con Clarke o quizás que todo lo ocurrido en aquellos últimos días habían hecho mella en ambas, fuese como fuese estaban disfrutándolo y no querían cambiar nada más.

Una de las manos de Clarke abandonó su cintura y deslizándose por su curvilíneo vientre se deslizó entre sus piernas como atraída por su humedad y su calor.

La exhalación que la Comandante de la Sangre emitió en sus labios fue suficiente para que la temperatura se disparase aún mas por toda la habitación y Clarke movió su mano repitiendo aquella caricia queriendo escuchar ese ansiado sonido otra vez.

Una nueva respiración entrecortada, un nuevo gemido.

La humedad de la Heda de los Catorce Clanes era tal que Clarke podía sentir su mano empapada al tiempo que conseguía deslizarla nuevamente y sus dedos comenzaban a adentrarse en el punto más caliente de Lexa, escuchándola pronunciar su nombre quedamente.

—Cl...Clarke...

Los labios de Clarke volvieron a buscar su boca cada vez con más necesidad acallando aquella queda voz suya que tanto la deleitaba y un nuevo jadeo resonó huecamente por toda la habitación.

Las manos de Lexa no tardaron en abandonar su rostro y deslizarse por su cuerpo sobre la suave tela que cubría a la rubia Wanheda.

Clarke murmuro al sentirla ávida de necesidad y cerro los ojos cuando Lexa la hizo retroceder torpemente pegándola de la metalizada pared hacia atrás.

Heda parecía querer devorarla por entero, hacerla suya y no volver a dejarla ir nunca más.

Quizás fuesen las hormonas del embarazo, quizás fuese toda aquella agitación, fuese como fuese necesitaban un momentazo como aquel y ni nada ni nadie iba a arruinar lo que juntas habían construido.

Nada.

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 3 ... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora