La pálida luz de la luna en el estrellado cielo de la noche aportaba un halo de luz mágica que hacía resplandecer la inmensa inmensa ciudad de Polis, capital de la Coalición como ninguna otra noche invernal.
La imponente Torre, hogar de la Heda de los Catorce Clanes y la Coalición se erguía orgullosa en medio de toda la ciudad pudiendo contemplarse casi desde cualquier confín de tierra que no ocultasen las montañas.
Cuando Halena llegó al último escalón de la última planta, lugar de las estancias privadas de la Comandante de la Sangre tembló ligeramente mientras la incertidumbre y la emoción llegaban a ella en una oleada más que intensa.
Le había costado muchísimo, le había costado mucho pero finalmente había conseguido volver con su madre de nuevo allí.
Anhelaba tanto verla, tenía tanto que decirle. Tanto que agradecerle, tanto que contarle...
Las cosas que había visto, las experiencias que había vivido... las inesperadas sorpresas que le deparaba el futuro y de las cuales, Lexa no sabía nada aún...
Rashesh había sido de gran ayuda, él le había mostrado de lo que era capaz, le había enseñado formas de canalizar toda aquella energía, aquellas emociones, sensaciones y sentimientos ajenos que le llegaban.
Necesitaba aprender, necesitaba hacerlo si quería aceptar lo que era y utilizarlo para mejorar las cosas.
No era una sucia Wadesha, era una orgullosa Anorah integra y con honor. No iba a avergonzarse nunca más de ello y desde luego no iba a volverse a rechazar ni a disculparse por nacer diferente al resto.
Y si Lexa kom Trigeda, Heda de los Catorce Clanes y la mujer más poderosa de todas cuanto pisaban esta Tierra era capaz de amarla tal y como era lo que el resto pensase de ella le daba absolutamente igual.
Ahora mismo ya todo le daba igual salvo reunirse con ella y empezar el resto de su vida a su lado.
No quería nada más...
Las manos le temblaron ligeramente mientras a travesaba el pasillo y posaba su mano sobre la puerta disponiéndose a abrirla una vez más. Necesitaba centrarse, calmarse porque a ella llegaban toda clase de abrumadores sentimientos que interferían con los suyos propios logrando una conexión emocional tan fuerte como nunca antes había logrado sentir ninguna.
Clarke estaba allí, Clarke estaba con ella. Podía notarlo, podía sentirlo incluso antes de abrir la puerta pero cuando finalmente se decidió y lo hizo la escena que se encontró le encogió el corazón.
Clarke que se mantenía sentada sobre la confortable cama con la espalda apoyada en el dorado cabecero que recubría la pared acariciaba tiernamente el brazo de Lexa que permanecía completamente dormida a la luz de las velas con la espalda apoyada contra su pecho, y la cabeza sobre su hombro mientras su mano reposaba sobre su vientre y la de Clarke protectoramente sobre la suya.
Parecía tan extenuada... tan frágil en aquel momento, tan vulnerable que a Halena se le humedecieron los ojos al pensar en alguien tan odioso como Nirrath queriéndole causar algún dolor.
Clarke que llevaba ya rato contemplándola apaciblemente dormir levantó la mirada de ella hacia la puerta cambiando súbitamente la expresión de su rostro al ver a la niña allí.
—He vuelto... —murmuró Halena en voz muy baja casi para si.
Clarke que se la quedo viendo con emoción se dispuso a moverse para despertar a Lexa pero Halena la detuvo enseguida.
—No, por favor... —le pidió ella en un susurro dando un paso hacia delante para detenerla—. Dejala dormir un poquito más...
Clarke que se dio cuenta de la manera en la que Halena miraba a Lexa, sintió un nudo la garganta y un dolor intenso en su corazón.
ESTÁS LEYENDO
Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 3 ... (#TheWrites)
Fanfiction#1º Premio The 100 Awards 2016. #Premio Prime 2017 Distinción Fluidez En La Trama. #1º Premio Fanfic PremiosParati17. #Nominación Triologías Premios Pluma 2017. #3º Premio Fanfic Saturno Awards 2019. Grandes...