430. Amor

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Las últimas gotas de lluvia resplandecían sobre las frondosas hojas de los bosques de la Comandante de la Sangre.

La tormenta que había azotado todo a su paso, quedaba ya muy lejana a sus ojos. Gabbah, que se afanaba en recoger algunos rojos frutos en el bosque muy cerca del río, vio como de entre las cortinas de su tienda, Lincoln emergía cubriéndose los ojos con la palma de mano un tanto débil aún para protegerse de la luz del sol.

—Es pronto para que estés en pie... —dijo la serena mujer continuando con su tarea al verle lentamente acercarse—. Esa herida, necesita más tiempo para sanar...

—Estoy bien...—repuso Lincoln bajando la mirada hacia la cataplasma que tan afanosamente Gabbah se había esforzado en labrar para él.

—La terquedad es un rasgo que te une a mi hijo... —comentó ella con media sonrisa dejando el canasto nuevamente en el suelo.

Lincoln que miro a su alrededor, no vio al chico por ningún lado y eso le preocupo un poco.

—Ha ido a buscar algo de madera seca, la tormenta lo ha empapado todo y necesitamos almacenarla para los días venideros...

Lincoln que hizo el gesto de quitarse la venda que le inmovilizaba el brazo, vio como ella se acercaba a él como un resorte.

—Eh, eh —protesto Gabbah inmediatamente apartándole la mano del brazo—. ¿Qué crees que estás haciendo?...

—Debería estar ayudándole, es lo mínimo para agradeceros lo que habéis hecho por mi —se disculpó Lincoln con cierto pesar.

—No, no —contesto la mujer viéndole con gesto benevolente pero tenaz—. Flavius es un muchacho muy fuerte, no necesita tu ayuda para traer leña al hogar. Tú mejor, recuéstate y descansa...

Lincoln que tragó lentamente se toco instintivamente e herido y vendado brazo. Tal vez era hora de liberar a aquella mujer y a su hijo de su cuidado.

—Debería irme, lo último que querría ser es una carga para vosotros.

—La tierra ha temblado, lo que significa que es probable que lo haga otra vez. El bosque está anegado y el desprendimiento ha hecho que algunos de los animales se refugien en algún lugar, los caminos han sido devastados, ¿te arriesgarás a marchar tan pronto de aquí?...

A decir verdad, aquella experiencia tan cercana a la muerte había traído a su mente el recuerdo de Octavia.

La preocupación, la incertidumbre que estaba carcomiéndole por dentro al no saber si el temblor habría afectado a ella y por consiguiente a Arcadia, le torturaba por haber huido así.

No fue inteligente por su parte...

Tal vez y solo tal vez se equivocó al hacer caso a Bellamy y abandonarla. Cierto era, que las circunstancias le habían avocado a la culpa, al más absoluto caos, a la vergüenza y al horror, pero Clarke en su infinita misericordia había tratado de no culpabilizarle de lo ocurrido y de tratarle inmerecidamente con honor.

Había sido duro, muy duro enfrentar todo aquello para ella y también para él, para que negarlo.

Bellamy le había condenado con dureza, le había dicho cosas que le habían hecho sentir la persona mas vil y despreciable que poblaba la Tierra y él había sucumbido a la presión.

Quitarse la vida, le había parecido acertado pero ahora con el paso de los días, con la tormenta y calma serena lo había pensado mejor.

Amaba a Octavia, ella era la razón por la que su corazón aún latía y quizás fue la desesperación de saberla perdida lo que hizo que tomase aquella drástica decisión.

Pero no había sido Octavia, ¿verdad?...

No, no había sido ella quien le había sacado de su vida. Había sido Bellamy en su lugar, quien había tomado aquella decisión.

—Debo partir en busca de alguien querido para mi, Gabbah... —articuló lentamente tras sopesar un momento—. Creo que le debo una explicación y necesito asegurarme de que este bien. Lo comprendéis, ¿verdad?...

Gabbah que se le quedo mirando con cierta ternura y aprecio, ladeo ligeramente la cabeza para sonreírle dulcemente.

—¿Cómo no?...

El alivio sustituyo al ansia de Lincoln y acercándose a ella con su brazo la rodeo.

—Gracias por todo, Gabbah. Tú y Flavius, siempre tendréis un lugar en mi corazón.

Gabbah asintió profiriéndole el mismo aprecio antes de separarse un poco de él y mirarle.

—Prepararé algunas cosas para que prosigas tu viaje, amigo... —dispuso ella con genuina generosidad dándole una mirada de cariño—. Estoy segura de que esa persona, aguarda con ansia tu vuelta. Si el destino os ha unido, no dejéis que nada corrompa vuestro amor...

Aquel era un buen consejo, uno que tomaría de buen grado y con buena disposición.

Octavia merecía algo mejor, sin duda pero él pelearía para ser la clase de hombre que era antes de todo esto y para volver a merecer su afecto y amor.

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 3 ... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora