359. Recuerdos Del Pasado

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El peso del agua hacia que el cubo se balancease en sus pequeñas manos rebosando de un lado y de otro.

El sol había perlado su frente de sudor mientras que el agua del río había empapado hasta más arriba de sus muslos su raído vestido de piel.

El brusco sonido del cubo al soltarsele de las manos y caer al suelo hizo que la niña abriese los ojos de golpe y que se llevase las manos a la boca aterrada. Ya había comenzado a temblar cuando la mujer salió de dentro de la rustica cabaña.

—¡Mira lo que has hecho! —le gritó acercándose a grandes zancadas antes de agarrarla con fuerza por el brazo y apartarla del agua derramada—. ¿Es qué no sabes hacer nada bien?

El zarandeó hizo que la pequeña niña de apenas cuatro o cinco años se encogiese.

—¡Mírame cuando te estoy hablando, Lexa! —le gritó ella furiosa dándole una bofetada que la lanzó al suelo.

En cuanto la mujer avanzó, Lexa arrastró asustadiza su pequeño cuerpo por la tierra intentando apartarse lo antes posible de ella. Sabía que las palabras no servirían de nada y a esas alturas entendía que pronunciar algunas no haría más que enfurecerla.

La mano de la mujer se cernió sobre ella agarrándola con fuerza del pelo para arrastrarla hacia la puerta haciendola pasar por la misma tierra que había empapado.

—¡Hasta un animal podría hacer una tarea tan sencilla como recoger un poco de agua para el almuerzo si se lo pidiese! —le gritó la mujer abriendo la puerta bruscamente antes de soltarla contra el suelo del salón—. ¡Una tarea! ¡Una única y sencilla tarea, Lexa! ¡Ir por agua, ir por agua y traerla! —se agachó golpeándose con los dedos la sien como si Lexa fuese a entenderla mejor por hacerlo—. ¿¿Tanto te cuesta entender??

Su mano se elevó en el aire y Lexa se cubrió instintivamente antes de que la dejase caer pero una voz masculina que salía de la cocina dando tumbos en aquellos momentos las interrumpió.

—¿A qué viene tanto escándalo?

—¡Eso pregúntale a la inútil de tu hija, Zaffron! —contestó de mala gana la mujer antes de darle con el pie a Lexa para que hablase—. ¡Vamos, cuéntale! ¡Cuéntale a tu padre lo que has hecho con el agua!

—Lo siento, papá — murmuró Lexa entre lágrimas sin poder dejar de temblar en el suelo suplicando ayuda a su padre con la mirada—. Se me ha resbalado, lo siento, papá...

—"Se me ha resbalado, papá" —se burló la mujer con un gesto de desprecio endureciendo su rostro—. ¿Se te ha resbalado o lo has hecho a propósito por qué no te he dejado jugar?

—Se me ha resbalado, lo juro mamá... —lloró Lexa suplicando que la creyese al oírla.

—Kalina déjala ya, no soporto cuando se pone de esta manera... —dijo él rascándose un poco sobre el chaleco antes de pasar junto a ellas.

—Es culpa tuya, si hubieses estado aquí para criarla y no en esa estúpida guerra contra Azgeda quizás habría aprendido a hacer algo —le espetó ella más que enfurecida.

—No empieces otra vez —advirtió pacientemente él yendo a sentarse en su viejo sillón para afilar su espada—. Las ordenes de la Comandante eran marchar hacia Azgeda...

—¡La Comandante no pone comida en mi mesa! ¡Tú si! —le gritó la mujer dando unos pasos hacia él mientras que Lexa se escabullía gateando para meterse en un rincón—. ¡Y no estabas para hacerlo!

—¡Pero ya he vuelto! ¿no? —le gritó ahora él al coger su espada colocándola sobre su regazo—. ¿Qué más quieres de mi?

La rabia y la impotencia de Kalina hicieron que se sulfurase aún más y sabiendo que a él no podía hacerle nada se volvió para buscar con la mirada a Lexa encontrándola en el rincón.

—¡Tú ven aquí! —le gritó la mujer dando grandes pasos hasta llegar a ella agarrandola nuevamente del pelo para levantarla mientras que Lexa por el miedo temblaba y se hacía pis encima—. ¡Eres el ejemplo viviente de tu padre! ¡La inutilidad en persona!

—Mamá... —apenas pudo musitar ella sin dejar de llorar sintiendo el dolor que le estaba produciendo aquel tirón.

—Se te ha resbalado, ¿no? —le espetó Kalina sacándola casi a rastras bajo la mirada de Zaffron al medio del salón—. Pues vas a aprender a agarrar bien las cosas a partir de ahora, ya lo verás.. —dijo agarrando fuertemente sus manos con intensión de meterselas en el pequeño fuego que alimentaba el hogar.

Lexa que comenzó a sollozar más fuerte y se resistió gritó llena de pánico, suplicandole que no lo hiciese pero Zaffron se levantó y apartando a Kalina por el brazo la enfrentó.

—¡Ve tú a por el agua y prepara el desayuno mujer¡ —apartándole a Lexa de su agarre hasta soltarla hacia un lado—. ¡Me estáis dando dolor de cabeza las dos!

Kalina que se enfureció cerro los puños con fuerza gritando antes de darle una última mirada a Lexa de inquina y salir por la puerta recogiendo el cubo de mala gana al pasar.

Lexa que se quedo de pie a un lado del salón temblando y llorando abrazada con sus pequeñas manitas esperó a que él la abrazase, la consolase o le dijese algo pero Zaffron tan solo se dirigió al viejo sillón sentándose.

—Más vale que te cambies de ropa y te des un baño apestas desde aquí y no querrás darle más motivos para que enloquezca, ¿verdad?... —cogiendo la piedra del suelo para comenzar a dar lustre a su vieja espada—. Claro que no, claro que no... tu madre hartaría hasta a los paunas... que mujer esta, que mujer...

Una mano en su hombro hizo que Lexa se sobresaltase devolviéndola a la realidad, apartándola de aquel lejano recuerdo y haciéndola enfrentar asustada a Clarke que estaba de pie allí.

El miedo en el rostro de Lexa indicó a Clarke que aquello era serio.

—¿Le conocías de antes?...

Lexa que sin ser consciente siquiera temblaba como una hoja al viento parecía ajena a la realidad en aquellos momentos, incapaz de centrarse.

—Lexa, ¿estás bien? —preguntó Clarke dando un paso hacia ella cautelosa al verla así con preocupación.

La Heda de los Catorce Clanes que retrocedió abrumada por tan dolorosos recuerdos levantó la mano tratando de parar su avance.

—Yo...

Clarke que se dio cuenta de que no quería que se acercase más se detuvo alzando un poco las manos hacia ella para tranquilizarla.

—Eh, eh, tranquila... —susurró Clarke al verla de aquella manera—. Tranquila, solo soy yo... soy Clarke, ¿recuerdas?...

—¿Clarke?... —murmuró Lexa abrumada bajando la mirada algo aturdida antes de dirigirla a ella entre lágrimas.

Clarke al verla así, si que se asustó e ignorando cualquier otro sentimiento o protocolo a seguir se acercó a ella dándole un fuerte abrazo. 

—Hey, tranquila... —murmuró Clarke sin dejar de abrazarla sintiéndola tan asustada.

—Clarke... —fue lo único que pudo musitar Lexa al cerrar sus ojos completamente avergonzada hundiendo el rostro en su hombro sin poder dejar de temblar devolviéndole aquel abrazo con verdadero temor y necesidad.

—Estoy aquí... —le murmuró Clarke besando su mejilla llena de lágrimas cerrando sus ojos al sentir todo aquel dolor venir de ella casi como propio—. Estoy contigo, Lexa... estoy aquí...

Fuese quien fuese aquel hombre para ella, nunca antes había visto a Lexa de aquella manera. No como alguien tan débil, no como ella...

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 3 ... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora