364. Distracción...

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La madrugada había caído sobre Polis, capital de la Coalición cuando Halena irrumpió corriendo en la planta baja de la Torre.

Emori yacía tendida en el suelo, la sangre fresca y roja manaba bajo ella a pesar de los vagos intentos de la vieja sanadora y de Darshan que trataba de ayudarla en todo lo que podía.

Algunos de los guardias estaban allí, algunos habían descendido algunas plantas alertados por los gritos que habían llegado desde el exterior.

Otra de las sanadoras algo más joven que la que estaba con Emori, entró corriendo en el pasillo tan rápido que empujó a Halena a su paso agachándose velozmente con más trapos y vendas limpias para taponar la hemorragia.

—¡Pon la mano ahí! ¡No, no ahí! —insistía la sanadora cambiando un empapado trapo por otro mientras la sangre no dejaba de salir manchando sus manos.

Halena palideció al verla en el suelo y su rostro cambió cuando Darshan que no dejaba de temblar levantó la mirada buscando su rostro.

—La... la encontré... yo... yo ca... caminaba fuera y... y la encontré... la encontré... la encontré... —no dejaba de repetir verdaderamente afectado entre lágrimas que sin siquiera ser consciente estaba derramando—. Yo... la encontré...

Halena que reaccionó se acercó rápidamente a él tomándole del rostro para calmarle.

—Darshan, Darshan eh, eh... —murmuró ella buscando sus ojos mientras con sus manos intentaba serenarle—. Mírame, mírame... necesito que te calmes, necesito que me digas que ha pasado...

—Iba... yo... yo iba... y... escuché... yo... —por mucho que quisiese, por mucho que lo intentase sus ojos no podían evitar ir a parar a Emori ensangrentada en el suelo.

Halena que jamás le había visto así desde que le conocía volvió a mover su rostro para que se centrase en ella y no mirase a Emori.

Había empezado...

Lo que temía, había empezado a pasar...

Y fue entonces cuando lo vio con absoluta claridad, o se trataba de Emori, no se trataba de ella...

Todo aquello era una distracción, todo aquello estaba pensado para que enfocasen su atención en la joven reina que yacía al borde de la muerte en el suelo.

Halena soltó a Darshan y se levantó volviéndose hacia los escalones, hacía el ascensor...

Los guardias que debían estar apostados en el ascensor, no lo estaban. Estaban allí, con todos los demás protegiendo a la reina. Y si todos los demás estaban allí, aquello significaba que las plantas superiores, que las escaleras no estaban protegidas, y si no estaban protegidas entonces sería fácil acceder a los niveles superiores y...

—No... —musitó Halena comprendiendo ahora lo que ocurría echando a correr hacia los escalones para llegar lo antes posible arriba—. No, no, no...

¿Cómo no lo había visto venir? ¿Cómo no lo había visto? ¿Cómo?

Subía los escalones lo más deprisa que podía pero ahora que cada vez estaba todo más claro en su mente, y que las imágenes llegaban inusitadamente a ella la situación tomaba forma claramente ante ella.

Hashelee...

Hashelee, estaba allí...

La Natblida había venido a terminar lo que en Nakshatra había empezado.

Halena sabía porque estaba allí, qué buscaba...

A quién...

Tenía que encontrarla antes de que lo hiciese ella, tenía que encontrarla o sabía con seguridad lo que ocurriría.

Aranae no sería capaz de matar a Hashelee y eso la conduciría a una muerte prematura porque Hashelee no dudaría en acabar con ella en cuanto se presentase la ocasión.

Lo supo en aquel primer entrenamiento, lo supo en cuanto vio como la miraba la primera vez que se encontraron. Lo supo en cuanto Hashelee se dirigió a ella en aquel lago buscando enfrentar a Aranae.

Sencillamente, lo supo su instinto...

Lo supo su corazón...

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 3 ... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora