428. Abrigo

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La luna resplandecía en el inmenso cielo que cubría Arcadia con su blanquecina luz, y los inconmensurables bosques de la Comandante de la Sangre.

La agradable y fresca brisa tras el paso de la tormenta lejos de impedir que la celebración continuase, favorecía el halo de misterio y unión permitiendo que el olor a madre selva y a tierra mojada lo inundase absolutamente todo aún por encima de los olores que desprendía la carne asada y el liviano humo de las hogueras.

Lexa kom Trigeda, Comandante de la Sangre, Heda de los Catorce Clanes y digna Heredera de Becca Pramheda, disfrutaba plenamente de ella mientras a lo lejos contemplaba como varios niños jugaban con palos simulando ser espadas, y como otros ajenos a ellos correteaban cerca de las hogueras buscando algún rincón donde esconderse al tiempo que otro contaba de espaldas apoyado contra la superficie de la nave.

Disfrutaban...

No había dolor o temor alguno en lo que hacían, solamente... "disfrutaban"...

Sus risas se elevaban por todo el campamento mientras que la gente bebía, charlaba y bailaba animadamente celebrando la próxima unión y esos niños... esos pequeños... disfrutaban de su estancia allí...

No había skykrus, no había trikrus, no había floukrus solo... solo había niños jugando con otros niños... no dejaba de mirarles y le resultaba tan humano y tan curioso el que ninguno de ellos fuese excluído por el clan al que pertenecía, por las marcas o cicatrices distintivas que llevaban... por las pinturas que les hacían lucir quienes realmente eran para su gente que aquello sin saber cómo o porqué, la conmovió...

No, no se trataba de algo relacionado con su estado. No se trataba de ninguna sensación que hubiese sentido antes o después de haberse convertido en madre, primero de una joven fuerte y hermosa para saber que pronto traería al mundo a dos preciosos herederos al trono... no... nada tenía que ver con ello... era... era... quizás...

¿Orgullo?...

Si, era orgullo. Estaba orgullosa de haber podido preservar la paz aún a riesgo de fallar en ello. Había antepuesto su felicidad y sus anhelos para verse sumida en una unión no deseada que había traído la paz y la prosperidad a todos y cada uno de los clanes gobernado bajo su mano de hierro. Y es que... sencillamente, lo había conseguido. Hasta ahora, había sido incapaz de darse cuenta de ello pero viendo a aquellos niños jugar dichosos y ajenos a la amenaza y al constante peligro, simplemente... lo supo.

Lo había hecho...

Lo había logrado, pensó y una fina linea, una ínfima y débil sonrisa apareció en su rostro mientras una inmensa sensación de calma y de paz la invadían por dentro.

Nia debía estar revolviéndose en la otra orilla de verla logrado, de saber que el destino de su pueblo no solo seguía unido al suyo sino que se perpetuaría para siempre con la llegada de sus pequeños.

Había pasado por tantas cosas para llegar hasta allí, tantas cosas... vivencias que nadie debería vivir... vivencias en las que nunca quiso participar... vivencias merecidas e inmerecidas a las que estaba destinada a sobreponerse... ahora que se tomaba un minuto para echar la vista atrás y permitirse recordar algunos momentos, pocas fueron las veces que tuvo oportunidad de crecer ajena al horror tal como parecían estar haciendo estos niños...

Demasiado pequeños para recordar algún día las guerras que se libraron para que hoy pudiesen disfrutar libremente de aquel lugar y poder llamarlo así, hogar...

Porque eso era Arcadia ahora, un hogar... uno donde Skykrus y Floukrus unían fuerzas y se convertían en hermanos y no en rivales demostrando que la convivencia y la paz duradera son posibles...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 3 ... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora