353. Decides Tú...

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La luna brillaba en lo más alto de Polis cuando Halena entró en el gran salón de banquetes, como era costumbre ya todos se pusieron en pie e inclinaron la cabeza ante ella.

Halena devolvió el respetuoso saludo y se dirigió a la mesa principal tomando asiento. Emori que permanecía en silencio parecía no haber tocado su plato cuando tras unos minutos Halena a ella se dirigió.

—¿Va todo bien? —preguntó suavemente ella ya que algunos de los Natblidas, importantes embajadores y reyes estaban sentados a lo largo de la mesa.

—Si, no es nada —murmuró Emori con un gesto jugando un poco con su comida distraídamente.

Halena que apenas la había visto desde su llegada se fijó mejor en ella.

Emori parecía más triste, alicaída y apática de lo que alguna vez estuvo en su presencia y aunque podía sentir algunas de sus emociones pasar a través de ella estaba intentando refrenar eso para poder algún día dominarlo.

—Sabes que puedes hablar conmigo sobre cualquier cosa, ¿no? —insistió Halena con un deje de preocupación en su mirada.

—Claro... —repuso Emori cabizbaja no queriendo levantar demasiado su mirada por el salón.

Khelam que entraba en aquel momento al salón, en cuanto posó su mirada en ella se sonrió ligeramente acercandose a su mesa.

—Jusheda... —se inclinó ante Halena con una grácil sonrisa antes de dirigir su mirada a Emori alargando su mano para tomar la suya de la mesa llevándosela a los labios para besarla—. Mi reina...

Halena que pareció algo impresionada con aquel acto de inesperada gentileza supo enseguida que algo había ocurrido en su ausencia al ver el rostro de Emori trastocarse un poco.

—Que disfrutéis de la cena —dijo él justo antes de soltar su mano con una caricia que hizo estremecer a Emori y que a Halena no le pasó desapercibida mientras se alejaba con una arrebatadora sonrisa de allí para ir junto a su delegación.

—¿Me he perdido algo? —preguntó Halena sin entender nada de aquello—. ¿A qué ha venido eso?

Emori que bajó la mirada a su plato algo avergonzada hizo un débil gesto.

—Me ha propuesto unificar nuestros clanes a través de una unión de sangre y le he dicho que lo pensaría.

—¿Y lo vas a hacer? —preguntó Halena con cautela al sentir todas aquellas emociones fluyendo sin cesar de ella y de todos allí en esa sala.

—¿Debería hacerlo? —preguntó Emori preocupada e insegura al atreverse a levantar la mirada con prudencia.

Halena que no supo contestar a aquella pregunta tragó un poco.

—¿Quieres hacerlo?

Emori que la miró negó con la cabeza quedamente bajando la mirada.

—Sería lo más conveniente para mi gente y sé que he de estar agradecida por...

—Tú no tienes que estar agradecida por nada, Emori —la interrumpió Halena con un gesto posando su mano sobre su brazo en señal de apoyo—. Tienes el mismo derecho a escoger como el que tienen los demás, es tu elección. En tus manos queda.

—Soy una tonta al pensar que volverá, ¿verdad? —se preguntó tristemente ella bajando la mirada con cierta resignación y amarga sonrisa.

Halena que enseguida entendió que se refería a John Murphy sintió mucha lastima por ella. Sabía cuanto significaba John para ella, y cuanto había aportado Emori a su vida y al revés, pero era consciente de que el instinto superviviente y conservador de Murphy tal vez le hubiese hecho seguir otro camino distinto al de ella.

Fuese como fuese, aquello estaba mal. Emori no lo había tenido fácil y no merecía una cosa así.

—¿Por qué no tratas de cenar algo y descansar un poco? —la alentó Halena dándole un suave apretón en el brazo para intentar consolarla—. Te sentará bien...

Emori que sintió sus ojos humedecerse ligeramente asintió imperceptiblemente evitando mirarla.

John Murphy había encontrado de vuelta en Arcadia el hogar que no encontró en ella.

El hogar que al parecer ella sería incapaz de ofrecerle jamás...

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 3 ... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora