346. Mentiras

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Clarke que atravesó el pasillo a grandes zancadas cuando abrió la puerta de las estancias privadas de la Heda de los Catorce Clanes y encontró a uno de sus más fieles guerreros hablando con ella, en cuanto el endurecido rostro de Lexa la miró, Clarke supo que lo sabía.

—No quedó nadie con vida, Heda —continuó contándole el guerrero mientras inclinaba la cabeza ante Wanheda antes de proseguir con su relato—. La delegación de Ouskejon Kru, encontró los cuerpos mientras cruzaba muy cerca de Azgeda. Todavía no entendemos qué ha pasado.

—Déjanos solas —pidió Lexa con voz firme al guerrero que al instante se inclinó ante ambas y luego emprendió su partida por la puerta.

Clarke que escuchó la puerta cerrarse tras de si no supo ni como empezar.

—Lexa...

—¡Silencio! —ordenó ella levantando su mano con determinación para pararla—. ¡No... digas... nada...!

Clarke podía ver la furia en sus ojos, la dureza en su rostro y la ardua impotencia que la marcaba por dentro. Más allá de cualquier otra cosa en aquellos momentos, la Heda de los Catorce Clanes estaba verdaderamente enfadada.

—¡Tú lo sabías! —la acusó Lexa mirándola duramente—. ¡Sabías qué estaba pasando y no pensabas decirme nada!

—Halena me pidió que no lo hiciese —se excusó la rubia arrepentida dando un paso hacia ella—. Lo siento...

—¡Cincuenta y cuatro personas han muerto, cincuenta y cuatro, Clarke! —la señaló la Comandante realmente enfurecida—. ¡Era mi deber protegerlos! ¡Yo debía haber hecho algo!

—¡No podrías haber hecho nada! —le gritó en respuesta Clarke al escucharla, viendo su cara cambiar por un instante luchando por serenarse—. Lexa... —murmuró pacientemente Clarke tomando su rostro entre sus manos para verla a los ojos—. No podrías haber hecho nada...

Lexa que contempló de lo más herida sus ojos endureciendo aún más su rostro se apartó furiosa de ella.

—¿A dónde vas? —preguntó Clarke al verla dirigirse a la pared para coger sus armas ignorándola por completo—. ¡Lexa, contéstame!

La Heda de los Catorce Clanes se enfundó las espadas y se desprendió de la capa antes de dejarla caer sobre el suelo para ponerse sus ropas de guerra.

—¿A dónde crees que vas? —le gritó Clarke casi desesperada dirigiéndose a ella al verla de esa manera.

Lexa que la ignoró pasó por su lado con paso decidido para salir de la habitación pero Clarke la sujetó del brazo rápidamente impidiéndoselo.

—¡Lexa, por favor...!—suplicó Clarke al ver sus ojos llenos de frialdad y fiereza enfrentar los suyos—. ¡Habla conmigo...!

La Heda de los Catorce Clanes que clavando sus ojos en los suyos endureció aún más su expresión dirigió sus ojos después a la mano de Clarke que sujetaba su brazo tensamente.

—Yo en tu lugar me soltaría ahora mismo —pronunció ella amenazantemente arrastrando las palabras muy lentamente con resentimiento y rencor.

Clarke que vio algo que jamás antes le había visto en la mirada la soltó despacio y retrocedió un par de pasos tragando con fuerza.

—Soy la Heda de los Catorce Clanes, Comandante de la Sangre heredera del legado de Becca Pramheda y si crees que estar embarazada va a impedirme llevar a cabo mi sagrado deber estás tan equivocada como lo está Halena.

—No te enfades con ella, es solo una niña... solo quiere mantenerte a salvo, Lexa... —insistió Clarke afectada al oírla—. Al igual que yo...

—¿Cómo? —le espetó la Comandante más que herida viéndola a los ojos—.¿Mintiéndome? ¿engañándome?

—¡No! ¡no, Lexa no! —insistió Clarke nerviosa y suplicantemente—. ¡Halena vio tu muerte, vio... la vio y se asustó, ella... yo...! ¡Por favor, ven conmigo a Arcadia, Lexa! —le imploró ella entre lágrimas ahora—. ¡Solo unos días, por favor!

Lexa que cambió súbitamente la expresión de su cara al oír lo de su muerte la vio acercarse a ella colocando las manos sobre su vientre y luego tomando sus manos suplicante.

—Por favor...

Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas en silencio y Clarke apretó sus manos suavemente con dolor.

—Acabo de recuperarte, y no quiero perderte otra vez...

Las sinceras palabras de la embajadora Skykru la conmovieron profundamente y poco a poco todo aquel enfado, toda aquella rabia se suavizó ligeramente en su interior.

—No vuelvas a mentirme jamás —advirtió la Heda de los Catorce Clanes indulgente.

—Jamás —prometió Clarke entre lágrimas temblando ligeramente—. Jamás volveré a hacerlo, pero por favor no te enfades conmigo. Por favor, no podría con ello en este momento.

Lexa que se la quedo viendo largamente tuvo que tragar un poco bajando la mirada antes de cerrar sus ojos y obligarse a serenar sus emociones.

—He de saber qué ha ocurrido y que alcance ha tenido el ataque, he de saber... qué es lo que Halena ha visto y después te prometo que iré unos días contigo a Arcadia, unos días nada más Clarke.

—Vale, vale... bien... —podría conformarse con eso se dijo Clarke siempre y cuando Lexa se mantuviese a salvo del peligro—. Ve a... ve a averiguarlo yo... yo prepararé todo para el viaje, lo prepararé.

Lexa que sintió su nerviosismo y su temor por ella se inclinó posando sus labios sobre su frente y luego sobre sus labios justo antes de salir de la habitación dándole una última mirada.

Fuese lo que fuese lo que estuviese pasando, lo averiguaría, lo enfrentaría y lo pararía.

No era una cuestión de simple fe.

Era una cuestión de fuerza y determinación.

Cuestión de vida o muerte...

Cuestión de decisión...

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 3 ... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora