340. Merecido Castigo

334 35 13
                                    


Roan, Príncipe de Azgeda y consorte de la Heda de los Catorce Clanes se lanzó hacia delante pero las cadenas se tensaron con tanta fuerza que le hicieron retroceder nuevamente hasta la fría pared.

—¡Ontari! —le gritó él apretando los dientes al verla pasear frente a él mientras la sangre le resbala caliente por un lado del rostro donde ella le había golpeado con la empuñadura de la espada en un descuido de este—. ¡Suéltame!

La Reina de Azgeda ignoró sus palabras mientras se paseaba con parsimonia por la húmeda y fría celda de las mazmorras de la Fortaleza del Hielo.

Aquellas habitaciones no eran desconocidas para ella, en realidad tampoco eran desconocidas para él.

Irritar a la Reina Nia de cualquier forma tenía sus consecuencias y ambos las habían sufrido en sus propias carnes más de una vez.

Y de dos, también...

Ahora Ontari era la reina y, ¿qué clase de reina sería si no honrase de algún modo a su predecesora?...

—¡Ontari, escúchame! —le gritó el príncipe respirando agitadamente por la tensión del momento sintiendo los grilletes apretarle más aún las muñecas, y el cuello al tratar de soltarse—. ¡Cometes un error!

Ontari que se dedicó a ojear los innumerables instrumentos de tortura replegados por la tortuosa pared incluyendo látigos, cepos, tenazas, pinzas, afiladas hojas, cilicios, cinturones, sierras, arañapieles y otros muchos sonrió para si al oírle volviendo la cabeza para mirarle.

—Tú mismo has dicho que Halena convencerá a Clarke de que aleje a Lexa de Polis —sugirió ella con un intencionado e inocente tono fingiendo preocupación—. ¿Quién se percatará entonces de tu ausencia allí?...

Roan que se dio cuenta de su lógica cambió la expresión de su cara tensándose ligeramente.

—Ontari, no tenemos tiempo para estúpidos juegos —le espetó él arrastrando las palabras con dureza—. Debemos irnos de aquí.

Ontari que escogió una fusta que descolgó suavemente de la pared la acarició sintiendo el curtido y prieto cuero bajo sus dedos pasando por alto sus palabras y distinguiendo por la luz de las pocas velas apostadas allí manchas antiguas, oscuras y secas de sangre.

—No lo has entendido bien, Roan... —murmuró ella con voz sugerente al volverse a mirarle antes de aventurarse a acercarse deslizando la fusta por la desnuda piel de su cuello, su pecho...—. Tú no mandas aquí...

El restallido de la fusta cuando le golpeó la piel del muslo tomó a Roan por sorpresa, ni siquiera se había dado cuenta de que le había despojado de sus pantalones.

—Mando yo —sentenció duramente Ontari con firmeza haciendo que Roan se tensase ligeramente por la situación y el momento.

Sabía que cualquier cosa que dijese en aquel momento solo lograría enfurecerla aún más. La había traicionado de todas las maneras posibles, primero anteponiéndola a ella y a Eilan a su madre, después queriendo reclamar Azgeda para si y más tarde seduciendo a la Heda de los Catorce Clanes y aguardando un nuevo hijo.

Entendía esa sed de venganza, la entendía bien y entendía bien la clase de juegos que ellos siempre se habían traído pero aquello era diferente. Roan no estaba de broma al advertirle que un gran mal se avecinaba hacia Azgeda y que Ontari corría peligro permaneciendo en ella.

—Me traicionaste y no creas que no vas a pagar las consecuencias... —insinuó ella endureciendo su mirada con un placentero gesto lleno de determinación.

—Ontari... —murmuró él casi en forma de suplica, quería que le escuchase de verdad.

La implacable reina de la Nación del Hielo que pareció encontrar algún tipo de satisfacción en aquel desacostumbrado tono, dibujó una complacida y escondida sonrisa en el rostro enmascarando todos aquellos sentimientos tras la impávida máscara que acostumbraba a portar eludiendo la atención que él requería de ella.

—¿Te he dicho ya cuanto vas a echar de menos a tu querida, Heda?... —invitó a pensar ella mientras jugaba parsimoniosamente con la fusta entre sus manos alzando ligeramente una ceja.

Viniese lo que viniese, estaría preparada.

Y Roan obtendría su merecido castigo...

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 3 ... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora