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A la hora de la salida, me quedé quieta en mi lugar, ya que no sabía a dónde ir. El sol estaba en un punto alto y dentro del aula hacía una temperatura algo elevada o eso pude sentir al tocar la silla y que esta me queme. Miré el reloj en la pared; son las 3:30PM. Por ser el primer día y en el que tuvimos que hacer actividades físicas llamadas "deporte", las clases se alargaron más de lo normal.

No quería tomar el riesgo de salir del aula y perderme, a pesar de que mis nuevas amigas me hicieron un recorrido por el lugar.

-Con que aquí estabas- dijo Luciano, entrando al aula vacía-. Vamos, mamá nos espera.

Me levanté, con mi mochila colgando en la espalda.

-Lamento ser una molestia- dije, algo avergonzada, mirando hacia abajo, una vez que llegamos con Thanatos y America.

-No eres ninguna molestia, querida- dijo ella y me abrazó-. Estaba preocupada de que te haya pasado algo, pero Lucio te encontró.

Entramos al vehículo, ordenados de menor a mayor por edad.

-¿Qué te pasó, querida?- preguntó "mamá".

-Tenía miedo de perderme, así que me quedé quieta- dije-. Mi padre siempre decía "nada, no te quedes quieta. Si te pierdes, sigue nadando", pero allí me guiaba por la vegetación y las corrientes, pero aquí no hay eso.

-No te preocupes- dijo Luciano, abrazándome-. Si quieres siempre pasaré por ti a la salida... Siempre quise hacer eso, pero Thanos sale antes.

-Sería un honor- dije y él sonrió felizmente.

-¿Qué vamos a comer?- dijo Luciano, separándose de mi, mirando a su madre.

-Milanesas de carne- dijo ella y sonrió ante la cara emocionada de su hijo menor-. Y vegetales para el señorito.

Luciano hizo una mueca rara pero tierna.

-Si quieres me das los vegetales a mi y comes mi porción de carne- le susurré al oído, como hacía mi hermana mayor conmigo cuando es que no quería algo.

-Gracias, pero no... Debo estar fuerte y sano para poder proteger a mi familia- dijo, llenando mi corazón de ternura.

-Awww- dije y le revolví el cabello, con cariño-. Eres un encanto.

-No soy un encanto, soy una bestia salvaje- dijo, haciendo la misma mueca de recién-. ¿Quieres ver como soy?

-Dentro del auto no- le regañó America y escuché a Thanatos reír.

Poco más pasó hasta que llegamos al hogar, bajando con nuestras mochilas, ingresando a la casa.

-Dejen sus mochilas, limpien sus manos y a comer- dijo ella y obedecimos.

Me lavé las manos con agua, con miedo a transformarme, pero gracias a la poción, mi cuerpo regresa a tener una sola extremidad solo cuando pasan las 12 horas de tomar la pócima mágica.

Tras eso, nos sentamos a comer la cena.

La carne vacuna envuelta en pan rallado es realmente deliciosa, a la igual que las papas y zapallos naranja. Lo único que no me gustó mucho, son las batatas, pero America me permitió no comerlas si es que como otra verdura para remplazar.

El que ella sea así conmigo, me encanta. Es como la madre que nunca tuve.

_-_-_

Al finalizar la última comida del día, comuniqué mi experiencia a través de la caracola mágica y me bañé, limpiando bien mi pelo rojizo, que brilla un poco con el contacto con el agua.

Una vez limpia, me sequé y me miré al espejo. Tener piernas es algo extraño y según la clase de anatomía humana que me dio America, debería tener lo que llaman "genitales" pero no. Todo lo que consumo no produce desechos en mi ser, ya que eso se transforma en reservas de alimento las cuales se almacenan en mi estómago, pecho y piernas. Quizás por eso tengo bastante curvatura.

Salí del baño desnuda, ya que mi cabello tapa mis senos y al no tener genitales, no es un problema para mi.

-¡Por Dios! ¡Marina! ¡Ponte ropa!- gritó Thanatos, al verme pasar hacia mi habitación desnuda, mientras se tapa los ojos con las manos.

-Pero toda mi vida he vivido así- dije, confundida.

-Los humanos usamos ropa, eso es lo correcto- dijo America, mientras me coloca una bata encima, para cubrirme-. Ve a tu habitación y ponte ropa, por favor.

Suspiré, sin entender.

-Los humanos son raros- dije, mientras me vestía con la pijama que me compraron.

Tocaron la puerta y miré.

-¿Ya estás vestida?- preguntó Thanatos, desde el otro lado de la puerta.

Reí y le permití pasar, asegurando estar vestida.

Él entró, mirando hacia un lado.

-Venía a disculparme por haberte visto desnuda recién- dijo él, en un tono avergonzado-. No fue mi intención verte así.

-Lamento lo de hace un momento- dije, acercándome a él, para abrazarle-. No estoy acostumbrada a utilizar ropas.

-Para la próxima, te agradecería si al salir del baño te colocas ropa o por lo menos una bata- dijo, devolviéndose el abrazo.

-Está bien- dije y me acordé de algo-. Por cierto... Me enteré de tu otra identidad, querido dios de la destrucción.

Reí ante el apodo y su mirada molesta.

-Es mejor que me teman a que quieran ser mis amigos y con el paso del tiempo se den cuenta que no soy normal- dijo y nos sentamos en mi cama.

-¿A qué te refieres?

-Sabes que no soy humano... Aunque ahora aparento ser un adolescente, tengo un siglo de vida, y hasta que no tenga 300 años, no voy a llegar a mi máximo crecimiento, por lo que no va a ser lo mismo para mis compañeros- explicó-. Prefiero que me teman para que no se acerquen a mi, y así evitar encariñarme y luego sufrir.

-¿Piensas vivir toda tu vida en solitario? ¿No es algo complicado?.

-Lo es, pero es mejor ahora acostumbrarme... Aunque dentro de un tiempo podré volver con los míos y ya no tendré ese problema.

-Y mientras... ¿Piensas seguir así?

-Tan solo me he encariñado con America, Hunter, un poco con Luciano y contigo, pero se que ese niñato va a vivir bastantes años más y tu no se... Pero me arriesgo solo contigo, porque es necesario.

-Los de mi especie suelen vivir hasta los 150 años... O eso se tiene registrado, ya que luego de esa edad desaparecen y el único que ha quedado hasta ahora es el rey, con 169 años- agregué-. Por eso aún soy una niña entre los míos.

-Ver como tus amigos mueren de a poco, por la edad o por enfermedades, es lo peor- comentó, con un aura de tristeza-. Espero que nunca te pase.

-Por lo menos estaré contigo hasta que mi vida acabe... No es mucho, pero si quieres lo hago.

-No te preocupes, para cuando Lucio muera, podré volver con los vampiros- suspiró-. Pero ahora ve a dormir, ya ha sido mucha charla y mañana hay clases.

-Buenas noches- dije.

Él se retiró y con el agua que estaba en el vaso que está sobre la mesita al lado de la cama, me mojé, volviendo a mi anatomía normal, para poder descansar tranquila.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora