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Fuimos por detrás del vampiro mayor deteniéndonos en la puerta viendo como platica con su padre, que está sentado detrás de un escritorio.

Ellos dos hablaron y luego me pidieron que pase a la habitación lo que con algo de miedo hice.

-Repite exactamente lo que dice la canción al final- ordenó Kodran, aún sentado en su silla de terciopelo .

-No quiero condenar a nadie más- dije, bajando la mirada.

-Repite lo que dice la canción- dijo, en un tono más serio, parándose.

Levanté la mirada y miré a sus azulados ojos, que son apenas un tono más opaco que el de mi vampiro.

-Si quieres condenar a toda tu familia y todo el reinado, con gusto repito la maldición- dije, mirándole fijamente, sin dudar y con un tono serio.

Él bajó la mirada y suspiró.

-Entonces, tan solo repite lo que dice, sin usar las palabras exactas- dijo, en un tono más suave.

-Todo bebé o niño pequeño que escuche la canción, morirá con una muerte digna de ser realizada por ustedes- dije, notando cómo no eleva la mirada-. ¿Quieres que pronuncie las palabras exactas?

-Así estamos bien, lo agradezco- dijo, volviendo a sentarse, mirando la libreta de su hijo-. Retomando; me acaban de comunicar que la muerte de mi hijo es culpa de una canción, ¿estoy en lo cierto?

-Así es- dije.

-¿Quién propuso que le pongan esa canción maldita a mi hijo?- preguntó, en un tono que dio miedo.

-Madre ordenó que lo callen para poder descansar; las nodrizas intentaron de todo aunque solo ese disco le ha tranquilizado- dijo Isodoro.

-Traigan a todas las nodrizas que estuvieron a cargo de Alarik- ordenó Kodran con un tono de voz que me dio miedo.

-De inmediato- dijo una mujer, apareciendo en la nada antes de volver a desaparecer.

-Si me disculpan, deseo retirarme a mis aposentos- dijo Isodoro, retirándose.

-Gracias por informarme- dijo Kodran y me miró-. Pueden retirarse.

-¿Qué harán con esas mujeres?- pregunté, temiendo por su futuro.

-Se las condenará públicamente por sus malos actos- dijo él, con una sonrisa macabra-. Ahora, retírense. Tengo un evento que armar.

-Ya resuelto el problema, podemos ir a casa al fin- dijo Napomuceno, sonriendo.

Salimos de allí, con el objetivo de volver a casa. Dicho propósito se vio detenido al momento que no pudimos abrir la puerta principal.

-Que raro- dijo Thanatos, volviendo a intentar, sin éxito.

-Vamos por el patio- sugirió Napomuceno.

Intentamos salir por las puertas que nos llevan a la parte de atrás del castillo pero estas también estaban cerradas.

-Majestades, las puertas se mantendrán cerradas hasta nuevo aviso del terrorífico y glorioso eterno rey- dijo una dama, vestida de sirvienta, con la mirada baja y las manos juntas sobre su vestido.

-¿Se puede saber la razón?- preguntó Thanatos, con enfado.

-Para evitar más tragedias, hasta nuevo aviso las puertas se mantendrán cerradas- dijo-. No tengo autorización para abrir la puerta a menos que el terrorífico y glorioso eterno rey lo ordene.

-Señoritos, sus vestuarios están listos- dijo otra chica.

-¿Es en serio?- dijo Thanatos.

-Así es- dijo-. Están en la habitación de cada uno. Para la dama, su vestido se encuentra en la habitación correspondiente de las damas de compañía.

-¿Por lo menos puedo saber qué evento habrá?- pregunté.

-Uno organizado por el rey- dijo ella, sin dar más respuesta.

-Está bien- dije.

-Nos vemos luego. Si sucede algo, grita- dijo mi vampiro, besando mi frente antes de retirarse junto a su hermano.

-Si me permite, la llevaré a la habitación correspondiente- me dijo ella.

-Te lo agradecería- dije.

Empecé a caminar detrás de la muchacha que parece ser bastante joven, de unos 15 años humanos más o menos pero no escucho su corazón por lo que claramente no es humana. No tuve mucho tiempo en fijarme los detalles ya que pronto llegamos a la habitación.

Ella abrió la puerta, me dejó pasar y la cerró con seguro.

-Hola- me dijo Susana, con una sonrisa.

-Tanto tiempo- dije, sonriendo.

-Te daría un abrazo como saludo pero tenemos que apurarnos- dijo.

Ella está a medio vestir, ayudada por una muchacha que viste como la que me trajo aquí.

-Señorita- dijo otra chica igual a la que está vistiendo a Susana.

-¿Son clones?- pregunté, divertida.

-Fuimos creadas para servir a la familia- dijo una de ellas, que salió de otro lado.

-Entonces son clones- dije.

-Eso es lo que yo creo- dijo Susana, riendo.

-Quítate la ropa, vamos a vestirte- dijo una de de las muchachas.

-Son medias descaradas, pero te acostumbras- dijo ella.

-No se que tanto problemas tienen los seres de dos extremidades- dije, quitándome la ropa sin problema.

Susana me vio con una cara rara.

-¿Qué pasa?- pregunté.

-¿No usas ropa interior?- dijo, sorprendida.

-¿Qué tiene que ver?- dije-. No tengo lo que llaman pezones, ni nada ahí abajo, por lo que no es necesario usar esa protección.

-Vale- dijo ella.

-Señorita, debe usar esto- dijo una de las chicas, indicándome donde meterme para que me pongan la ropa.

-Thanos ya me enseñó como hacer esto- dije, colocándome el corset, seguido de las enaguas y el extraño armazón que es diferente al que usé antes.

-Sujétate de la barra- me dijo una de las chica y me agarré al mismo lugar que está agarrando Susana.

-¿Para qué es eso?- pregunté.

La muchacha apretó con fuerza el corset, resaltando mis pechos de gran manera a la vez que me obliga a pararme aún más derecha.

-¡¿Qué haces?!- grité, asustada, cuando me empezó a costar respirar mientras más y más aprietan.

La puerta fue abierta de golpe y Suana gritó asustada.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora