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-Nat...- susurré, al despertarme.

Ya no estamos en el jacuzzi, ni en nuestra cama, ni el la bañera. Estamos en la isla Mako. Lo último que recuerdo es haber hecho el ritual de apareamiento unas 4 veces.

-Buen día mi sirenita- dijo, abrazándome-. ¿Cómo te encuentras?

-Me duele la espalda, la parte de arriba de la aleta y la nuca- me quejé.

-Lo siento, creo que me pasé- dijo acariciando mis uñas con cariño-. ¿Me esperas? Iré a por tu desayuno. Aunque ya casi es la hora del almuerzo.

-No me dejes solita- hice un pequeño puchero.

-Regreso pronto- dijo, dándome un pequeño beso antes de levantarse del borde del pozo.

Está vestido únicamente con un pantalón de maya y tiene el cabello atado en una coleta alta, dejando ver sus cicatrices en la espalda. Sonreí apreciando su belleza.

Vi como se retira y miré mi panza. Estoy cada vez más gordita, pareciera que me hubiera comido un delfín bebé entero.

Me acordé de cuando Clawdeen estuvo a punto de tener a mis hermanos. Parecía una ballena embarazada a poco de que nazcan sus crías.

Sonreí y acaricié mi vientre.

-¿Pasa algo?- me preguntó Thanatos y levanté la mirada para verle-. Te ves hermosa.

Sonreí con un pequeño sonrojo y se sentó, sumergiendo sus piernas, en donde me coloqué en medio, sentándome en los escalones.

-Abre la boca- ordenó y obedecí.

Me dio de comer fruta picada y luego me dio una taza con un líquido verde extraño.

-¿Qué es?- pregunté, señalando la taza.

-Toma y dime si te gusta- dijo.

Tomé un buen trago, saboreando la cosa rara de textura espumosa. Es delicioso; una mezcla de algas con vaya a saberse qué, que lo hace dulce. Además de que sentí ese suave sabor desconocido pero adictivo que tenía mi bebida de ayer.

-¿Te gusta?- preguntó y asentí-. ¿Quieres saber qué es?- volví a asentir-. Es un licuado hecho con algas, camarones, leche de almendras y gotas de mi sangre.

-¿Me dejarías probar tu sangre?- pregunté, con un leve sonrojo.

Acarició mi cabello con una mueca de ternura.

-No se si sea de tu agrado- dijo, bajando su mano hacia mis labios, acariciando suavemente-. Tu te alimentas de sólidos, no solamente de sangre.

-Pero, ¿me dejarías?- pregunté, tomando su mano, para lamer su dedo pulgar.

-Está bien- dijo.

Chapotee suavemente dos veces y sonrió, dejando su móvil a un lado, lejos del agua, junto a la bandeja, para ingresar conmigo.

Se sentó en el escalón y me subí sobre su regazo.

Acercó su muñeca a la boca, para morderse, pero lo detuve.

-¿Puedo morderte?- pregunté, avergonzada-. No tengo dos colmillos como tu, pero si toda la dentadura completa... No podré ser suave al morder como tu, pero si te niegas lo entenderé.

-Hazlo si tu quieres- dijo, sonriendo-. Muerde el cuello, si gustas. Es la zona por donde más sangre pasa. No tengo branquias por lo que no habrá problema.

-Está bien- dije.

Besé su cuello, como hace conmigo.

Pensé en cosas malas, como la vez que me atacaron los vampiros en el río, o cuando alguien que no es Thanatos me dijo azulina, cuando atacaron a Thanatos para llevarnos como regalo para el rey.

Mis uñas se alargaron hasta ser garras y mis dientes se transformaron en puros colmillos fuertes y resistentes.

Mordí su cuello sin intensión de atacar y llevarle a la muerte.

Una vez que perforé su cuello, succioné como si fuera una extraña pajita de un refresco. La sangre es dulce y adictiva, mucho más que el helado GoldFish tropical y el sushi todo mezclado.

Le escuché soltar un extraño suspiro, a la vez que me abraza con fuerza, acariciando mi nuca.

-Sigue- ordenó, con un tono de voz extraño.

Lamí la zona, absorbiendo las últimas gotas que caen, antes de que la piel se cierre, dejando una marca brutal de mordida, como si le hubiera atacado un tiburón bebé.

Él sonrió y me abrazó con fuerza, con cuidado de no tocar mi vientre.

-Eres delicioso- dije, sonriendo, dejando que mi cuerpo se relaje y vuelva a mi estado normal.

Me besó, saboreando su propia sangre puesta en mi boca.

-¿Me has dejado marca?- preguntó, con una gran sonrisa.

-Si... Lo siento- dije, con la mirada baja.

-Gracias- dijo, volviendo a besarme-. Para los vampiros, las marcas de mordida significan que la persona que te gusta ha bebido de tu sangre. Para un vampiro no hay mayor muestra de cariño que estar marcado por la persona que amas.

Sonreí y nos volvimos a besar.

-Gracias- repitió.

-Gracias por dejarme entrar a tu vida- dije, sonriendo y un pensamiento se me vino a la mente, volviendo a sonrojarme.

-¿En qué piensas?- me preguntó-. ¿Quieres más de mi sangre?

Asentí tomando su mano.

-¿Me la puedes dar tu?- pregunté-. No quiero llenarte de marcas.

-Me encantaría que lo hagas- dijo, sonriendo.

Se llevó su muñeca a la boca para morderse con fuerza y me tendió su brazo, viendo como se caen en grandes chorros. Parecía haberse desgarrado algo.

-Hazlo rápido, se va a sanar- dijo.

Al segundo llevé su muñeca a mi boca, bebiendo su sangre que se derrama suavemente por mi garganta.

Era realmente delicioso.

Tomé toda la sangre que cae hasta que sanó completamente.

-Te ves hermosa así- me dijo, besando mi frente-. Gotas de mi sangre cayendo por tus labios...- suspiró-. Realmente hermosa.

El sonrojo de mi rostro se hizo mayor.

-¿Quieres más sangre?- preguntó y negué-. ¿Te gustó?

-Mucho- dije.

-Cuando quieras te doy más- dijo.

-¿Quieres beber de mi?- pregunté-. Me has dado tu sangre, lo justo sería que tu tomes de mi.

-¿De verdad me dejas?- preguntó.

Asentí y me abrazó con cuidado por la cintura.

Corrí mi cabello y mordió mi clavícula con cuidado, absorbiendo poquita sangre.

-Aliméntate bien- dije, acariciando su cabello-. No quiero que te quedes con hambre.

Continuando succionando sin mucha fuerza.

Sentí una pequeña punzada en mi vientre, soltando un pequeño quejido, haciendo que se separe de mi, mirándome asustado.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora