97

121 16 0
                                    

-Así que, ¿ella es Rebecca y él Steven? Son hermanos de Fernando, ¿verdad?- pregunté, para sacarme la duda, mientras Thanatos me muestra fotos de mis recuerdos.

A ya un mes en casa, me sentía bien. He recordado algunas cosas del pasado y cada día descubro algo nuevo. La semana pasada aprendí a dominar la magia del agua. Es algo fantástico. Me costó mucho más que aprender a transformarme, pero es genial.

-Así mismo- dijo y revolvió mi cabello-. No te olvides de Ikaris y su pareja Jack.

-Vampiro y licántropo- dije, sonriendo-. Se ven muy bonitos juntos.

-Y ahora vendrán a visitarnos- dijo y le miré con una gran sonrisa.

-¿De verdad?- pregunté, emocionada.

-Así es- dijo-. Pero nada de juegos brutos.

-Está bien- dije, girándome para colocarme boca abajo.

Estar siempre nadando en la cueva es algo molesto, por lo que Thanatos me trajo a lo que llaman "jacuzzi" que es como un lago miniatura con burbujas cálidas.

-¿Puedo ir a jugar con ellos en mi forma humana?- pregunté-. Se que debo estar así la mayor parte del tiempo, pero Jack no nada tanto como yo.

Él rió.

-Si, si puedes- dijo-. Aunque no se por qué me pides permiso, eres libre de hacer lo que gustes.

-No se- dije, encogiéndome de hombros-. ¿Te molesta?

-Para nada- dijo, acariciando mi cabello.

Escuché como golpearon la puerta.

-Deben ser ellos- me dijo-. Iré a abrir la puerta. Transfórmate y cámbiate, dejé la ropa sobre la silla.

Asentí y tras darnos un beso, se retiró.

Me transformé y con cuidado salí del jacuzzi para ponerme la ropa que me dio; un pantalón algo suelo de color negro y una remera de mi vampiro.

Según los humanos, debo tener como cinco meses de embarazo, por lo que se me marca la barriga y mis remeras ya no me quedan, por lo que uso remera de Thanatos (pedido de parte suya).

Tras pasarme un cepillo por el pelo para evitar que me queden nudos, salí de la habitación para ir al living, en donde están los dos vampiros y el licántropo.

-Mari- dijo el no tan pequeño Jack y me abrazó.

-Estás muy alto- dije, divertida, devolviéndole el abrazo.

-Y tu más bajita- dijo, divertido-. ¿Cómo va mi sobrinito? ¿Cuánto falta para que pueda abrazarlo o abrazarla?

-Eso no lo se- dije, divertida y sacudí sus cabello, para acercarme a su oído y susurrar-. ¿Jugamos a las peleas? Estoy embarazada, no sin aleta.

Rió y asintió con la cabeza repetidas veces.

-No crean que no los escuchamos- dijo Ikaris, cruzado de brazos, con una sonrisa amigable.

-Dijimos nada de juegos brutos- recordó Thanatos, acercándose a mi, para abrazarme por detrás.

-Tengo magia- dije, sonriendo.

-Igual te protegeré- dijo, besando mi coronilla.

-¡Vamos a jugar!- dijo de forma energética el menor de todos.

-Vamos- dije, con la misma actitud.

Besamos a nuestras parejas y salimos de casa, para pararnos en el claro, estando cerca del lago pero no tan cerca como para estar dentro del lago.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora