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Ya llevo dos semana en esta hermosa cueva no oculta que llaman "casa".

Laustin me dio una poción que hace que pueda desarrollar dos extremidades que llaman "piernas" a pesar de que aún no logro aprender a usarlas por mi misma y logra que me pueda comunicar con su idioma.

He aprendido muchas cosas aunque aún no domino el caminar por lo que Thanatos se ofrece para subirme en brazos a mi habitación, teniendo unos objetos que llama "silla de ruedas" para que pueda movilizarme por mi misma en la planta baja y la plata baja.

-¿Por qué hay tantas de esas?- dije, señalando las aberturas de lo que llaman "habitación".

-Esto es una puerta- dijo, dejando a Napomuceno en su habitación tras abrirle la puerta-. Y hay muchas porque hay muchas habitaciones.

-¿Por qué hay tantas?- pregunté-. Solo vivimos aquí Napomuceno, Laustin, tu y yo.

-Es por si viene más gente en un futuro- dijo.

-Eso es lindo de tu parte- dije.

-Ven, vamos a dormir- me dijo Laustin, llevándome a la habitación que me dio.

Me recostó en lo que llaman "cama" la cual es muy cómoda a pesar de que me da una mala sensación.

Laustin está durmiendo en la habitación de al lado, ella si domina el caminar ya que ha estado antes aquí en busca de conocimiento por ser una bruja del océano.

-¿Estás cómoda?- me preguntó, tras acostarme en la cama.

Me quedé en silencio, no quiero preocuparle pero me da muy mala espina estar en esta habitación.

-¿Quieres agua, más algas o algo?- preguntó.

-Estoy bien, gracias- dije.

-Buenas noches, entonces- dijo.

Se retiró y cerró la puerta.

Me da algo de terror estar sola aquí; es como si de la nada va a aparecer un tiburón o algo que me asusta.

Intenté dormirme, pero ya me resultó imposible. Me hice una bolita, con mucho terror. Papá sabía como calmarme, pero no está por lo que al no soportarlo más, usé el código de siempre para llamar a Laustin. 

Golpee suavemente lo que llaman "respaldo de la cama" cinco veces, en el orden que me lo enseñaron. Dos golpes suaves separados uno del otro y tres seguidos de forma más rápida pero con la misma débil fuerza.

Esperé unos momentos a que la puerta se abriera pero no sucedió. Agarré lo que llaman "almohada" y la abracé con fuerza.

La puerta se abrió de forma lenta.

-¿Pasa algo?- dijo Thanatos, entrando a la habitación.

-¿Está Laustin?- pregunté, soltando la almohada a un lado.

-Fue a por unas algas especiales- dijo-. ¿Puedo ayudarte en algo?

-No es nada, la esperaré- dije-. ¿Sabes si se va a tardar mucho?

-Dijo que es probable que no llegue hasta el amanecer- dijo y se sentó en el borde de la cama-. También me dijo que en caso de que la llames, venga y te ayude a lograr que te duermas.

Me tapé la cara con mis uñas verdes casi brillando de la vergüenza.

-No te avergüences, está bien- dijo-. ¿Hay algo que te molesta con el cuarto? ¿Quieres que cambiemos la pintura de las paredes o algo?

-Eso está bien- dije-. Solo que... Siento una vibra extraña aquí y siento que es malo que esté en este lugar.

Él colocó una mano sobre mi cabello y empezó a acariciarlo con cariño, haciéndome sentir más tranquila, incluso mucho más que cuando está Laustin.

-¿Puedo... Probar algo?- pregunté, sin mirarle a los ojos.

-¿Qué quieres hacer?- preguntó.

-Algo que hacía mi padre conmigo- dije-. ¿Puedes acostarte conmigo?

-Claro- dijo, estando a mi lado.

Estiré el brazo que está junto a mi y me giré, dándole la espalda. Él me abrazó por detrás, apoyando su mano en el inicio de mi aleta con su pecho contra mi espalda, creándome una sensación de infinita felicidad.

-¿Tu padre te abrazaba así?- preguntó.

-En realidad no- admití, cerrando mis ojos-. ¿Te molesta quedarte así un rato?

-Para nada- dijo, moviéndose un poco para abrazarme-. ¿Cómo te sientes ahora?

-Mejor que nunca- dije, sonriendo-. Me siento tan protegida como cuando mi padre me protegía de las malas aguas.

La puerta se movió un poco y alguien tiró de esta cosa suave que llaman "sábana".

-¿Puedo dormir con ustedes?- preguntó el pequeño Napomuceno.

Sonreí y lo subí a la cama.

Él dice que tiene 9 años pero en su raza a esa edad aún son bebés, por lo que tiene ese físico tan pequeño. No soy quien para criticar; al parecer he olvidado los últimos 6 años de vida nadando en una zona contaminada pero aún así soy una niña para los de mi raza.

Él se acurrucó contra mi pecho, sonriendo.

-¿Estás cómodo?- pregunté.

-Mucho- dijo.

-¿Y Thanos?- pregunté.

-También- afirmó.

Sonreí y abracé al pequeño mientras el otro vampiro me abraza.

Ellos dos me han enseñado muchas cosas que nunca me imaginé que existían. Creo que nunca volveré a las profundidades, estar aquí es genial, es mucho más entretenido y más ahora que estoy con personas que si me caen bien y no solo mi madre y mis hermanos quienes me detestan pero no pueden dejarme sola por ser parte de la familia.

Con Thanatos me siento algo extraña, es como si él estuviera destinado para mi o algo así. No podemos realizar el ritual de apareamiento como para confirmar si es mi lazo o no, pero realmente me gusta estar a su lado. Nunca en mi vida voy a olvidar el primer día aquí en donde extendió su mano hacia mi como si fuera la gloria misma salvándome del horror. Por eso es que quizás me de tanta vergüenza hacer algunas cosas como que me abrace ya que con Laustin o con Napomuceno no hay problema, pero aún así adoro estar a su lado.

A Napomuceno lo siento como si fuera mi hijo, quizás sea por su actitud o por ser pequeño, no lo se, pero suelo cantarle para que pueda dormirse algunas noches. También me gusta pasar tiempo con él pero nada se compara a el vampiro mayor.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora