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Me desperté de golpe, al escuchar un grito.

Luciano se despertó también, y aún estando sobre mi, gruñía, mirando hacia detrás de mí.

Thanatos estaba parado a mi lado, mirando hacia atrás.

De la nada una pantera se lanzó sobre mi hemanito, lanzándolo lejos de mi.

Thanatos en un instante ya estaba lanzándose sobre la pantera, para salvar a mi hermanito.

Miré por debajo de las mantas. Aún soy una sirena.

Rápidamente idee un plan para que deje en paz a mi hermano.

Me concentré y empecé a cantar una de las famosas canciones de las exiliadas, logrando detener la pelea, haciendo que los tres individuos se sentaran frente a mi, con sus ojos fijos en mi.

Se que esto es delito, pero es para bien. Espero que el rey no se entere o estaré en severos problemas.

-¿Qué fue eso?- preguntó Thanatos, una vez que dejé de cantar.

-Pues...- dije, levemente sonrojada.

Luciano se puso sobre mi, gruñendo listo para defenderme.

-Peque, ve a casa- le dije, acariciando su cabeza-. Estaré bien.

Él asintió, para luego irse corriendo.

Steven apareció de la nada, corriendo.

-Mari, ¿por qué estás envuelta en mantas?- preguntó, confundido-. Becca, ¿qué mierda haces así?

El animal emitió un ruido y luego se subió a mi regazo, ronroneado.

Le acaricié la cabeza.

Thanatos gruñó.

-Becca, es imposible que haya un oso aquí- dijo Steven, enfadado.

Rebecca volvió a "hablar" en su idioma.

-Ya, vamos a casa. Mamá te está buscando. Es peligroso que vayas por ahí mientras estés en celo- dijo y le miré extrañada.

Ella tan solo ronroneo, refregando su cabeza contra mi pecho, a pesar de que estoy recubierta de mantas.

-Ve a casa, ¡ahora!- gritó Steven, al ver que su hermana le ignora-. No me obligues a llamar a papá.

Ella himpló.

-¿Cómo te atreves a decir eso?- dijo él, indignado-. Papá se va a enterar.

Thanatos se acercó a mi oído y me susurró.

-Se ve muy interesante esa pelea, aunque no entiendo nada- dijo y reí.

Rebecca lamió mi mejilla, alejando a Thanatos.

-Becca... Ya hablamos de esto. Vamos a casa- dijo Steven, suspirando.

-Ve con él- dije, acariciando su cabeza, detrás de las orejas.

El animal se levantó de arriba mío y se fue.

Al ver que estaban lejos, me quité todas las mantas y me arrastré con los brazos hasta el agua, para quitarme el olor a pantera que tanto le molesta a mi vampiro favorito.

-Gracias- dijo él, en cuanto saqué la cabeza de la superficie-. ¿Aún tienes frío?

-Ya no tanto- dije, sonriendo-. Ven conmigo.

Él se quitó su remera, para luego caminar hasta mi.

Me recosté y él se recostó sobre mi, como venimos haciendo hace tiempo.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora