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En cuanto desperté, Thanatos ya no está y solo Napomuceno se encuentra a mi lado, aunque está durmiendo.

Mis tobillos dolieron como si miles de agujas calientes se clavaran. Otra vez el poder no me perteneció a mi, dejé de controlar mi propio cuerpo.

Me levanté de la cama y abrí la puerta.

-¿A dónde vas?- me preguntó Napomuceno.

-Al baño- dijo una voz que es como la mía, pero yo no la controlo.

Quise pedir ayuda a los gritos, pero no parece escucharme, es como si mi voz no saliera por más que lo intente.

El miedo me recorrió al momento que salí de casa y empecé a caminar por la carretera.

Fui hasta el parque en donde un auto se estacionó frente a mi y subí.

No veo quién es el que conduce y tampoco veo hacia dónde voy ya que ni siquiera puedo girar mi cabeza para ver el camino; por más que intente moverme tan solo me provoco dolor en los tobillos. No se escucha algo más que el sonido del auto pasar por la carretera.

En un momento, el auto se detuvo y me bajé encontrándome frente al castillo de los reyes vampíricos.

Entré y me arrodillé frente a los tres hermanos, bajando el rostro, apoyando mi mano derecha sobre mi pulmón.

-Vaya sorpresa- dijo Benjamín.

-¿Creíste que puedes ocultar al príncipe vampiro y salirte con la tuya?- dijo el rey, riendo-. Sirena tonta, no le obedecemos a nadie; nosotros dictamos las reglas.

-Puede que tu canto haya hecho que nos alejemos, pero nunca podríamos olvidar, somos más fuertes que tu en cuanto a poder- dijo Benjamín-. Mira, Susana, ahora tendrás una amiga.

-Se le ve triste- dijo Susana-. Extraño a la Mari feliz.

-¿Quién la quiere como mascota?- preguntó Juana-. No pueden utilizarla los tres a la vez, así que, decidan.

-¿Me la puedo quedar?- preguntó Isodoro-. Siempre quise probar la sangre de una sirena viva.

-Para eso, la compartirán- dijo Juana-. Pero adelante.

Isodoro murmuró algo.

-Ven aquí- ordenó Isodoro y me levanté, aún con la mirada baja y caminé frente a él-. Que linda muñequita.

-Perfecto, ahora resuelto el problema, pueden retirarse- dijo Kodran.

-Sígueme- dijo Isodoro.

Él fue a su habitación y le tuve que seguir, incluso en contra de mi ser.

La habitación es tan grande como la Thanatos pero el color predominante es negro, con una cama a un lado, un sillón contra la pared junto a una biblioteca pequeña que está repleta de libros. Del otro lado se encuentra una mesa con correas, otra mesa llena de cosas plateadas que no veo qué son y otra más con un libro abierto en medio y muchos papeles alrededor.

-Quítate la ropa y acuéstate allí- ordenó y no me quedó otra que obedecer.

Me acosté en la mesa extraña tras desnudarme.

Mi mirada quedó fija en el techo por lo que solo puedo fiarme de el resto de mis sentidos.

-Desde que apareciste con Thanatos la primera vez, me has generado un gran interés en saber cómo son las sirenas- dijo y entró en mi campo de visión-. Con o sin tu permiso, ahora veré como eres por dentro.

Sentí algo raro presionar mi estómago y de a poco algo muy muy caliente tocó mi piel, perforándome de a poco, haciendo un corte a lo largo de mi estómago.

Quise gritar del dolor pero no pude siquiera expresarme.

Sentí mis uñas arder.

-Primero que nada, odio ese asqueroso amarillo de tus uñas- dijo-. Te voy a arreglar.

Dejó mi estómago en paz, mientras siento como todas mis fuerzas se dirigen a la herida para sanarme, eliminando el ardor.

Agarró una pintura negra en tarrito pequeño, la cual Thanatos me dijo que se llama esmalte.

Chasqueó los dedos y al segundo muchas chicas aparecieron, tomando mis manos para pintar mis uñas con esa pintura fría, causándome escalofríos en todo el cuerpo.

La herida ya sanó pero ahora la pintura sobre mis uñas me hace sentir rara.

-Perfecta- dijo Isodoro y me mostró mi propia mano, en donde tengo la pintura tapando mis uñas-. ¿Te gusta? Así te ves perfecta. Bueno, sigamos.

Otras vez apoyó la cosa fría sobre mi estómago y volvió a perforarme, esta vez, subiendo hacia arriba por mi pecho. Cortó por los lados y con algo no tan frío pero igual de molesto, corrió la piel de lugar, dejando que la sangre salga de a poco como es común.

-Sangras lento, eso es mejor- dijo-. Siempre quise saber cómo es el interior de una sirena más que nada el vientre y el corazón.

Uno de sus dedos tocó uno de mis corazones por lo que me recorrió un escalofrío.

-Tienes un corazón muy grande- dijo y se alejó unos segundos para tomar un objeto para volver a acercarse a mi-. Día uno del experimento, la sirena se encuentra en buenas condiciones. En el lugar del corazón tiene un pequeño pulmón y en lugar de estos posee dos corazones- tocó el interior de mi vientre, haciéndome sentir más escalofríos-. En cuento al vientre no se encuentra un sistema de reproducción antes vista; parece tener una zona con piel más débil y comprobaré esto hoy.

Dejó el aparato sobre la mesa y tomó algo de un color gris brillante, mostrándomelo.

-Te iré diciendo que haré para no asustarte tanto- dijo-. Si es que estás muy tensa, temo que no pueda acceder a tu interior.

¡¿Qué clase de reconfortamiento es ese?!

Intentó varias veces y con mucha presión acceder a la zona que es partícipe en el ritual de reproducción, sin lograr nada a pesar del dolor que me causa.

Me sentí débil, mucho más que antes; mi cuerpo lucha por sanar todas las heridas a las vez y el tener mis uñas cubiertas por pintura no me ayuda en nada.

Quise suspirar a pesar de no poder y cerré los ojos, cediendo toda mi energía a mi sanación.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora