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Al terminar la cena, nos juntamos con nuestro hermano ya no tan pequeño.

-¡Mari!- dijo Luciano, tirándose sobre mi, en cuanto nos encontramos al inicio del bosque.

-Hola Lucio- dijo Thanatos, ayudándonos a levantarnos-. Ya estás grande.

-Ya soy casi un adulto- dijo él, sonriendo-. Mira.

Levantó su remera y vimos sus cuadraditos marcados.

-Felicidades enano- dijo Thanatos, despeinándole.

-Ahora soy más grande que tu- dijo el menor, riendo.

-Solo de físico- dijo mi vampiro-. ¿Y tu mate? Que raro es verlo separados.

-Está escondido entre los árboles, se cree ninja- dijo Lucio, riendo.

Una pantera se nos acercó, colocándose contra las piernas del chico oso.

-Creo que ahora soy la más pequeña- dije, divertida.

-Así parece ser- dijo Thanatos, divertido.

-Sigues siendo igual de tierna que siempre- dijo Luciano-. ¿Me dejarías ver tu aleta? Siempre me gustaron los colores que tienes.

-Gracias- dije, sonriendo.

Un himplido se escuchó y miramos a la pantera, quien camina hacia adelante con mayor rapidez, alejándose un poco de nosotros.

-Hey, no te pongas celoso- dijo Luciano, adelantándose con su pareja.

-Son adorables- opiné, agarrando la mano de mi vampiro.

-Lo se- dijo, sonriendo.

-¿Sabes si mami mejoró?- pregunté.

-No tengo ni idea- confesó, en un suspiro.

-Mamá va mejorando- dijo Luciano, colocándose a nuestro lado junto a su pantera-. Se va recuperando bastante rápido.

-¿Cómo es que llegó a fracturarse la cadera?- pregunté.

-Se resbaló en la bañera y se golpeó la cadera- explicó mi hermano menor.

-Pero aún así, ¿no tendría que haberse recuperado ya?- pregunté.

-Bueno, los humanos cuando envejecen se hacen más débiles- dijo Thanatos-. Golpes fuertes suelen dañarlos muchísimo y muchas veces no logran recuperarse.

-Pero America no es tan vieja- dije.

-Aún así, tiene que estar bajo cuidado intenso- dijo Luciano.

-¿Cómo está papi?- pregunté.

-Atendiendo a mamá como si fuera su perrito- se rió divertido nuestro hermano-. Ya se jubiló, por lo que tiene todo el tiempo del mundo. Aunque por cuestiones médicas, viven en un pequeño departamento más cerca de la ciudad por si requieren ir a un hospital de último momento o algo así.

-¿Y qué pasó con la casa en la playa?- pregunté.

-Es donde resido actualmente- dijo el chico, sacando las llaves de su bolsillo, al estar ya pisando la arena, viendo la casa a la lejanía.

-Luego iremos a visitar a nuestros padres, ¿verdad?- pregunté.

-Mañana a la mañana lo haremos, ahora están dormidos y nosotros también debemos descansar- dijo mi vampiro.

-Sus habitaciones están intactas, no quisimos tocarlas por respeto- dijo Luciano.

Entramos a la casa y nos repartimos los tiempos para bañarnos. Primero la pareja menor y luego mi vampiro y yo.

-Aquí huele a coito- dijo Thanatos, divertido, cuando pasamos por la habitación del osito antes de ir hacia la del vampiro.

-Es normal; ellos también tienen celo- dije y entramos a la habitación, para recostarnos sobre la cama.

-Hablando de eso, ¿cómo te encuentras?- me preguntó-. Vienes teniendo etapas de celo bastantes frecuentes.

-Por ahora no se bien como funciona; Laustin dice que es irregular a esta edad, por lo que no se cuándo será el momento... A los cincuenta años se me va a regularizar, supuestamente- dije.

-Está bien, sabes que por mi no hay problema- dijo.

-¿Tu no tienes celo?- pregunté.

-En los vampiros no está esa necesidad, pero si, el verte a ti en ese estado me afecta a mi también- dijo.

-Lo siento- dije, bajando la mirada.

-No digas eso- dijo, levantando mi mentón, haciendo que lo mire-. Adoro tu cuerpo y todo en ti, inclusive tu celo, te vuelves irresistible en esos momentos.

Sonreí y me abracé a él.

-¿Quieres que vayamos a nadar un rato? La noche está linda y creo que la parejita necesita su espacio- dijo, riendo.

-Está bien- dije.

Salimos de la casa, tras que mi vampiro se coloque ropa para usar en el agua.

Fuimos a la playa y nos sumergimos, nadando como acostumbrábamos tiempo atrás.

-Esto es hermoso- admitió-. La noche está despejada, con un clima agradable y estando así contigo, es perfecto.

Lo abracé y sonreí.

-Tienes razón- dije, felizmente.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora