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Sentí una pequeña punzada en mi vientre, soltando un pequeño quejido, haciendo que se separe de mi, mirándome asustado.

-No me has lastimado- dije, sonriendo levemente.

-Lo se...- dijo y sonrió-. Espera aquí, buscaré a Laustin.

-Ya llegué- dijo ella, apareciendo por la entrada submarina-. Mari, ¿te duele algo?

-Para nada- dije y otra punzada hizo acto de presencia-. Bueno, quizás si un poco.

-Thanatos, no se si quieras quedarte... Vas a ver mucha sangre y plasma salir de tu ser más amado- dijo ella y Thanatos me abrazó por encima del vientre, debajo del pecho-. Lo tomaré como que te quedarás.

Sentí como si se estuviera desgarrando algo dentro de mí. Miré a Thanatos asustada y él comenzó a acariciar mis uñas mientras besa mi nuca.

-Solo debes esperar a que los huevos salgan y todo estará bien- dijo Laustin, con tranquilidad-. Quizás sean unos seis, por el tamaño de tu barriga.

-Esto duele- dije, aferrándome a Thanatos con miedo-. No quiero que se hagan daño.

-Todo va a estar bien- me dijo ella, tomando mi mano, pero le mostré mis dientes, atacando cual vampiro-. Vale, no te toco.

-¿Cómo se suponen que nacen los huevos?- preguntó mi vampiro, con toda la tranquilidad que me falta.

-Pues se crea un agujero en el vientre portador que rasga todo a su paso para luego expulsar los huevos como hacen los caballitos de mar, y entre los lazos cuidan los huevos, mientras que los de alrededor buscan comida para alimentar a los recién nacidos para cuando salgan del huevo- explicó de nuevo Laustin.

Intenté concentrarme en la charla, pero verdaderamente dolía, incluso muchísimo más que miles de mordeduras de Thanato(s) salvajes.

-¿Nacerán en forma de sirena o tritón, o en forma vampírica?- pregunté, con una mueca de dolor.

-Eso no lo se- dijo Laustin-. Pero te acompañaré en todo momento.

Escuché como como patos chapotean en el lago de afuera y me asusté, mirando a la pared. Podía verla a mucho mayor detalle, como si estuviera parada frente a ella. Pero no solo era eso, todos los ruidos de mi alrededor se hicieron mil veces más potentes, alarmándome.

-¿Qué pasa?- me preguntó mi vampiro, con miedo.

-Está sintiendo todo a mil veces de potencia- dijo Laustin-. Mejor me iré antes de que me ataque. Las madres y padres primerizos suelen ser bastantes sobreprotectores, y me gusta vivir.

-¡¿Cómo que te vas a ir ahora?!- exclamé, intentando no alterarme mucho, ya que moverme duele.

-En cuanto los huevos salgan de ti, vendré- dijo-. Mientras tanto, sigue como estás, vas bien.

Se fue nadando con rapidez y miré a mi vampiro, quien está sonriendo.

Me besó con cuidado.

-Duele...- me quejé en un susurro, con cuidado de no tocarlo mucho ya que mis garras están a la vista.

-¿Quieres beber mi sangre? Quizás eso te distraiga- dijo.

Mordió su muñeca y la enganchó en mi boca, clavándose mis filosos dientes a propósito.

-No me duele, no te preocupes por eso- dijo, besando mi frente.

Me colocó contra su pecho, dejando que escuche su suave latido mientras bebo su sangre de forma lenta, dejando que caiga sobre mi boca sin absorber.

El agua empezó a tornarse rojiza al rededor mío y bajé la mirada un momento, viendo como se está abriendo mi interior en dos, como si estuvieran haciendo un pozo hacia el exterior.

Subí la mirada y vi los ojos de mi pareja, que brillan en ese hermoso rosado.

-Tranquila- me dijo, abrazándome.

El sabor de su sangre es dulce, me tranquiliza de cierta forma y al parecer hace que el dolor disminuya, por lo que me permití sonreír. Pero todo se fue al barco en el momento que por error tocó la zona que se está abriendo y le mordí con algo de fuerza.

-Lo siento, lo siento- dijo, apartando su mano para acariciar el comienzo de mi aleta.

Dejé de morderle y tras que caigan las últimas gotas de sangre al sanarse la herida, le miré enojada.

-¿Quieres que me vaya y te deje tranquila? Así te doy tu espacio- dijo y negué con la cabeza muchas veces.

Pequeñas gotas bajaron por mis ojos.

-No me dejes, por favor- susurré, con la voz rota.

-Está bien, mi pequeña sirenita- dijo, besándome las mejillas-. No llores, estás por ser madre, no es bueno tener malas emociones.

-Te amo- dije, besándolo.

Me giré para quedar de costado sobre su regazo, para abrazarle con cuidado y besarle con desesperación.

En un momento le mordí el labio al sentir como algo sale de mi interior, por lo que solté otro quejido.

-Lo lograste- me susurró.

Miré hacia abajo y vi como hay un huevo realmente ENORME sobre mi regazo.

Mordí mi labio inferior y metí mi mano para ver si hay algún otro huevo, llevándome la sorpresa de que es uno solo.

-¿Van a ser más de uno?- preguntó, sonriendo.

Negué con la cabeza y le di un beso.

La herida se empezó a sanar, y era algo que dolía, mucho más que todo.

Chillé del dolor, mientras Thanatos me mira desesperado.

-¡¿Qué hago?!- preguntó, con gran miedo.

Le di el huevo, antes de lanzarme hasta el fondo.

Las vibraciones que producen mis gritos son sorprendentes.

Tras algunos momentos más, la herida terminó de cerrar y ya no duele.

Nadé hasta la superficie y me abracé a las piernas de mi pareja, mientras veo como pequeñas gotas rojas se deslizan desde sus ojos.

-Mi amor...- susurré, limpiando su mejilla con mi mano-. Ya sanó, estoy bien.

-Ven... Quiero abrazarte pero tengo a nuestro hijo sobre las piernas- dijo riendo.

Me senté junto a él, abrazándolo a la vez que le beso la mejilla.

-¿En cuánto nacerá?- preguntó, con gran emoción-. Ya quiero verle.

-Lo mismo digo- dije, sonriendo-. ¿Puedo sostenerlo?

Asintió.

Agarré al gran huevo, que parece una pelota ovalada del tamaño que tenía mi abdomen.

Lo dejé sobre mi aleta mientras me siento sobre Thanatos.

Me hice una bolita, protegiendo el huevo con mi aleta con cuidado para que no se caiga hacia el fondo del pozo y se rompa. Él rodeo mi cuerpo con sus brazos, teniéndome con fuerza y cariño.

-¿Cómo te sientes?- preguntó.

-Algo cansada, pero no puedo dormir hasta verle- contesté.

-Yo les cuidaré, descansa- dijo, besando mi frente.

-Literalmente, no puedo dormir hasta verle bien... Quiero descansar, pero no puedo- dije y sonrió.

-Es tu instinto- dijo.

-Supongo- sonreí y besé a nuestro hijito.

El huevo empezó a romperse, por lo que me asusté.

-Esto debería pasar en un tiempo- dije, con miedo.

-Es medio vampiro- me recordó Thanatos-. Yo también estoy asustado, pero no te preocupes.

El huevo terminó de romperse, saliendo primero que nada una manita.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora