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A ya casi cinco meses de que inició todo esto de la gestación, al fin se me empieza a marcar la barriga, por lo que Thanatos me tiene encerrada en mi isla Mako personal para que esté nadando en mi forma natural, siguiendo las recomendaciones de nuestros médicos.

Escuché como el timbre sonó y Thanatos se levantó.

Llevo algunos días aquí dentro, él me trae comida y se queda conmigo, dentro y fuera del agua. Cuando se va a hacer las compras me deja bajo el cuidado de Laustin con quien nadamos libremente fuera por unos momentos.

-Ya vuelvo- me dijo él, besando mi frente, antes de salir.

Me quedé sola de nuevo, aunque se que no es por mucho; hoy viene nuestra familia para enterarse de esta gran noticia.

Escuché algunos ruidos y pasos apresurados dirigiéndose hacia aquí. Me escondí, evitando que se vea ni siquiera mi cabello.

Al escuchar muchos pasos cerca, empecé a subir lentamente, pero algo inesperado sucedió.

Un cuerpo sin cabeza, cayó al agua, volviéndose ceniza en segundos.

Asustada, me asomé para ver como Thanatos lucha con diversos oponentes que tienen fuego en sus manos.

-Mar, ¡sal de aquí!- me ordenó Thanatos, mostrando colmillos y garras, aún luchando, sin mirarme.

Me concentré para controlar el agua, pero otro cuerpo lanzado por Thanatos hasta estrellarse a mi lado, me asustó.

-¡NADA!- me gritó.

Negué con la cabeza. Concentré todas mis fuerzas y controlé el agua, haciendo que una especie de gusano atrape a aquellos seres en una extraña burbuja, haciendo que se vuelvan cenizas en segundos.

Una vez que creí que todo había acabado, miré a Thanatos. Ya no estaba parado, sino que se encuentra en el suelo.

Se le ve débil, cansado, pálido, como si estuviera muerto.

Ignorando las recomendaciones, me transformé y salí del agua, para levantarme y correr hacia él.

Coloqué su cabeza sobre mi regazo, viendo como está quieto, sin siquiera respirar.

Palmee sus mejillas un par de veces, escuchando un quejido suyo.

-Bebe- ordené, colocando mi muñeca contra sus labios.

Él corrió la cabeza.

-¿Hace cuánto no te alimentas?- pregunté, preocupada.

Se que ha empezado de vuelta a tomar sangre de otros seres, exclusivamente de cordero y oveja, pero no parece ser suficiente, se que necesita sangre de otro vampiro real o mía para que esté bien bien.

Presioné mi muñeca contra si, sintiendo sus colmillos por debajo de los labios, pero volvió a negarse.

Me recosté sobre él, besándolo con cuidado, rozando mi lengua contra sus colmillos en cada oportunidad para lograr que lastime mi lengua, dejando que un par de gotas caigan sobre su boca.

Abrió los ojos y el beso se tornó intenso. Me alejé un segundo y coloqué mi antebrazo, dejando que muerda y succione todo lo que necesite.

No fue algo cariñoso o delicado como otras veces, dolía un poco, pero lo resistí, acariciando su cabello mientras toma sin más.

Se sentó, teniéndome entre sus brazos, lamiendo la herida antes de volver a atacarme, mordiendo mi clavícula para seguir tomando.

Ahora los sorbos son más pequeños, el dolor es menor y el cuidado mayor.

Tras largos momentos, se separó lamiendo la herida un par de veces, incluso cuando ya dejó de sangrar.

-Mi sirenita... No debes hacer eso- me regañó, abrazándome-. Pero gracias.

Sonreí y me acosté contra su pecho.

-Te he quitado mucha sangre- dijo, con gran preocupación y agarró mi mano-. ¿Qué te pone contenta? Tienes las uñas anaranjadas aunque estás cansada por la falta de sangre.

-Estar contigo me pone contenta- dije-. Me alegro que estés bien alimentado. ¿Te molesta si descanso un momento?

-Adelante, yo te cuido- dijo, alzándome en brazos.

Nos sumergió en el agua y me volví a transformar a mi forma real, aún abrazado a mi vampiro. Él acarició mi cabello con cuidado, dándome tranquilidad.

-¿Qué pasó hace un rato?- pregunté, con los ojos cerrados-. ¿Qué eran esos seres?

-Mamá me llamó para avisar que no podía venir hoy- informó-. Y en ese momento tocaron el timbre; unos vampiros que saben alquimia, o por lo menos la parte del fuego entraron a la fuerza, diciendo que venían de parte del hermano de Catalina, que venían a por el bebé. Eran realmente demasiados, maté a la mayoría de ellos de la forma más simple; con el agua. Al ser alquimistas del fuego, pueden invocar y usar este sin problemas pero a la igual que una llamarada, son débiles ante el agua y por eso murieron en cuanto los rodeo el agua.

-Ellos no son de este mundo, ¿verdad?- pregunté.

-Exacto- dijo-. No se quién es el que abrió el portal, pero lo averiguaré y lo cerraré tras patearle el trasero a todos por querer lastimar a lo más importante de mi vida.

-¿No habrán sido los Windsor?- pregunté-. Si vienen de parte de ellos, es posible que hayan abierto el portal también.

-Se requiere grandes sacrificios que no tendría sentido pagar tan solo para aniquilar una vida- dijo-. Son vampiros de los más peligrosos, vendrían por ellos mismos no mandarían a alguien más, y mucho menos si no es de confianza.

-¿Y por qué vinieron en su nombre, entonces?- pregunté.

-Deben de haberlo tomado al nombre sin que los hubieran llamado- contestó, pasando sus dedos por mis labios-. Pero no te preocupes, ¿si?- me besó-. Te protegeré de todo.

Le devolví el beso y giré para volver al agua, escuchando como se queja porque le salpiqué.

-Me aburro de estar aquí- dije, asomando de nuevo mi cabeza-. ¿Podemos ir a otro lado? Teniendo tantas cosas emocionantes en la tierra firme y yo aquí sigo nadando. Con razón la princesa sirena humana Ariel quería ir a la tierra.

Él rió para luego salir caminando.

-¿Quieres ir a la cama?- me preguntó y asentí con la cabeza-. ¿O prefieres el jacuzzi con televisor para entretenernos?

-¿Desde cuándo tenemos eso?- pregunté, divertida.

-¿Por qué crees que me tardaba tanto haciendo las compras?- preguntó, divertido-. Las podía hacer tranquilamente en un par de minutos, voy y vuelvo rápido. Esta vez me demoré tan solo por armar un jacuzzi con televisión... Ven.

Me alzó en brazos y me envolvió en una toalla.

-Es para que no mojes toda la casa- dijo, aún con ese tono.

Sonreí y salimos de la falsa isla Mako que me tenía prisionera.

Seguimos avanzando y por debajo de la escalera ahora hay una puerta, la cual cruzamos y estaba dicha sala, con un jacuzzi realmente grande frente a un televisor realmente grande.

Me introdujo al agua con suavidad, apagó la luz y se sentó a mi lado tras despojarse la ropa.

Seleccionó una película y empezamos a verla, abrazados dentro de la bañera burbujeante gigante.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora