La Sirena Terrestre.

2

Tras haber comido, Thanatos me mostró la extraña cueva que llaman "casa", señalando su habitación, la del pequeño Luciano, la de sus padres, el baño y la que iba a ser mi habitación.

-¿Tan solo llevas ese pequeño bolso?- me preguntó, señalando la cartera hecha de algas que traigo enganchada.

-Si- afirmé, sin darle importancia-. Tengo solo lo necesario para poder salir a la superficie... No tengo lo que aquí llaman "ropa" o algo raro. Solo es la pócima que evitará que demuestre mi naturaleza y algunos artefactos para comunicarme.

-Está bien. Le diré a mamá que te preste ropa- dijo y se retiró, dejándome sola.

Despacio y sosteniéndome de las paredes, avancé hasta la cama, la cual estaba al centro de la habitación.

Presioné la cama, saltando levemente.

-Es genial, ¿verdad?- dijo Luciano, entrando a la habitación con unas vestimentas en mano-. Mamá dijo que te traiga esto, es un pantalón y una remera; son de tela fina ya que hace algo de calor.

-Gracias Luciano- dije y lo escuché gruñir, cosa que me asustó.

-Llámame Lucio- dijo y sonreí.

-Está bien- dije y me pasó la ropa-. Gracias Lucio.

Él sonrió y se retiró de la habitación.

Me coloqué esas prendas, basándome en como es que las usaban el resto de humanos aquí.

La "tela" que cubría mis dos extremidades inferiores es suave, de color negra, apretada arriba, pero más suelta hacia abajo. Y la parte de arriba es suelta de color rojo liso.

-Esto es raro- dije mirándome en lo que llaman "espejo", que es un vidrio mágico que refleja todo.

-Lo se- dijo Thanatos detrás de mi-. Llámame Thanos, si quieres.

-Está bien- dije y sonreí-. Tu puedes llamarme Mar, si quieres.

-Es un placer conocerla, Mar- dijo y besó mi mano, con gentileza.

-¿Qué haces?- pregunté extrañada.

-Es lo que un caballero debe de hacer- dijo y rió-. Mis padres me educaron así... ¿Podrías contarme un poco más sobre ti?

-Claro- dije.

-Tus uñas están azules... ¿Es normal?- preguntó y asentí-. Bueno, ¿quieres salir a caminar? Así te acostumbras a las piernas y me cuentas sobre ti.

-Está bien- dije y salimos hacia la puerta.

-Antes que nada, ponte esto- dijo America, colocando algo extraño junto a mis pies-. Ven, te ayudo a colocártelo.

Me senté y me colocó unas "ojotas", que evitarán que me queme los pies.

-Gracias- sonreí y salimos, caminando por la arena.

-Y dime... ¿Qué edad tienes?- preguntó.

-33 años- dije y sonreí.

-Aparentas como 13 años humanos- dijo y reí.

-Aún soy muy pequeña- dije-. ¿Qué edad tienes tu?

-119 años- dijo y le miré sorprendida-. Para los de mi especie, estoy a poco de ser un adulto jóven.

-¿Cuántos años llegan a vivir los de tu especie?

-Los humanos no superan los 90 años, normalmente- dijo y tomó mis manos entre las suyas-. Tus uñas son verde agua...

-Es curiosidad- comenté-. Aún así, no has respondido mi pregunta.

-Los de mi especie viven durante milenios. Yo no soy un crío, pero no soy un adulto... Tengo 14 años humanos- aclaró.