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Iba a levantarme, pero sentí que alguien se me iba a lanzar encima, por lo que preferí ocultarme entre la armazón que hace la falda más pomposa, viendo como por arriba mío pasa volando una persona, la cual fue rápidamente golpeada por mi vampiro, haciéndole volar hacia el otro lado por el golpe en el estómago.

Me levanté con rapidez sin tropezarme, viendo como a mi alrededor se encuentran muchos vampiros mostrando colmillos y garras, con los ojos rojos, preparados para atacar.

-Mar, ve al agua- ordenó Thanatos, quitándose su chaqueta para tener más movimiento.

-Olvídalo- dije-. Allí es menos seguro.

Napomuceno se nos acercó, con porte valiente a pesar de que está tan aterrado como nosotros.

-Que gran idea de su parte, majestad- dijo uno de los vampiros.

-Atacar al nuevo príncipe destructor de almas y luego traer una oveja a la boca del lobo- dijo otro de los vampiros, que parece estar babeando, por lo que hice una mueca de asco.

-Peque, ayúdame- hablé bajito, intentando quitarme el corset.

Estando reprimida es claro que no podré controlar el agua. Necesito más libertad.

Napomuceno con sus uñas filosas, partió mi vestido por delante, liberándome de golpe de toda prisión.

Suspiré aliviada y sonreí.

-Gracias por hacernos el favor, pequeño engendro- dijo otro enemigo, de voz macabra que me hizo estremecer, siendo más terrorífico cuando se relamió los labios.

De a poco avanzaron hacia nosotros en círculos, rodeándonos por toda la orilla, dejándonos como única escapatoria el agua, en donde veo unas cuantas cabezas asomarse de estas, todas con miradas sedientas y morbosas, relamiéndose los labios de sus múltiples bocas, murmurando con gracia y alegría que darían un gran festín.

El agua nos llegaba ya a los tobillos, estando a una distancia de un metro de distancia con el enemigo que intenta intimidar.

Una mano se aferró a mi tobillo pero Napomuceno la pisó con fuerza, obligándole a retroceder adolorida.

El clima se está tornando raro, como si la luna estuviera preparada para ver sangre correr.

Cerré los ojos y por un segundo me conecté con todo el lago; al estar en una forma humana es más complicado y tengo menos poder, pero es necesario si quiero salir corriendo por mi vida en el momento justo.

Encerré de un solo golpe a todos los vampiros en una gran burbuja.

Alguien se me lanzó por detrás, empujándome con gran fuerza, clavando sus garras en mis hombros.

-¡Mari!- gritó Napomuceno con miedo.

Thanatos me quitó a la bestia en un segundo, volviendo a lanzarla al agua.

Volví a encerrar a los vampiros en una burbuja mientras que mis vampiros me defienden de mi depredador que solo intenta tocarme, sin darle una verdadera importancia a quienes en estos momentos, están siendo sus verdugos.

-Vamos- dije.

Empezamos a correr de vuelta al castillo para buscar refugio, a pesar de que siento el peligro pisándonos los talones. Thanatos me tomó en brazos y empezó a correr a su velocidad yendo algo despacio para que pueda aún controlar al enemigo en una burbuja que los mantiene fuera de distancia de ataque.

El lago al estar lejos, ya no puedo utilizar más del agua que no sea la que está en la burbuja y mantenerlo así cuesta bastante energía.

Aún en brazos de mi pareja, me transformé en mi forma real para poder seguir manteniendo la cápsula de agua.

-Resiste- me dijo mi vampiro.

Y le miré solo por un segundo. En ese segundo vi el dolor en su mirada, como si la angustia de saber si saldremos vivos de esta situación, con el miedo consumiéndolo vivo como las hormigas al cuerpo de Alarik.

En un suave pero rápido movimiento, Thanatos me colocó boca abajo y mordió con cariño mi nuca repetidas veces, aún sin dejar de correr.

El extraño agujero que busca la realización del ritual de apareamiento, apareció en mi estómago y él volvió a tomarme en brazos de manera habitual, empezando a correr con más velocidad.

-Concéntrate- me dijo aunque me resultó algo complicado por mis pensamientos idos.

Vi la burbuja deformarse y de a poco caer pero de a poco fui sintiendo como si todo estuviera al detalle; sentí un control completo de mi energía la cual concentré en permanecer la burbuja intacta.

En un momento nos detuvimos y un pequeño jadeo salió de mi boca.

-Lo siento- me dijo Thanatos, dejándome en el suelo para dar batalla.

Napomuceno empezó a tocar la puerta del palacio con rapidez y entendí su preocupación al ver a la distancia a esas criaturas de cuatro bocas que corren con desesperación hasta nuestra ubicación con el mero sentido de devorarme hasta que no quede ni una escama.

-Ya me cansé de esto- dije, sintiendo la sangre en mis mejillas por las sensaciones creadas en mi estómago.

Comprimí el agua, para luego separarla de golpe, creando un espectáculo de muerte, en donde los restos se fueron cayendo de manera brusca.

Mi depredador se acercó a paso rápido, deteniéndose en la sombra de los árboles frente al castillo, mirándome con más deseo que antes.

Les mostré la lengua, divertida y elevé mis manos, concertando el agua en sus cuerpos, haciéndola salir a la fuerza por los poros, haciéndoles estallar como si una piñata fuera.

-Eso fue... Espléndido- dijo una voz que no supe identificar pero tampoco me gasté en pensar.

-Mari, ¿estás bien?- me preguntó Napomuceno, acercándose.

-Claro- dije, con una gran sonrisa, sin dejar de mirar a mi vampiro, quien se acerca con un porte heroico.

-Cuiden a Napomuceno un momento, tengo un asunto que completar con Mar- dijo mi vampiro, tomándome en brazos, entrando al lugar y corriendo con gran velocidad hasta su habitación en donde nos encerramos en el baño, entrando en el jacuzzi sin más contratiempos.

-He sido una buena sirenita, quiero mi premio- dije, viendo como se quita la ropa de a poco, acercándose a mi con una mirada lujuriosa.

-Ahora te daré todo lo que quieras- dijo, lanzándose sobre mi, juntando nuestros labios en un desesperado beso, mientras el agua tibia y burbujeante nos empieza a rodear.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora