En cuanto desperté, de nuevo estaba rodeada por Mikael, Laustin y Napomuceno.
-¿Y Thanatos?- pregunté, algo asustada al no verle.
-Está limpiando el jardín- dijo Laustin, sonriendo.
-Pero, nuestro jardín es el bosque, no requiere ser limpiado y en caso de ser así, las ninfas hacen ese trabajo- dije, confundida.
-Está eliminando las malezas que las ninfas no pueden quitar- dijo Mikael.
-Entonces, le ayudo- dije, intentando levantarme, pero el pequeño Napomuceno me detuvo.
-Está sacando a las exiliadas- dijo Napomuceno, estando sobre mi.
-Con más razón, debo ir a ayudarle- dije, dejando al pequeño sentado a mi lado, para sentarme en la cama.
-Si... Eso no va a suceder- dijo Laustin-. Sobre ti hemos realizado varios hechizos para ser invisible ante tu cazador, por lo que si sales de esta habitación, estarás en peligro.
-Entonces, si es que esta habitación es segura, ¿por qué están tan cerca mío protegiéndome como si fuera la abeja reina?- pregunté.
-Por... Seguridad- dijo Mikael, tras dudar unos segundos-. No sabemos si las exiliadas van a entrar de golpe por la ventana o algo así, por lo que estamos aquí para cuidarte.
-Pero si nadie va a entrar por los hechizos y toda la protección- dije, confundida.
-Son órdenes de Thanatos- dijo Mikael-. Aunque haya renunciado a su título, el poder sigue en él y desobedecer su orden sería un suicidio.
-Pero Laustin y Napomuceno no pasan por eso- me quejé.
-A mi me gusta dormir a tu lado, así que, me quedé aquí- dijo el menor.
-Y yo no pienso dejar a mi pareja solo en esto, así que, aquí estoy- dijo Laustin.
Me giré para poder ver por la ventana, encontrándola toda pintada de negro de forma desprolija, por lo que puede filtrarse poca luz.
-No es recomendable que veas a tu vampirito mientras está haciendo de las suyas- dijo Mikael-. Tuvimos que tomar medidas de seguridad.
-Por cierto, ¿puedo saber por qué hay tantos pétalos en el suelo?- preguntó Laustin, sentada ahora en el borde de la cama, girándose para verme.
Alcé mi mano y le mostré el anillo, por lo que chilló de una forma muy aguda y se lanzó sobre mi, abrazándome.
-¡Ya era hora!- gritó, emocionada-. Tenemos que planear una gran boda, ¡va a ser la mejor boda del siglo! ¿Del siglo? Pero qué estoy diciendo. ¡Será la mejor del milenio!
Ella se sentó a mi lado, tomando a Napomuceno para dejarlo sobre su regazo y abrazarlo con un brazo mientras que con el otro le acaricia el cabello de forma rápida y compulsiva.
-¿De qué color quieres el vestido? ¿O va a ser una boda marina? Podríamos ir a ese restaurante humano que está en la orilla del mar- dijo Laustin.
-Ya dejen en paz a mi prometida- dijo Thanatos, entrando a la habitación con una expresión tranquila.
Me levanté con rapidez y corrí a abrazarle.
-Perdón por no haberme quedado contigo hasta que te levantes- dijo, abrazándome por la cintura.
-No pasa nada- dije y le di un beso en la mejilla-. Te extrañé.
-Bueno, tortolitos, tengo hambre, así que, ¿quién cocina?- interrumpió Napomuceno, levantándose de la cama y caminando hasta nosotros.
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La Sirena Terrestre.
FantasyEl rey de la zona convocó a sirenas y tritones que estuvieran dispuestos a subir a la superficie para poder ver si hay más zonas habitables más allá de lo que podemos ver. Una sirena madre desesperada, ofrece a su hija y esta va a la zona terrestre...