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En cuanto volví a abrir los ojos, ya me sentía mucho mejor, tan solo me duele las zonas en donde me han lastimado en algún momento.

Estoy contra el pecho de mi vampiro pero eso no parece evitar que pueda acariciarle el cabello a Napomuceno, quien está acostado en la orilla.

-¿Cómo está la sirenita más linda de todas?- me preguntó mi vampiro.

-¿Despertó?- preguntó Napomuceno, levantándose de golpe, resbalándose.

Casi llega a tocar el agua pero con mi aleta lo sostuve, devolviéndolo al borde.

-¿Te duele algo?- me preguntó el menor.

-Casi nada, no te preocupes- dije, con una pequeña sonrisa.

Él empezó a soltar gotas rojas por los ojos, haciendo una mueca extraña y arrugada.

-Lamento mucho haberte hecho eso- dijo él, de forma entrecortada.

Thanatos con una mano lo alzó y lo colocó sobre su aleta, dejándome cerca mío, pero sin tocarme.

Lo alcé en brazos y con una pequeña mueca por el dolor, lo pegué contra mi pecho.

-Tranquilo, no fue tu culpa- dije, acariciando su lacia cabellera.

-Si lo es- dijo, limpiándose las gotas rojas-. Por mi culpa te maldijeron, por mi culpa te dañaron y por mi culpa estás así. Si es que no me hubiera rebelado...- fue interrumpido.

-Basta- dijo Thanatos, en un tono serio y ablandó la mirada-. Si no te hubieras rebelado la hubieras pasado mal y eso no es algo bueno.

-Pero Mari se cobró todo por mi culpa- dijo el menor, aún goteando por sus ojos.

Limpié la gota roja, con una sonrisa.

-Las sirenas siempre lo daremos todo con proteger a todos los del grupo- dije-. No es problema para mi, además ya estoy bien.

-Mientes- dijo Napomuceno-. ¿Crees que no puedo sentir tu dolor? Cada vez que te tocan aquí- con su dedo creo un camino por donde Isodoro me lastimó, creándome una mala sensación pero suprimí toda mueca-, pones esa mueca de miedo que por más que no te quejes de dolor se te nota que no estás bien.

-Solo olvida eso- dije, pegándolo contra mi pecho para que no me vea a la cara-. Esto ya se terminará, no es nada.

-Deja de decir eso...- murmuró Napomuceno, dándome un beso en el pecho-.  Lamento que hayas pasado por eso.

-No es nada- dije-. Son cosas mínimas, ya sanaré por completo en unos días y no notarás la diferencia entre ahora y después.

Él me abrazó, y sonreí.

-Nunca dejaré que te alejen de nosotros- dije-. Ya eres parte de nuestra familia.

Thanatos nos abrazó y sonreí. La caricia terminó a los instantes y el mayor tomó al menor para engancharlo en el flotador.

-Conoces las reglas- dijo Thanatos y Napomuceno se cruzó de brazos.

-Está bien- dijo él.

-Lamento la tardanza- dijo Laustin, ingresando a la habitación-. ¿Ya puedes ver bien?

-Si- afirmé.

-Me vas a odiar, pero necesito que salgas del agua para que te coloque las algas, ya sabes como funcionan- dijo.

-Está bien- dije.

Thanatos me dejó en el borde y sentí las pocas heridas arder como nunca. Exhalé y la miré.

-Será rápido- dijo.

Me enganchó las frías algas en la punta de mi aleta y en la zona que me lastimaron.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora