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-¿Sabes? Estuve espiándote toda la tarde- me dijo Thanatos, mientras nadamos en el mar un rato, antes de ir a dormir.

-Lo se- dije, sonriendo, acariciando su cabello, aprovechando que está encima de mi.

-Así que soy "la criatura más buena, amable y cariñosa de todas"- dijo, divertido, girándose para apoyar su rostro sobre mis pechos, mirándome a los ojos desde su posición-. Si alguien te escuchara hablar así de mi, se van a reír... Soy un ser malvado, un hijo de la noche, un chupasangre- dijo, con falsa terrorífica voz.

Reí y giré, para lanzarlo al agua, yendo con él, para besarlo bajo el agua. Entre mis costumbres no está el contacto de labios, pero America me dijo que es una muestra de amor y me resulta algo tierno, por lo que lo aplico más; hasta es adictivo a esta altura de la vida.

Él volvió a recostarse sobre mi, abrazándome.

-Para mi eres el más tierno del multiverso- dije, abrazándolo, sintiendo como muerde mi pecho, pero sin clavar los colmillos, de forma amistosa-. Aunque me muerdas, sigues siendo hermoso.

-¿Ah, si?- dijo, sonriendo, mostrando los colmillos, antes de morderme en el mismo lugar, logrando sacarme un ruidito de sorpresa-. Así quería verte, pequeña sirenita.

-Calla, chupasangre- dije, divertida, recordando el apodo de recién.

-¿Sabes siquiera lo que significa?- dijo él, divertido.

-No- dije, sonriendo, escuchando su risa.

-Es como le llaman a los vampiros; seres que succionan la sangre de sus víctimas. Para no decir toda esa frase se abrevia en "chupasangre"- explicó.

-Ahh... ¿Y qué tiene de malo?- pregunté.

-Para la cultura humana, los vampiros venían a succionar la sangre de sus víctimas hasta dejarlas sequitas y muertas- dijo-. Así es como nos tomaron miedo por la cantidad de muertes.

-Pero no fue así, ¿verdad?- dije-. Digo, los vampiros no lo vieron así.

-Depende cuáles vampiros- dijo, haciendo una extraña mueca-. Hay algunos que si venían solamente para comer, pero se tuvo un gran control con estos para evitar que se acaban la humanidad. En cambio, hubo quienes nos opusimos a esto, sanando a algunos humanos y borrando sus recuerdos para evitar que nos delaten.

-Pero les convenía que los vieran como algo bueno a algunos- dije.

-No iban a saber distinguir e iba a ser un problema para sus pequeñas cabecitas- dijo, divertido-. Yo no he vivido en aquellos tiempos, pero me han comentado que los vampiros de más alto rango solían hacerse pasar por humanos normales, viviendo la vida de estos, vistiendo con las más delicadas ropas y el más fino estilo elegante. Y así se han mantenido por muchos siglos; mis padres quedaron facinados con la época victoriana, como podrás ver, a pesar de que están empezando a utilizar nuevos estilos, como habrás visto cuando la modista te dio el vestido.

-¿Y por qué no siguen usando la misma ropa de aquellas épocas si es que les gusta lo moderno?- pregunté.

-Porque es símbolo de alta clase- dijo-. Es demostrar que han vivido más, que han tenido más logros y que mantienen sus elegancias a pesar del paso del tiempo.

Nos quedamos en silencio, mirando el cielo juntos.

-¿Vamos a casa?- preguntó, señalando la luna-. Si no, no podrás descansar bien.

-Estoy descansando ahora- dije.

-¿Entonces no has escuchado nada de lo que dije?- preguntó divertido.

-Te escuché perfectamente, tan solo que mi cuerpo se relaja y floto tranquila- dije.

-Está bien, pero igual, vamos a casa- dijo.

Nadé hasta donde el agua le llega a la cadera, girándome para que apoye sus pies sobre la tierra y me transformé, para poder caminar hasta casa.

.-.-.

-¿Es él?- me preguntó Susana, mostrándome fotos de chicos y chicas de cabello negro y ojos azules.

-No- dije, divertida.

-¿Y ella?- me mostró otra foto.

-No- dije.

-¿Qué dices de alguno de ellos?- preguntó, señalando hacia adelante, en donde estaba Thanatos con Benjamín, Eujenio e Isorodo, subiendo todos juntos las escaleras.

-¿Qué hacen aquí?- pregunté, sin entender la razón de sus presencias-. Susana, tengo que irme.

-Espera, si te vas no podré saber- dijo ella, intentando detenerme, pero de un salto me levanté del suelo en donde estábamos sentadas, para empezar a seguir a los vampiros.

Estando en la azotea, los vi a los cuatro reunidos charlando.

-Hola- dije y me miraron.

-Marina, que sorpresa- dijo Eujenio, mirándome.

Los tres mayores estaban con ropas "normales" para la época, aunque con un glamur que se ve a kilómetros de distancia, todos con camisas a rayas al cuerpo, pantalones negros, zapatos negros elegantes y bufandas que combinan con la camisa, portando en sus manos gafas de sol.

-¿A qué se debe su presencia?- preguntó Benjamín.

-Asisto a este colegio- dije-. ¿Y ustedes?

-Venimos en nombre de padre para invitarle a cenar, como en los viejos tiempo en donde cierto niñato se negaba- dijo Isodoro, en un tono molesto, cruzándose de brazos, mirando a otro lado.

-Pero ya les dije que no- dijo Thanatos, acercándose a mi, abrazándome por la cintura-. Ella es a la única criatura que voy a morder en toda mi vida.

-Niño, mira, sabemos que le tienes gran aprecio a esta sirena, pero en algún momento morirá y tu también- dijo Isodoro-. ¿Entiendes? Sin ofender, bella dama.

-¿Saben? El promedio de vida de la sirena es mayor al de un mortal cualquiera- dijo Thanatos-. Y si ella se va, me voy consigo.

-Eres un Ottis- dijo Benjamín-. Compórtate como uno.

-¿Alguna otra razón para seguir viéndolos aquí?- preguntó Thanatos, molesto.

-Madre los invita a su fiesta de cumpleaños- dijo Benjamín, sacando dos tarjetas de vaya a saberse donde-. Lo hará con la temática de baile de máscaras, en blanco y negro. Será este sábado, en cuanto caiga el sol. Se los espera en casa, vendrá un vehículo a buscarles una hora y media antes para que tengan tiempo de retocarse antes de la fiesta.

-Está bien- dijo Thanatos, agarrando las tarjetas-. ¿Pero de qué está hecho esto? Es más pesado que el papel común.

Los tres hermanos se rieron.

-¿Papel?- dijo Isodoro-. ¿Qué creen que somos? Es metal pintado decorado con obsidianas y cuarzo blanco.

-Con razón, no podía esperar menos- dijo Thanatos, riendo.

-Eso es todo- dijo Benjamín-. Esperamos verlos en la fiesta, madre ansía sus presencias.

Los tres mayores saltaron por el barandal, desapareciendo en el aire, sin que nadie los vea.

-Vamos a clase, luego hablaremos en casa... Necesito hablar con mamá antes de cualquier decisión- dijo, dándome un pequeño beso en la frente.

Le seguí, bajando las vacías escaleras, para ingresar a nuestras aulas, teniendo que disculparnos con nuestros profesores por el retraso.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora