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En cuanto desperté, Hitler me estaba colocando ropa con cuidado.

-¿Te desperté? Lo siento- dijo, antes de terminar de ponerme una ropa larga que me tapa hasta las articulaciones de la pierna.

Es suelto y del color de un coral. Es suave y cómodo; me gusta.

-Cody salió por largo rato para ir a dar una charla con sus superiores- me dijo-. ¿Quieres hacer algo mientras?

Señalé el agujero de la cueva. Me da curiosidad saber que hay más allá.

-No podemos salir de la habitación- dijo y le miré confundida.

¿Con "habitación" habrá querido decir cueva? No se si es que no sabe como se llama o yo soy la errada, pero quiero salir.

Volví a señalar la salida.

-No podemos...- suspiró-. Ven, mejor vamos a nadar. Si no lo haces en mucho tiempo te pondrás enferma. ¿Quieres caminar o te cargo?

Apoyé mis pies sobre el suelo y me levanté.

-Te ayudo, entonces- dijo.

Pasó su mano por mi cadera y me sonrojé.

-Es para darte seguridad- dijo y asentí.

Paso a paso, caminamos lentamente hasta la pecera, en donde nos subimos por las varillas y él me quitó la ropa, dejándome la ropa que tenía antes.

-Ahora si, puedes saltar y transformarte- dijo.

Avancé un paso y caí de lleno al agua, pensé en lo lindo y relajante que es, sintiendo como mis piernas desaparecen y vuelve mi aleta.

Sonreí y miré a Hitler.

-Iré a cambiarme y vengo contigo- dijo-. Tardaré solo un momento. ¿Está bien?

Asentí con la cabeza y desapareció de mi vista.

Empecé a girar en círculos esperando a que llegue... 

1 vuelta...

2 vueltas...

3 vueltas...

4 vueltas...

5 vueltas...

6 vueltas...

7 vueltas...

8 vueltas...

9 vueltas...

Cuando estuve por completar el décimo giro, alguien ingresó de un salto al agua y vi como Hitler se acerca a mi.

Nadé hacia él para abrazarlo.

-Azulina- me dijo, en un momento que se quitó la máscara.

Sonreí sonrojada y me apegué a él.

Que el tritón con piernas que te gusta te diga que eres hermosa es algo muy agradable.

Corrí hacia donde están nuevas algas, encontrándome con mi juguete.

Se lo llevé a Hitler, quien acarició mi cabello.

Se lo di en la mano, y me miró confundido.

-Debes tirarlo y lo buscamos- dije pero no pareció entenderme, así que, hice la mímica de tirar e ir a buscar.

Él rió y asintió con la cabeza. Lanzó el juguete y fui a buscarlo con rapidez, escuchando su risa.

Se lo traje y repitió la acción un par de veces.

Esto no es tan divertido como cuando el espacio es mayor, pero tampoco me quejo, es agradable estar con él.

Luego, lo apresé en el suelo, dejándole sin salidas posibles.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora