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Me desperté al escuchar una pequeña pelea dicha en susurros.

-¿Qué pasa?- pregunté, viendo como los chicos paran de hablar.

-¡La despertaste! Eres un idiota- se quejó Napomuceno, quien sigue en la mecedora.

-Idiota eres tu como la hablar tan alto y despertarla- se quejó Thanatos, quien me abraza ahora como si fuera un bebé, sosteniéndome por la espalda y por debajo de la parte media de mi aleta.

-No se cómo es que te ama, eres muy torpe- dijo Napomuceno, cruzándose de brazos.

-A partir de hoy comes en sillita de bebé con platito y cubiertos de plástico- dijo Thanatos, en un tono amenazador-. Con mamadera.

-Nooo, mamadera no- se quejó el menor, para luego reír-. Se sacarle la tapa, tonto.

-No a las que tienen seguro- dijo Thanatos, con una sonrisa triunfante.

-¿Puedo saber por qué discuten?- pregunté.

-Ese idiota que tienes de pareja me dejó en un artefacto humano para bebés humanos- dijo Napomuceno.

-Tiene el cuerpo de uno y es más seguro así- dijo Thanatos.

-Tiene razón- afirmé-. America me lo recomendó para Kaito.

-Pero Kaito era un bebé, yo ya tengo 8 años- dijo Napomuceno, con los brazos cruzados, enfadado.

-Para la sociedad humana sigues siendo un bebé, enano- le dijo mi vampiro.

-Mari, defiéndeme- dijo el pequeño.

Me sumergí, tomando la punta de la aleta de Thanatos para tirarlo hacia abajo. Subí a la superficie y de un salto salí del agua, transformándome para volver a tener piernas.

Agarré a Napomuceno y lo dejé en el suelo.

-Listo, ya no estás en esa mecedora- dije, sonriendo-. Iré a preparar algo de comer, ¿quieres algo?

-¿Y a mi no me preguntas eso?- habló Thanatos con un tono triste, desde el borde de la entrada de agua.

-Tu tomas mi sangre siempre- dije, divertida-. Ya se qué quieres.

-Adoro eso de ti- dijo, con una sonrisa enamoradiza.

-Yo también quiero sangre- pidió Napomuceno, alzando los brazos para que lo agarre.

Negué con la cabeza.

-Si eres un niño grande, no te puedo alzar en brazos- dije, divertida, escuchando la risa de Thanatos.

Salí de allí aún escuchando como discuten.

Abrí la heladera, viendo como ya no tengo algas por lo que con preocupación volví a la isla Mako.

-¿Qué pasa, mi sirenita? ¿Por qué esa cara?- me preguntó mi vampiro, preocupado.

-¡No hay algas!- dije-. Voy a morir de hambre.

-Hoy tenemos que ir a comprar más, no es tanto problema eso- dijo él-. ¿Por qué no vas a buscar algunos peces? Te preparo un rico sushi si quieres.

-Está bien- dije.

Napomuceno se resbaló y por poco cae al agua, pero con rapidez lo agarré y lo dejé en la mecedora.

-Por seguridad te quedas ahí- dije-. Pudiste haberte ahogado.

-No respiro- dijo Napomuceno-. No puedo ahogarme.

-Aunque no respires, no puedes vivir sumergido bajo el agua- dijo Thanatos, en tono de regaño-. Y si Mar dice algo, hazle caso.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora