98

126 17 0
                                    

-¡Voy a tener un primo!- gritó Napomuceno, con gran emoción.

-Napomuceno- le regañó Benjamín.

-Lo siento- dijo-. Es mucha emoción.

-Para ser uno de los menores, eres el primero en dejar descendencia- dijo Juana, con una extraña sonrisa, supongo que es felicidad, pero sus expresiones son algo terroríficas.

-Ni crean que le dejaré el legado a mis pequeños- dijo Thanatos, abrazándome de forma protectora-. Van a ser niños normales.

-Tan normales como pueden ser los híbridos de vampiros y sirena- dijo Eujenio, en un tono de voz que desconozco.

Thanatos rugió, mostrando dientes y Eujenio solo sonrió de forma victoriosa.

-Va a ser el niño más lindo del mundo- dijo Napomuceno, sonriendo-. O la niña más linda del mundo.

-O quizás sean muchos- dije, sonriendo divertida.

-¡Aún mejor!- expresó con gran felicidad.

-Bueno, creo que ya es hora de retirarnos- dijo Juana.

-¿Puedo quedarme?- preguntó Napomuceno-. Hace mucho ya que no paso la noche con Mari.

-No seas molesto, Napomuceno- lo regañó Eujenio.

-Pueden quedarse todos si gustan- dijo Thanatos.

-Tengo asuntos que resolver- dijo Eujenio.

-Tenemos ensayo con Isodoro y padre, que fueron a trabajar- dijo Benjamín.

-Madre, ¿puedo quedarme?- preguntó Napomuceno, tomando la mano de Juana.

-No disfrutaría de saber que molestan a la futura madre- dijo Juana-. Requiere mucho descanso.

-No va a ser una molestia- dijo Thanatos-. Aquí tenemos sangre de todos los tipos, así que, no va a ser problema los alimentos.

-Está bien- dijo Juana-. Vendremos mañana al caer la noche.

Nos despedimos y los mayores se retiraron con su elegancia típica.

-¿Podemos cenar pizza?- pregunté-. Napomuceno debe conocer lo que es la pizza.

-Siii, quiero conocer la pizza- dijo el pequeño, elevando los brazos, alegremente, para luego bajar los brazos en un movimiento brusco, mirando el suelo-. Lo siento.

-¿Por qué te disculpas? No has hecho nada malo- dije.

-Madre siempre dice que muestras muchas expresiones es malo para la reputación familiar- dijo el pequeño y Thanatos se agachó para revolverle el cabello.

-Aquí no está Juana, así que, las reglas son otras- dijo él-. Si estás contento, expresa. Si estás triste, expresa. Eres libre. Pero no puedes morder a nadie.

-¡Eso es genial!- dijo, divertido.

Dio un pequeño salto y mi vampiro lo alzó en brazos.

-Vamos a por la pizza- dijo mi pareja.

Sonreí y salimos de casa, en dirección a la ciudad.

_-_-_

-Esto es delicioso- dijo Napomuceno, mientras muerde su rebanada de pizza.

-Lo se- dije, degustando mi rebanada.

-Creí que la morcilla de delfín era deliciosa, pero esto lo supera- dijo el pequeño.

-La morcilla de cerdo es mejor que la de delfín- refutó Thanatos, tras limpiar con una servilleta las comisuras de sus labios.

-¡Objeción!- dijo el pequeño y sonreí.

Se pusieron a discutir, mientras que yo sigo devorando mi tercio de pizza sabor salmón. Thanatos y Napomuceno comen una pizza de vaya a saberse que es eso de color rojo extraño; según ellos es delicioso, pero para mi tiene pinta de querer comerme en vez de que yo le coma.

Es divertido ver como mientras escuchan el argumento del otro, comen algunos bocados y luego refutan. Es mejor que los programas de televisión.

-La mejor sangre es la de sirena; se tenía que decir y se dijo- habló Thanatos, cerrando la charla.

-Nunca la probé- dijo el pequeño y me miró sonriendo.

-NO- dijo mi vampiro, acercándome a él.

Sonreí y le di un beso en la mejilla.

-Bueno, ya que terminamos, ¿vamos a por un postre?- preguntó Thanatos.

Asentimos con la cabeza y nos levantamos de nuestros lugares.

Salimos del lugar y fuimos a una de mis heladerías favoritas que tienen sabores de hasta lo que no te imaginas. Dejé que Napomuceno se suba a mi espalda, ya que se me complica llevarlo entre mis brazos por la panza que tengo.

-Arcoiris y algas subterráneas para mi- dije, sonriendo.

-Yo no se...- dijo Napomuceno-. ¡Son demasiados!

-Lo se- afirmé, mirando la gran pantalla en donde pasan todos los sabores.

-¿Te apetece sangre delfín y de ternero?- le preguntó Thanatos y el pequeño asintió-. Ya regreso.

Compró los helados en tarros y caminos hacia casa, llevando a Napomuceno de la mano entre ambos.

-¿De qué te pediste?- le pregunté a Thanatos.

-Sangre mentolada y amor sangrado- dijo.

-¿A qué sabe el amor sagrado?- preguntó Napomuceno.

-Es una mezcla de frutos rojos y dorados con algo raro que no se que es, pero me agrada mucho- dijo él.

-¿Puedo probar un poquito luego? 

-No te va a gustar a ti, peque.

Sonreí y vi nuestra casa a la lejanía.

_-_-_

Tras terminar de comer el postre mientras vemos una película, Napomuceno ya estaba dormido, por lo que Thanatos lo cargó hasta la cama en donde dormiría hoy.

-Vamos a ser una familia hermosa- me dijo él, entrando a nuestra habitación.

-Lo se- dije, sonriendo.

Palmee dos veces al lado mío, para que mi vampiro se acueste a mi lado. Él se acercó a paso lento, mientras se va quitando la ropa, lanzándome su remera que usó hoy y puso el resto de la ropa a lavar, antes de abrir el armario, buscar un pantalón de pijama y tras colocárselo, acostarse a mi lado.

Me coloqué la remera y nos acostamos, abrazándonos.

-¿Por qué te gusta dormir con mi remera puesta? Digo, tienes toda la torre de remeras limpias, pero usas exactamente la que yo usé ese mismo día- preguntó, divertido, mientras acaricia mi cabello.

-Tiene tu esencia- dije-. Me deja más tranquila.

-Pero si estoy abrazándote- rió.

-Lo se, pero me gusta mucho- dije, girándome para abrazarle-. Me gustas mucho.

-Y tu a mi- me besó.

Escuché pequeños golpecitos en la puerta y se abrió.

-No puedo dormir...- dijo el pequeño Napomuceno.

-Ven con nosotros- dije.

Me levanté de la cama, para alzar al pequeño vampirito en brazos y colocarlo en medio de la cama, entre su hermano y yo.

-Cuando no puedo dormir, madre me lee un cuento- dijo-. Así no tengo que estar con ella el resto de la noche.

Sonreí y empecé a acariciar su cabello.

-Aquí es diferente- dije-. Puedes venir a dormir con nosotros, no te vamos a regañar.

Él se giró hacia un lado, encajando de forma perfecta entre el espacio que deja mi barriga y Thanatos, quien nos abraza con cuidado.

-Buenas noches- susurré.

-Buenas noches- respondieron ambos.

Las caricias sobre mi cintura de parte de mi vampiro no tardaron en llegar como cada noche, haciéndose sentir tranquila y segura.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora